Un motín carcelario en Guatemala pone en evidencia el descalabro de un sistema que sigue padeciendo por el hacinamiento, el aumento de la violencia y la falta de liderazgo organizacional; todo lo cual puede exacerbar los problemas de pandillas en el país.

El motín se presentó el 6 de octubre en la prisión de máxima seguridad de Boquerón en el departamento de Santa Rosa, Guatemala. Los presos comenzaron los disturbios después de un anuncio de nuevas medidas de seguridad, pero las fuerzas de seguridad eventualmente restablecieron el orden, en apariencia, según elPeriódico.

Este disturbio se presenta en medio de problemas constantes en el sistema penitenciario de Guatemala. Según estadísticas de la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH), citadas por Prensa Libre, los problemas de hacinamiento y violencia son endémicos en muchos centros carcelarios.

El sistema penitenciario en conjunto está operando al 200 por ciento de su capacidad. Boquerón, donde ocurrió la revuelta, opera casi al 600 por ciento de su capacidad, informó Prensa Libre.

Según la PDH, parte de las causas del hacinamiento es el gran número de presos en detención preventiva, así como otros que han pagado sus penas, pero por diversas razones no han sido liberados. 52 por ciento de los reclusos pasan por lo menos 10 meses en detención preventiva, según el informe de la PDH, que también anota que este tipo de detención “tiende a aplicarse desproporcionadamente a personas de bajos recursos”.

En entrevista con Prensa Libre, Gerardo Villamar Ramírez, experto en debido proceso de la PDH, destacó la falta de recursos que se dedica al sistema de prisiones.

“En el preventivo de la zona 18, hay 4.800 personas y 80 guardias. Resultan ser como 30 que quedan en el centro, porque los demás salen a audiencias, hospitales y otras diligencias”, señaló Ramírez. “Prácticamente, adentro de los centros penales el reo tiene que ver cómo convive con todos los demás, porque hay una ausencia del Estado”.

Además, en 2016 ha habido un marcado incremento de muertes violentas en las cárceles. Entre 2010 y 2014, el sistema penitenciario registró 23 muertes violentas. En lo corrido de este año, ha habido por lo menos 40. Uno de los casos que más dio de qué hablar fue el homicidio del “rey” de la cárcel Pavón, Byron Lima, en julio pasado.

El sistema carcelario, que alberga a más de 20.000 presos, no ha tenido directores desde hace más de un año prácticamente. En julio de 2015, el Ministerio del Interior decidió terminar los contratos de los directores y directores encargados para ahorrar recursos. Según la analista de seguridad Corinne Dedik, las autoridades han rotado a los guardias como directores provisionales en lugar de contratar a administradores permanentes.

Análisis de Insight Crime

Los altos índices de hacinamiento en las cárceles de Guatemala y otros países de Latinoamérica se han visto fomentados por las políticas de seguridad de mano dura y el abuso de la detención preventiva. A esta dinámica se le ha atribuido el facilitar la actividad criminal en Guatemala, pues las cárceles con su mala administración se han convertido en centros de reclutamiento para las pandillas callejeras del país, un fenómeno que también se ha observado en otros sistemas penitenciarios de la región.

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Aunque las fuerzas de seguridad pudieron contener la reciente intentona de levantamiento en Boquerón, el hecho sirve como advertencia sobre las posibles consecuencias de dejar sin resolver estos viejos problemas. Los motines en cárceles de países con problemas similares de hacinamiento y mala administración, como México y Brasil, muchas veces terminan siendo fatales.

La lección podría ser que la inversión para mitigar el hacinamiento y mejorar la administración de las cárceles a largo plazo podría resultar menos costosa para los gobiernos que intentar responder a estos hechos violentos provisional.