La principal organización criminal de Colombia, Los Gaitanistas, han marcado su llegada a Ecuador con una serie de asesinatos, secuestros y extorsiones de sus rivales en su búsqueda por establecer un punto de apoyo firme, en un país que ahora es un centro del crimen organizado global.
En los últimos meses, las autoridades ecuatorianas han vinculado varias grandes incautaciones de cocaína con Los Gaitanistas, también conocidos como Clan del Golfo, Urabeños y Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC); la primera vez que se ha reconocido públicamente que el grupo opera en Ecuador.
Sin embargo, los informes de inteligencia obtenidos por El Comercio vinculan al grupo narcoparamilitar con una serie de homicidios relacionados con el narcotráfico, que se llevaron a cabo el año pasado en la provincia de Los Ríos. Los informes también sugieren que las AGC han estado atacando a las redes vinculadas a grupos rivales en Ecuador con secuestros y extorsiones, y apoderándose de su dinero en efectivo, vehículos y propiedades; en un intento por establecer un dominio y una ventaja sobre sus rivales.
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Según el jefe de la policía colombiana José Roberto León, Ecuador también fue uno de los países que el reconocido narcotraficante y destacado miembro de las AGC, Henry de Jesús López, alias “Mi Sangre”, atravesó después de huir de Colombia. Mi Sangre fue capturado en Argentina en octubre de 2012.
Análisis de InSight Crime
En los últimos años, Ecuador ha ganado la reputación de ser las “Naciones Unidas del crimen organizado”. Como ha destacado El Comercio, el país no sólo ha atraído a los principales actores en el comercio regional de drogas -los proveedores colombianos y los compradores mexicanos- sino también a las redes de crimen organizado de todo el mundo, incluyendo Nigeria, Rusia y China.
Hay muchas razones que explican el crecimiento de la popularidad de Ecuador para las organizaciones de tráfico de drogas, pero la razón principal ha sido la facilidad con la que los grupos colombianos, involucrados en la producción y tránsito de drogas, principalmente la guerrilla de las FARC y los Rastrojos, han podido operar libremente en ambos lados de la frontera.
La laxa seguridad y los bajos recursos, especialmente en los puertos y en las costas, lo convierten en un lugar ideal para el envío de cocaína de los colombianos, atrayendo a los carteles mexicanos -en particular el Cartel de Sinaloa, que se sabe que ha establecido una firme presencia en el país– y compradores al por mayor de otros mercados principales y centros de tráfico del mundo.
No obstante, estos grupos transnacionales han mantenido hasta ahora un perfil bajo, y su expansión no ha ido acompañada de un dramático aumento en la violencia. Estos últimos informes plantean la posibilidad de que esto podría cambiar si las AGC -el más agresivo y militarista de los grupos narcoparamilitares de Colombia- tratan de tomar a la fuerza el control de este importante centro criminal.