Aunque Estados Unidos suele ser el país central en el cubrimiento de la crisis del fentanilo, la experiencia de Canadá podría ofrecer un modelo mejor.

La narrativa internacional en torno a la crisis del fentanilo se ha basado en gran medida en la experiencia estadounidense. Hay una buena razón para ello. El consumo de este opioide sintético ha causado cientos de miles de muertes por sobredosis cada año.

Las autoridades han señalado la excesiva prescripción sistemática de opiáceos farmacéuticos y el espíritu empresarial de las redes de narcotráfico mexicanas entre las principales causas del auge de este mercado ilícito. Y estas dinámicas han servido de referencia para predecir si el consumo de fentanilo podría expandirse a otros países, sobre todo porque existen organizaciones criminales sofisticadas y grandes grupos de consumidores de opioides en todo el mundo.

Canadá, sin embargo, desarrolló su propia crisis sobre la base de sus dinámicas delictivas locales y patrones de consumo diferentes a los de Estados Unidos. Por lo tanto, podría servir como ejemplo de los retos a los que pueden enfrentarse otras regiones, como Europa, Oceanía y América Latina, que están empezando a detectar lentamente el fentanilo ilícito entre sus poblaciones consumidoras de drogas.

“El caso de Canadá puede verse como un canario en una mina de carbón”, afirma Jaime Arredondo, investigador de la Universidad de Victoria, en la Columbia Británica, que ha estudiado ampliamente el consumo de sustancias.

De hecho, Canadá reconoció que tenía un problema incluso antes que Estados Unidos. El gobierno provincial de Columbia Británica, en la costa oeste de Canadá, declaró que tenía una crisis de fentanilo en abril de 2016, un año y medio antes de que el gobierno de Estados Unidos declarara la epidemia de opioides como una emergencia nacional de salud pública.

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Al igual que en Estados Unidos, el consumo de fentanilo iba en aumento entre los consumidores de opiáceos y drogas inyectables, especialmente en la ciudad portuaria de Vancouver. La ciudad tenía una larga tradición de consumo de heroína, redes delictivas establecidas y un amplio intercambio comercial con China, donde se producía y enviaba fentanilo a Norteamérica.

A partir de ahí se acabaron las similitudes. Canadá no tenía un historial de prescripción excesiva de analgésicos opiáceos, como el que había sentado las bases para la crisis del fentanilo en Estados Unidos. Sin embargo, durante los siguientes siete años, las sobredosis de drogas seguirían aumentando, provocando un número sin precedentes de muertes y hospitalizaciones.

Es más, desde 2019, las estadísticas de consumo y sobredosis de drogas sugieren que la crisis del fentanilo se ha extendido a las provincias orientales y entre usuarios sin antecedentes de consumo de opioides. Esto ha desbordado los servicios de salud y ha desatado preguntas sobre por qué Canadá se convirtió en un foco de consumo de opioides sintéticos y si sus patrones de uso se repetirán en otros mercados similares en el resto del mundo.

A continuación, presentamos tres patrones que deberían preocupar a las autoridades, estén donde estén.

1. El consumo de drogas es un problema más grave que la prescripción excesiva

Los orígenes de la crisis del fentanilo en Estados Unidos se remontan a la prescripción excesiva de opioides para tratar el dolor y las enfermedades crónicas, lo que provocó altos niveles de adicción. Después de que las autoridades tomaran medidas drásticas contra los médicos y las farmacias que prescribían opioides, muchas personas buscaron alternativas en el mercado negro, como la heroína o productos farmacéuticos falsificados.

Al principio, los traficantes de fentanilo parecían dirigirse a estos consumidores. El método más utilizado para vender fentanilo en ese momento —y también hoy— era a través de pastillas de oxicodona falsas o versiones falsificadas de otros opioides de dispensación bajo receta. La heroína también se mezclaba con fentanilo.

En cambio, el consumo de opiáceos con receta en Canadá no se acercaba ni lo más mínimo al de Estados Unidos. Alrededor del 13% de los canadienses consumían opioides con receta en 2015, frente a casi el 36% de la población estadounidense, según encuestas gubernamentales en ambos países. En 2013, los médicos expidieron 3 millones de recetas de opioides en Columbia Británica, lo que supone 650,2 recetas por cada 1.000 habitantes. En 2014, la tasa fue de 1.176 en Virginia Occidental, el estado norteamericano considerado uno de los epicentros de la crisis en ese país.

Así pues, la comercialización de fentanilo en Canadá pareció extenderse en gran medida entre los consumidores que ya buscaban drogas ilícitas o sedantes. En Canadá, por ejemplo, el fentanilo se ha encontrado principalmente mezclado con heroína, benzodiacepinas y drogas estimulantes, según un estudio realizado en 2023 por las autoridades de salud canadienses. En los últimos cuatro años, se ha producido un aumento particular en el uso de metanfetamina mezclada con fentanilo.

“Los consumidores de drogas en Canadá se enfrentan ahora a un suministro de drogas contaminado”, afirma Arredondo, que también ha realizado varios estudios sobre análisis de drogas.

Es más, en las calles de Canadá, los traficantes suelen vender fentanilo sin intentar disfrazarlo de opioides de venta con receta, una práctica habitual en Estados Unidos. Por ejemplo, en 2021, un estudio académico encontró que la droga se vendía ampliamente en una forma conocida como “piedras”. El fentanilo también suele venderse directamente en forma de polvo, según un funcionario del Gobierno canadiense que analiza el mercado de opioides y habló con InSight Crime bajo condición de anonimato.

Piedras de fentanilo incautadas por la Real Policía Montada de Canadá (Fuente: RPMC)

“La gente en Canadá comprende cada vez más que lo que está recibiendo es fentanilo. No hay necesidad de fingir que se trata de productos farmacéuticos falsificados”, dijo el funcionario a InSight Crime.

2. Del consumo a la producción

La lucha contra el fentanilo en Estados Unidos se ha centrado en gran medida en desarticular las sofisticadas redes de narcotráfico de México y China. Pero la experiencia de Canadá muestra cómo la producción de drogas sintéticas, a diferencia de las drogas de origen vegetal, tiene una barrera de entrada mucho más baja.

La mayor parte del fentanilo que se consume en el país sigue procediendo directamente de China, según las autoridades canadienses. Desde 2019, sin embargo, hay cada vez más pruebas que sugieren que la producción local creció cuando China impuso controles más estrictos sobre el fentanilo, como ocurrió en México.

Los datos de incautación de drogas cuentan parte de la historia. Entre 2018 y principios de 2024, la Agencia de Servicios Fronterizos de Canadá registró un ligero descenso en las incautaciones de fentanilo en los puntos de entrada. Al mismo tiempo, las autoridades incautaron una cantidad cada vez más grande de sustancias químicas que potencialmente podían usarse para la producción de drogas sintéticas en las fronteras del país. Y en los dos últimos años, las autoridades canadienses han descubierto laboratorios clandestinos de fentanilo en las provincias de Columbia Británica, Alberta y Ontario. Algunos de ellos han sido descritos como “superlaboratorios” con capacidad para producir grandes cantidades de la droga.

Este cambio se produce en un contexto de expansión de la producción local de varias drogas sintéticas. Desde al menos 2020, los datos recogidos por la Real Policía Montada de Canadá (Royal Canadian Mounted Police, RCMP) muestran que la mayor parte de la metanfetamina y el éxtasis que se consumen en Canadá se producen localmente en laboratorios clandestinos.

También hay indicios de que las redes canadienses han empezado a exportar fentanilo. En 2022, la policía australiana incautó un cargamento de 11 kilos de fentanilo en polvo que partió de un puerto canadiense no especificado. Las fuerzas de seguridad estadounidenses también han presentado varias acusaciones contra ciudadanos canadienses por enviar pequeñas cantidades de fentanilo a Estados Unidos utilizando el servicio postal.

3. Innovación constante

La experiencia de Canadá también pone de relieve la constante evolución de los mercados internacionales de drogas sintéticas y las innovaciones introducidas por las redes delictivas que tratan de eludir la normativa internacional y comercializar sustancias más potentes que podrían suponer una amenaza en el futuro.

Parte de esta evolución ha sido impulsada por el mercado químico en China. Una investigación de InSight Crime sobre la web oscura y clearnet descubrió que los productores clandestinos de este país intentan constantemente enviar sustancias nuevas y más potentes a sus clientes en el extranjero. La composición química de estos productos suele ser similar a la de las sustancias controladas, pero lo suficientemente diferente como para eludir la normativa.

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Durante una búsqueda de precursores químicos del fentanilo en la web oscura, InSight Crime descubrió que varios vendedores promocionaban agresivamente el etazeno, un opioide sintético que actualmente está controlado en Estados Unidos, pero no en Canadá ni en México.

El atractivo de esta sustancia, según los vendedores, era que ofrece mayor potencia que el fentanilo y está menos regulada en todo el mundo.

Un anuncio de etileno de un proveedor de productos químicos en China (Crédito: 穆小姐 /InSight Crime)

El impacto potencial que estos nuevos opioides pueden tener en las calles quizá no esté muy lejos. Desde 2019, tanto las autoridades canadienses como las estadounidenses han señalado un aumento de la presencia de nitazeno, una clase específica de opioides menos potente que el etazeno pero más potente que el fentanilo. Hasta ahora, las muertes por sobredosis han sido limitadas, pero las autoridades temen que puedan aumentar a medida que se generalice su comercialización.

“Es preocupante que estén entrando sustancias más potentes y no sepamos cuáles van a ser sus efectos”, declaró a InSight Crime un analista de la RCMP que no tenía autorización para hablar oficialmente.

En julio de 2022, las organizaciones de la sociedad civil canadiense también emitieron una alerta sobre la presencia de xilacina, o lo que popularmente se denomina “tranq”, un sedante no opiáceo utilizado legalmente en medicina veterinaria que se mezcla con fentanilo para prolongar el efecto. La Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (Drug Enforcement Administration, DEA) emitió una alerta similar un mes después. Para marzo de 2024, organizaciones de la sociedad civil en México reportaron haber detectado la sustancia en las ciudades fronterizas de Mexicali y Tijuana, en Baja California.

“[Estas nuevas sustancias] son una innovación del fentanilo. Es una forma en que el mercado [ilícito] responde a la creciente demanda de efectos más prolongados y fuertes”, dijo el funcionario del gobierno canadiense.

*穆小姐 contribuyó con información para este artículo.

Steven Dudley is the co-founder and co-director of InSight Crime and a senior research fellow at American University’s Center for Latin American and Latino Studies in Washington, DC. In 2020, Dudley...