Uno de los reclusos juzgados por participar en un motín en una prisión de Bolivia que dejó como resultado docenas de muertos en 2013, señaló que ellos habían comentado el ataque con agentes de la policía y que tenían planeado pagarles para que colaboraran, lo cual aumenta las preocupaciones por la corrupción en el sistema penitenciario del país.
Luis Adán Tobías Ortiz, uno de los reclusos que participó en los disturbios, señaló que la policía sabía del ataque antes de que sucediera, y dijo a la corte que “había la disposición, o la charla se podría decir, con un grupo especial de la policía, según la cual ellos iban a hacer presencia en este acto”, informó Eju. El recluso también dijo que “se determinó juntar dinero para pagarle a los efectivos, para que éstos fueran quienes encabezaran los operativos”, informó La Razón.
Los sangrientos disturbios habrían comenzado cuando los miembros de una banda en uno de los bloques de la cárcel lanzaron un ataque contra una banda rival en otro bloque de celdas. El ataque presuntamente hacía parte de una lucha territorial por el control de los diferentes sectores o “patios” de la prisión. Unas 35 personas, entre ellas un niño de 18 meses de edad que vivía en las instalaciones, perdieron su vida durante el motín. El ataque se salió de control cuando los grupos rivales empezaron a enfrentarse con lanzallamas caseros.
La investigación inicial realizada en 2013 reveló que por lo menos un policía habría sido cómplice del ataque, y que presuntamente abrió una puerta que permitió a los reclusos amotinados pasar de un bloque al otro.
Análisis de InSight Crime
De ser ciertas, las acusaciones revelarían un nuevo nivel de participación y complicidad de la policía en las operaciones de las bandas dentro del sistema penitenciario de Bolivia.
En una investigación realizada en 2014 sobre las condiciones dentro de la prisión de Palmasola, el codirector de InSight Crime Jeremy McDermott informó que los policías que custodian las instalaciones aceptan frecuentemente sobornos para facilitar el movimiento de bienes y personas dentro de la cárcel. Sin embargo, que los reclusos puedan pagarle a la policía por su colaboración activa en los enfrentamientos entre bloques sería una situación que indicaría una evolución preocupante.
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Si bien el sistema penitenciario de Bolivia es violento y está sobrepoblado, aún no ha alcanzado los niveles críticos de países como Brasil, Venezuela y gran parte de Centroamérica, donde las actividades de las pandillas son mucho más evidentes y la violencia es mucho mayor. Estas nuevas acusaciones también generan preocupación por la corrupción sistémica en el país, la cual podría estar más arraigada de lo que se pensaba.