Un operativo antinarcóticos contra una presunta red de tráfico en Guatemala permite entender la creciente importancia de las pequeñas redes de transportistas, muchas veces discretas, en el tráfico de cocaína en el país.
El 11 de febrero, el Ministerio Público (MP) realizó una serie de allanamientos con el fin de desarticular a un grupo conocido como “Los Pelones”, sospechosos de traficar cocaína desde la frontera que el país comparte con Honduras.
Las autoridades guatemaltecas detuvieron a 25 personas, entre ellas seis agentes de policía, a quienes se acusó de colaboración con el grupo, según un comunicado divulgado por el MP luego de los operativos.
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Alan Ajiatas, subjefe de la unidad antinarcóticos del MP, relató a InSight Crime que los agentes detenidos aceptaron sobornos a cambio de los cuales entregaban información sobre operativos locales de seguridad y ayudaban a blindar a los miembros de Los Pelones frente a capturas y posibles investigaciones.
El grupo, basado en Gualán, población en el departamento de Zacapa —este de Guatemala—, tenía operaciones que se extendían a los departamentos vecinos de Izabal y Chiquimula. Ajiatas añadió que el grupo transportaba cocaína por todo el país, desde la frontera entre Guatemala y Honduras hasta el departamento de Huehuetenango, al oeste, que limita con México.
Las autoridades hicieron una serie de decomisos de drogas y dinero en conexión con el grupo, que movía modestas cantidads de cocaína —unos 30 a 50 paquetes por vez— en pequeños vehículos como remolques y camionetas pickup.
El Ministerio Público estimó que los decomisos y allanamientos privaron al grupo de cerca de 106 millones de quetzales (US$13,7 millones) de ingresos potenciales.
Análisis de InSight Crime
Operaciones a pequeña escala como la de Los Pelones son parte de una tendencia más general provocada por la que la caída en los últimos años de los grupos dominantes, lo que ha dado paso a un gran número de redes de menor tamaño que controlan tramos más pequeños de las rutas terrestres que atraviesan Guatemala.
Dichos grupos muchas veces tienen una capacidad limitada de trasiego de drogas, pero incluso el tráfico de pequeñas cantidades de cocaína —por valor de unos US$13.500 por kilo en su tránsito por Guatemala, según estimaciones del Ministerio Público— sigue siendo un negocio lucrativo.
A lo largo de la frontera entre Guatemala y Honduras, redes de transportistas poco conocidas ahora compiten con remanentes de grupos que fueron muy poderosos, como los Lorenzana y los Mendoza, por el control de una economía criminal que asciende a cientos de millones de dólares al año, según las investigaciones de campo de InSight Crime en Zacapa, Izabal y Chiquimula.
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Con esa cantidad de dinero en efectivo, incluso operaciones más pequeñas tienen pocos problemas para sobornar a agentes de seguridad locales. De Los Pelones, por ejemplo, se dice que captaron a agentes de policía estacionados a lo largo del este de Guatemala, según Alan Ajiatas.
“Esto es lo que buscan estos grupos para tener el control en el sector”, comentó Ajiatas a InSight Crime. “Tratan de ver quiénes son susceptibles de corromperse o quiénes son susceptibles a proveerles información”.
A diferencia de los Lorenzana y los Mendoza, que alguna vez gozaron de amplias conexiones con las élites políticas guatemaltecas, estas redes de menor tamaño no tienen acceso necesariamente a conexiones políticas de alto nivel, y en lugar de eso centran sus esfuerzos en las autoridades locales. Para Los Pelones, esto implicó captar a la policía.
Otros traficantes de la región han buscado ejercer influencia en las elecciones municipales y la designación de gobernadores departamentales, según las entrevistas sostenidas por InSight Crime con funcionarios de seguridad, empleados de gobierno, periodistas y defensores de derechos humanos en Ciudad de Guatemala en territorios claves para el narcotráfico.