Un megaoperativo para dar con el paradero de cuatro reclusos brasileños, luego de una fuga masiva en una prisión al sur de Paraguay, ha entrado en su segunda semana.

Ocho días después de que 35 presos escaparan de la cárcel de Misiones, cerca de la frontera de Paraguay con Argentina, 31 de los fugitivos han sido recapturados, según una nota de Noticias Paraguay.

La mayoría de los fugitivos eran miembros del Primer Comando de la Capital (Primeiro Comando da Capital – PCC), la organización criminal más grande de Brasil, que cuenta también con una presencia establecida en Paraguay.

Pero la búsqueda de los cuatro fugitivos restantes traspasó las fronteras nacionales, pues las autoridades tienen la hipótesis de que estos lograron cruzar a Argentina. En la provincia de Corrientes de ese país, se activó un operativo conjunto de la policía y el ejército para tratar de hallar a los integrantes del grupo.

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Según la ministra de Seguridad de Paraguay, Cecilia Pérez, los presos escaparon durante las horas de visita familiar del domingo, luego de tomar como rehenes a los guardias, y descendieron por las paredes de la prisión mediante una cuerda hecha con sábanas. Dado que la prisión se encuentra a solo 100 kilómetros de Argentina, los funcionarios de seguridad no han descartado la posibilidad de que algunos de los fugitivos se hayan dirigido a la frontera.

Entre las autoridades ya comenzaron a rodar cabezas. Tras las primeras aseveraciones de que los guardias podrían haber tenido complicidad en la fuga, fueron despedidos el director de la prisión y el jefe regional de prisiones a cargo de Misiones, y el ministro de Justicia presentó su renuncia.

Análisis de InSight Crime

Las fugas carcelarias en Paraguay son frecuentes, y al parecer las acciones del gobierno no logran detenerlas.

Tras la reciente fuga, el gobierno ordenó que la cárcel de Misiones se someta a una gestión especial durante 30 días mientras se lleva a cabo la investigación para dar con los responsables. Sin embargo, los despidos del director de la prisión y de los guardias no cambiarán mucho las cosas.

Las fugas de reclusos, especialmente los pertenecientes al PCC, siguen siendo frecuentes, a pesar de estas duras medidas.

En 2019, después de que diez presos murieran en un violento motín entre el PCC y sus rivales en Paraguay, pertenecientes al Clan Rotela, el presidente Mario Abdo ordenó a las unidades militares que rodearan las prisiones, incluso con tanques.

Pero seis meses después, en enero de 2020, unos 75 miembros del PCC escaparon de una penitenciaría en la ciudad fronteriza de Pedro Juan Caballero, cerca de Brasil, a través de un túnel que excavaron durante tres semanas. Resulta difícil de creer que un trabajo de esa magnitud se hubiese llevado a cabo sin que los guardias, dentro y fuera de la prisión, se hubieran dado cuenta. De hecho, Pérez sugiere que los guardias recibieron hasta US$80.000 para que ignorar lo que pasaba.

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En otras ocasiones, incluso si las fugas no han tenido éxito, ha quedado claro que los grupos criminales no se sienten intimidados por las fuerzas de seguridad. En enero de 2021, unos 40 presuntos miembros del PCC irrumpieron en una cárcel de Pedro Juan Caballero para liberar a uno de sus líderes, que había sido arrestado horas antes. En la operación hubo varios policías tomados como rehenes, aunque, gracias a los refuerzos policiales, los agentes pudieron enfrentar a la pandilla y rescatar a sus colegas.

En este contexto, no parece que la fuga de Misiones vaya a generar muchos cambios en la política gubernamental. Existen reportes de que en algunas prisiones hay laboratorios de drogas que operan de manera abierta, así como altos funcionarios que supuestamente participan en narcotráfico, por lo cual parece poco probable que el control de las cárceles de Paraguay mejore en el futuro cercano.