Hombres armados cerca de la costa del Pacífico aparentemente están cruzando a Nicaragua desde Honduras para talar ilegalmente, poniendo de relieve la vulnerabilidad de los bosques tropicales del país frente a los grupos criminales.
Líderes de la comunidad en el departamento de Chinandega han exigido apoyo estatal en contra de los grupos responsables del comercio ilegal de madera, quienes dicen que cargan rifles AK-47 y están talando ilegalmente en el territorio nicaragüense, informó La Prensa.
Mientras que la tala ilegal a veces se lleva a cabo para despejar la tierra para la agricultura, los grupos criminales a menudo tienen como blanco las maderas preciosas que se cosechan y transportan a Honduras, como señaló La Prensa a comienzos de este año. Según ese informe, la madera de caoba prácticamente se ha extinguido en las selvas tropicales de Nicaragua.
El año pasado el gobierno de Nicaragua desplegó un “batallón ecológico” de soldados encargados de combatir la tala ilegal, mientras que a principios de este año el país puso en marcha una campaña de reforestación, importante para revertir la pérdida de los bosques tropicales del país.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, entre 2000 y 2010 la cobertura de la selva tropical de Nicaragua se redujo en casi un 20 por ciento.
Análisis de InSight Crime
La tala ilegal cerca de la frontera con Honduras ha sido durante mucho tiempo un problema en Nicaragua, a pesar de los esfuerzos para combatir la deforestación, la cual se concentra principalmente en la Región Autónoma del Atlántico Norte (RAAN) a lo largo de la costa del Caribe, donde se encuentra la selva tropical más grande de Centroamérica.
Además de ser una zona importante de madera, la RAAN es un epicentro del narcotráfico, fuertemente infiltrada por grupos ilegales del vecino Honduras. El hecho de que gran parte de la madera saqueada se transporte a Honduras, sugiere que los grupos que realizan la tala ilegal también pueden tener su origen allí, e incluso podrían tener vínculos directos o indirectos con los grupos de narcotraficantes que operan en la zona.
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Estas últimas afirmaciones sobre hondureños armados cruzando la frontera para saquear la madera procedente de la costa del Pacífico, sólo resalta el alcance de la práctica. Las bandas criminales en Centroamérica parecen estar diversificando sus portafolios, adicional al narcotráfico, y participando en la extorsión, el secuestro y ahora parece que también en el ecotráfico. Todas estas actividades criminales florecen en zonas aisladas donde la influencia del Estado es mínima.