A menos de un mes de la posesión del gobierno de Gustavo Petro en Colombia, un ataque armado contra miembros de la policía evidencia los retos que persisten a la hora de pensar la paz con los grupos criminales del país.

Ocho miembros de la policía colombiana fueron atacados, el 2 de septiembre, con explosivos y ráfagas de fusil mientras transitaban por una vía rural del municipio de Neiva, departamento de Huila, al sur del país. En el hecho, murieron siete de los uniformados, según el comunicado del Ministerio de Defensa de Colombia.

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Este es el ataque más grande hacia la fuerza pública desde que el gobierno de Gustavo Petro tomó posesión el pasado 7 de agosto.

“Estos hechos expresan un claro saboteo a la paz total”, expuso el presidente Petro en sus redes sociales tras el hecho, en referencias a su propuesta de «Paz Total«, uno de sus proyectos bandera en el que se ha ofrecido a iniciar conversaciones de paz con casi dos docenas de grupos armados en Colombia. Como parte de este esfuerzo de buena voluntad, ha suspendido las órdenes de arresto para algunos criminales buscados y se comprometió a suspender las extradiciones a los Estados Unidos para los narcotraficantes que voluntariamente lleguen a un acuerdo con el gobierno.

Diferentes grupos disidentes de las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), también conocidos como ex -FARC Mafia, hacen presencia en el departamento de Huila. Según detalló Petro a la prensa desde el lugar de los hechos, el principal grupo sospechoso es la Columna Móvil Dagoberto Ramos, la cual ha venido expandiéndose en los últimos meses desde el departamento de Cauca.

Análisis de InSight Crime

El reciente ataque contra la fuerza pública es el primero de muchos retos que puede enfrentar la llamada “paz total” que busca sellar el presidente Gustavo Petro y llega en un momento de especial vulnerabilidad para el proceso de paz aún incipiente.

Si bien las conversaciones de paz parecen estar programadas para reiniciarse con la mayor amenaza criminal de Colombia, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), todavía es incierto cómo reaccionarán otros grupos.

Otro importante grupo criminal está dividido sobre la propuesta de paz. Los Urabeños, que también son conocidos como Clan del Golfo y se llaman así mismos Autodefensas Gaitanistas de Colombia, han visto disentimiento dentro de sus filas con varias facciones que rechazan la voluntad de la dirección general del diálogo.

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Las ex – FARC mafia no son un reto menor. Con varios de sus líderes diezmados en los últimos años y más de 30 frentes disidentes fragmentados desde sus inicios, estos grupos llevan en sus venas la desconfianza hacia el gobierno. Esto no ha cambiado con la llegada de Petro, como se hizo evidente tras el ataque a su comitiva de seguridad en Norte de Santander, al parecer cometido por disidencias.    

La reacción del nuevo presidente de Colombia ante estos desafíos, ya sea con fuerza o moderación, podría decidir el futuro de la Paz Total.