El arresto en Argentina de un capo de la droga con aparentes vínculos con la Mara Salvatrucha ha disparado los temores de que la pandilla centroamericana se haya expandido al país, pero esto está lejos de ser una certidumbre.

La policía bonaerense arrestó al ciudadano peruano Richard Castillo Salazar, alias “Mocosón”, quien dirigía una pandilla internacional de drogas que operaba en el distrito de La Matanza, provincia de Buenos Aires.

El grupo presuntamente montó una operación local de microtráfico en un barrio periférico llamado Las Achiras. Junto a Castillo —procedente de la ciudad portuaria de Callao, en Perú— fueron capturados otros quince sospechosos, entre los que se contaban diez peruanos, también de Callao, tres argentinos, un boliviano y un paraguayo.

Las autoridades también incautaron 30.000 dosis de cocaína, 12 kilogramos de marihuana y varios tipos de armas, entre ellas algunas de alto calibre.

El ministerio de seguridad de la provincia de Buenos Aires señaló que Castillo era uno de los líderes de la MS13 —una de las maras más grandes— en Perú. De acuerdo con fuentes oficiales consultadas por La Nación, Castillo declaró a la policía que era “el jefe de la Mara Salvatrucha”. Castillo presuntamente ingresó a la pandilla por medio de un pariente, y no tenía tatuajes de la MS13.

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La Nación también informó que Castillo era un sicario para la organización narcotraficante peruana dirigida por Gerald Oropeza, actualmente en prisión.

Fuentes de la policía declararon a Perfil.com que luego de los arrestos, no sabían de otras células de la Mara Salvatrucha en Buenos Aires.

Análisis de InSight Crime

Desde la detención de Castillo, numerosos medios de noticias han publicado aseveraciones sensacionalistas de que las pandillas centroamericanas, conocidas como maras, han establecido operaciones en Argentina, y varios políticos locales han suministrado información que indica que la pandilla lleva allí hasta una década. Aunque no es el primer caso de captura de un presunto miembro de las maras en Argentina, sigue habiendo motivos para mantener el escepticismo sobre la presencia de la pandilla centroamericana tan al sur.

Ministro de seguridad de Buenos Aires Cristian Ritondo

En marzo de 2015, las autoridades argentinas arrestaron al primer marero que se ha identificado en el país, de acuerdo con el diario Clarín. Armando Ortega Vera era un ciudadano mexicano, cuyos antecedentes indican que cuando vivía en Estados Unidos ingresó a Barrio 18 —una de las dos maras más importantes que operan principalmente en los países del Triángulo Norte, conformado por El Salvador, Honduras y Guatemala, y en Estados Unidos—. Al parecer Ortega había participado en actividades criminales de poca monta, y ya había sido detenido tres veces en Argentina por robo y posesión de drogas. Los investigadores en el caso de Ortega señalaron que el sospechoso se había visto obligado a huir de la pandilla en su país de origen.

Hasta el momento, hay pocos indicios que señalen que la presencia de Castillo en Buenos Aires es algo más que circunstancial.

De acuerdo con el periodista Daniel Gallo, de La Nación, la “aparición” de la mara en el país suramericano pueden deberse a varias personas “que vieron [en Argentina] un territorio de fácil penetración”.

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Lo mismo aplica para los narcotraficantes extranjeros que operan en el país. Mucha parte del negocio de la droga en los barrios marginales de Buenos Aires lo detentan actualmente pandillas de bolivianos, paraguayos y antiguos guerrilleros de Sendero Luminoso de Perú. Pero según Gallo, la estructura central de las maras o de grupos guerrilleros extranjeros no han establecido “estructuras de comando, control, comunicaciones e inteligencia” en Argentina.

No hay duda de que aunque el alcance transnacional de las maras sigue generando un debate candente, es más posible que “sucursales” peruanas o argentinas de esta pandilla surgieran de manera independiente, y no como parte de un proceso de expansión de las facciones centroamericanas.