En medio de los constantes ataques de Los Gaitanistas hacia la fuerza pública en Colombia, el grupo criminal tocó las puertas del gobierno entrante para manifestar su intención de diálogo. Detrás de esto, ¿sometimiento o fortalecimiento criminal?

Por medio de una carta con fecha del 19 de julio, diferentes grupos criminales colombianos, entre ellos Los Gaitanistas, también conocidos como Clan del Golfo, Urabeños y Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), Los Rastrojos y Los Caparrapos, expusieron al presidente electo de Colombia, Gustavo Petro, su intención de establecer un diálogo con el nuevo gobierno.

“Nosotros no podemos ser indiferentes al clamor del pueblo colombiano y al pensamiento de su presidente electo democráticamente, para entre muchas cosas lograr la tal anhelada ‘Paz con justicia social’, en virtud a esto proponemos a ustedes, y a el pueblo colombiano, ser parte activa de este proyecto; estamos dispuestos a dialogar y reconciliarnos, con el objetivo de parar la violencia cíclica que algunos de nosotros controlamos (…)”, se lee en un apartado de la carta.

Además de esto, los grupos mencionaron su disposición a establecer un cese al fuego y un posible desarme, siempre y cuando se les otorguen “garantías iguales” a las que otros grupos han tenido en procesos de negociación pasados.

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Dos días después, el 21 de julio, un panfleto firmado por el Estado Mayor de las AGC circuló por redes sociales negando la veracidad de la carta. Sin embargo, el panfleto no cierra la posibilidad a unas conversaciones de paz.

Esta posibilidad no es contraria a los intereses del nuevo gobierno. Gustavo Petro ya ha expresado en el pasado su disposición al diálogo con los grupos criminales de Colombia, partiendo de un cese al fuego bilateral antes de disponer las negociaciones judiciales y políticas, según sea el caso. 

Si bien algunos de los grupos criminales firmantes de la carta han perdido fuerza en los últimos años, la presencia de las AGC en la misiva llama la atención, pues siguen siendo un jugador clave e influyente en las dinámicas criminales en Colombia.

Análisis de InSight Crime

Las AGC preparan sus fichas para la llegada de un nuevo gobierno. Ya sea con cartas o con balas, el grupo parece decidido a abrirse camino hacia la negociación, aunque no todas sus facciones podrían estar en la misma línea.

Después de la captura y la extradición a Estados Unidos del máximo líder de las AGC, Dairo Antonio Úsuga alias “Otoniel”, se creyó que el grupo tardaría en recuperarse.

Sin embargo, y a pesar de los retos que mantiene al interior de sus filas, las AGC han logrado demostrar capacidad armada coordinada a través de diferentes acciones, las cuales han tomado aún más fuerza en el contexto de transición política del país.

En mayo pasado, como respuesta a la extradición de “Otoniel”, el grupo decretó un paro armado que logró paralizar extensas zonas de varios departamentos de Colombia por cuatro días.

En las últimas semanas, a través de un “Plan pistola” que ha cobrado la vida de varios policías y militares, el grupo se ha posicionado ante la llegada del nuevo gobierno, mientras genera terror en municipios de departamentos como Antioquia, Atlántico, Córdoba, Sucre, Chocó y Bolívar.

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Aunque estas acciones parezcan coordinadas, podrían ser una simple cortesía entre facciones.

Un experto en seguridad y defensa consultado por InSight Crime, y quien pidió que no se mencionara su nombre, aseguró que las disputas por rentas criminales y la división territorial entre las facciones del grupo los han llevado a tener profundas diferencias internas en los últimos meses. Con este panorama, es posible sostener la idea de que no todas las fuerza de las AGC estarían en la misma línea. Aunque militarmente demuestren lo contrario.

Bajo el mismo nombre, pero con diferentes planteamientos, Jobanis de Jesús Ávila, alias «Chiquito Malo«, Wílmer Antonio Giraldo, alias «Siopas», y José Gonzalo Sánchez, alias «Gonzalito», estarían a la cabeza de los distintos frentes.

Según fuentes de inteligencia citadas por El Tiempo, dos de los tres máximos cabecillas de las AGC estarían de acuerdo en sostener conversaciones con el gobierno entrante, mientras que el tercero se opondría.

En este escenario, la carta de las AGC parece venir con varios mensajes para el gobierno entrante de Colombia. El grupo está dispuesto a negociar, sin embargo, tiene las fortalezas y capacidades armadas suficientes como para llevar sus propias condiciones a una posible mesa de diálogo, aunque esta deba hacerse en distintos tempos y con distintas partes.