Las autoridades han destruido cantidades gigantescas de marihuana en la frontera entre Paraguay y Brasil como parte de una serie de operaciones de erradicación contra la aparentemente ilimitada oferta de marihuana producida en Paraguay.
La Secretaría Nacional Antidrogas (SENAD) de Paraguay y la Policía Federal de Brasil han decomisado conjuntamente más de mil toneladas de marihuana y semillas de cannabis en redadas realizadas en el departamento oriental de Amambay desde el 26 de marzo, según un comunicado de prensa de la SENAD. La mayor parte de la marihuana producida en Amambay se traslada a Brasil, donde el kilogramo puede llegar a valer US$ 150.
Las redadas se produjeron durante la última fase del operativo «Nueva Alianza», una operación de erradicación conjunta de las fuerzas de seguridad paraguayas y brasileñas, principalmente en Amambay. El operativo Nueva Alianza acaba de completar su ciclo número 36, y cada fase anterior ha erradicado regularmente cientos de toneladas de plantas de marihuana. En 2022, las autoridades erradicaron 1.821 hectáreas de cultivos de cannabis con un potencial para producir 5.400 toneladas de marihuana, según la SENAD.
VEA TAMBIÉN: Pedro Juan Caballero: los infortunios de una ciudad fronteriza en Paraguay
Según el último Informe Mundial sobre Drogas de las Naciones Unidas, Paraguay sigue siendo uno de los mayores productores de marihuana de América, y el departamento rural de Amambay ha sido durante mucho tiempo el centro de producción de esta droga en el país. Casi el 70% del remoto departamento es tierra de cultivo y hay una clara falta de presencia estatal, según Carlos Peris, politólogo y experto en narcotráfico de la Universidad Católica de Asunción, Paraguay.
La porosa frontera entre Amambay y Brasil ha convertido a su capital, Pedro Juan Caballero, limítrofe con la ciudad brasileña de Punta Porá, en un punto clave de tránsito para la droga que se dirige hacia el país vecino.
Análisis de InSight Crime
La pobreza, los fallidos programas de sustitución de cultivos, la escasa presencia estatal y la corrupción policial han contribuido a que la producción de marihuana en Amambay se mantenga a pesar de las aparentemente exitosas operaciones de erradicación de las autoridades paraguayas y brasileñas.
Según Peris, la población rural y las comunidades indígenas de Amambay carecen de oportunidades fuera de la agricultura a pequeña escala y tienen pocos medios para ganarse la vida. «Los campesinos tradicionales y los indígenas no siempre tienen acceso a la agricultura mecanizada, por lo que son muy pocos los productos que pueden vender», afirma Peris. «Entre esos pocos productos que pueden vender, muy pocos tienen valor de venta [aparte de la marihuana]».
Para agravar esta dinámica, los programas de sustitución de cultivos han fracasado, sin hacer gran cosa para disuadir a los agricultores de seguir cultivando la planta. Un kilogramo de marihuana puede suponer para los agricultores casi treinta veces más dinero que un kilo de sésamo o mandioca, otros dos cultivos habituales en el país.
VEA TAMBIÉN: ¿PCC de Brasil busca tomar control de la marihuana en Paraguay?
La escasa presencia de fuerzas de seguridad en Amambay, aislado del resto del país por las montañas y la distancia, y la falta de vigilancia a lo largo de la frontera han permitido a los principales grupos delictivos brasileños echar raíces en la zona en los últimos años. El Primer Comando Capital (PCC) y el Comando Vermelho (CV), compradores mayoristas de marihuana desde hace tiempo, podrían estar ascendiendo en la cadena de suministro para controlar la producción de la droga. Ya sea produciendo ellos mismos o comprando al por mayor, los sofisticados grupos criminales como el PCC y el CV pueden pagar generosamente a los agricultores por lo que cultivan.
Las pocas autoridades que mantienen una presencia en Amambay han sido perjudiciales para el éxito de la erradicación de la marihuana, ya que la corrupción policial es común en el departamento, dijo Peris. Los agricultores suelen pagar cuantiosos sobornos a las autoridades para asegurarse de que su cultivo no sea quemado durante las labores de erradicación. Una investigación del medio paraguayo Hina descubrió que los agricultores de Amambay tenían que gastar casi el 15% de sus ganancias en sobornos a la policía.
Los pagos se han vuelto tan costosos que algunos agricultores «dirán que ha dejado de ser un negocio rentable», afirmó Peris. Mientras que algunos agricultores han decidido abandonar el negocio de la producción de marihuana, la población indígena, que a menudo dispone de mayores extensiones de tierra para la producción y se conforma con ganar menos dinero, ha empezado a llenar el vacío que ellos dejaron, explicó el politólogo.
De acuerdo con los campesinos entrevistados por Peris, para la policía y los narcotraficantes «simplemente es más fácil oprimir, abusar e incluso matar a los indígenas». En el futuro, es muy posible que la producción de marihuana en Amambay pase de los pequeños agricultores a la población indígena, afirmó.