Los grupos criminales que operan en la ciudad de Trujillo, al noroeste de Perú, ganan más de US$4 millones al año extorsionando a las compañías de transporte público, lo que ilustra la naturaleza altamente lucrativa de esta actividad criminal.

Según cifras obtenidas por El Comercio por parte de los sindicatos del transporte, las bandas criminales recogen más de US$12.000 al día en dinero de protección de las empresas de transporte alrededor de Trujillo -una cifra que equivale a casi US$4,4 millones al año. A aquellos que no pagan les roban los vehículos, como le ocurrió a Rodolfo Azañero López, presidente de la Federación de Mototaxistas de La Esperanza.

Compañías de mototaxis pagan un promedio de US$0,35 por vehículo al día a cada organización criminal; los taxis y camionetas pagan alrededor de US$0,70; y los minibuses pagar poco más de US$1. La policía dijo que algunos conductores de minibús pagan hasta cuatro cuotas diarias para evitar problemas con los diversos grupos involucrados.

El juez de Trujillo, William Rabanal Palacios, dijo que el crimen había crecido un 50 por ciento en los últimos dos años, y los líderes locales del sindicato de transporte han afirmado que irán a un paro a finales de noviembre hasta que las autoridades se comprometan a resolver el problema.

Análisis de InSight Crime

La extorsión de los trabajadores del transporte público es un gran problema en toda Latinoamérica, un crimen fuertemente arraigado en la vida diaria, el cual proporciona una importante fuente de ingresos para muchas de las bandas de la región. Los conductores de autobuses transportan dinero en efectivo sin protección a lo largo de las rutas regulares en los barrios agobiados por la criminalidad, lo que los convierte en blancos fáciles. Conducir el transporte público en Guatemala es una de las profesiones más mortales del mundo, con 97 trabajadores asesinados en los primeros seis meses de 2013. En Honduras, los criminales que tienen como blanco al sector del transporte aparentemente ganan US$12,5 millones al año sólo en la capital.

El caso de Perú se destaca por su tamaño: mientras que las bandas de Chiclayo supuestamente ganan alrededor de US$900.000 de todas las formas de extorsión en un año, las pandillas de Trujillo obtienen ganancias de más de cuatro veces esa cantidad al año sólo del sector del transporte.

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Otras formas de extorsión en Perú incluyen los esquemas de extorsión a cargo de bandas de Lima que tienen como blanco al sector de la construcción, las escuelas y los minoristas, y la recaudación de impuestos por el grupo guerrillero Sendero Luminoso de las empresas de construcción y los madereros informales.

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