Estábamos en una ciudad remota de China continental, también llamada la República Popular China, cuando conocimos a Wang*. Wang es de estatura baja y tiene una barriga prominente, la cual ese día estiraba los botones de su camisa marrón marca Louis Vuitton. Su tienda de joyería estaba escondida entre los rincones solitarios de la ciudad y, como China aún vivía bajo las estrictas restricciones del gobierno por la pandemia del COVID-19, no esperábamos que fuera ostentosa.

Sin embargo, en el interior de la tienda observamos una abundancia de tesoros. Parecía el botín de un barco pirata perdido. Había anillos de esmeraldas, brazaletes de diamantes y un anillo de oro con un zafiro incrustado. 

Desconcertados por estos tesoros, le preguntamos a Wang si no le importaría compartir el secreto de su éxito. Se detuvo y nos miró.

*Este artículo forma parte de una serie de investigaciones sobre el flujo de precursores químicos hacia la producción de fentanilo y metanfetamina en México. Lea los otros artículos de la serie aquí.

“¿Fuman?”, preguntó, señalando un gran frasco de tabaco que tenía sobre la mesa. 

Asentimos. Enrolló un cigarrillo fino y apretado. Luego, con una sonrisa burlona, nos guio hacia el cuarto trasero de su tienda, donde fumamos. Wang nos dijo que estaba relacionado con una organización especializada en el cobro de deudas, la cual llamaba zhengyi fuchou (正义复仇). En términos generales, se podría traducir como justicia divina. 

Quisimos ahondar en el asunto. ¿Podría darnos más detalles sobre esta “justicia divina”? 

Pero Wang ignoró nuestras preguntas y, en su lugar, comenzó a hablar sobre la complicada red de negocios, tanto legales como clandestinos, que lo habían sostenido durante la pandemia. Wang tenía un portafolio extraordinariamente diverso: desde mercados de pescado a tiendas de té y obras de construcción. Asimismo, Wang logró evadir las estrictas sanciones del gobierno chino relacionadas con el COVID-19, en parte gracias a lo que él afirmaba eran sus conexiones de alto nivel dentro del gobierno.

Estos contactos también le habrían abierto la puerta para despojar a otros de sus riquezas. Wang presumía que los tesoros que habíamos visto en la entrada, por ejemplo, habían sido propiedad de altos funcionarios políticos encarcelados durante la campaña anticorrupción del presidente de China, Xi Jinping. Para Wang, esto era la justicia divina.

“Mucha gente desea tener una rebanada del gran pastel, especialmente de los ‘tigres y las moscas’ (老虎苍蝇)”, dijo, refiriéndose a un término empleado por Xi Jinping para describir a las supuestas élites corruptas.

Las revelaciones nos dejaron atónitos, pero Wang apenas comenzaba. Muchos de sus socios tenían intereses en empresas ilegales, según nos contó. Insinuó que sus productos tenían un alcance local y una huella internacional, y se vendían a clientes de todo el mundo.

“¿Ha manejado productos químicos?”, le preguntamos. 

“Más que eso, pero sí, también productos químicos, muy rentables”, respondió de forma ansiosa y declarativa. 

Sin embargo, Wang afirmó que no estaba implicado de primera mano en la industria y que quería mantener una distancia prudente de lo que sabía que era un tema internacional delicado.

Esto se debe a que los productos químicos chinos en cuestión son los precursores químicos del fentanilo, entre muchas otras drogas sintéticas. Esos ingredientes se venden en grandes cantidades desde China a operadores criminales en lugares como México, donde el fentanilo se produce de manera clandestina. De ahí, se convierte en pastillas o se conserva en polvo, para ser traficado en cantidades considerables hacia Estados Unidos, donde decenas de miles de personas sufren sobredosis de esta droga cada año.

El mercado del fentanilo, y el papel de China en este, ha contribuido a dañar las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y China. Mientras hablábamos, Wang permaneció cauteloso. Pero siguió aludiendo a un mercado negro en expansión dentro de China, una industria llena de individuos bien conectados y empresas químicas clandestinas, algunas profundamente vinculadas a gobernantes locales y prestigiosas instituciones académicas.

“Algunos de mis amigos lo hacen”, dijo, refiriéndose a la venta de productos químicos altamente regulados. “Pero es muy complicado y costoso empezar este negocio. Hay que estar muy bien conectado (y tener) muy buen guanxi (关系)”, afirmó. 

Guanxi significa muchas cosas en mandarín. Pero en este caso, Wang se refería a conexiones corruptas o de alto nivel que pueden proporcionar contactos y protección extralegal, lo cual permite que funcionen mercados grises, como el de los precursores químicos.

La ‘dark web’

Después de nuestra visita a la joyería, empezamos a buscar a alguien con conocimientos sobre el mercado de precursores químicos. Pronto recibimos un indicio de quién sería nuestra primera fuente anónima. La fuente nos dirigió hacia la dark web, también conocida como la web oscura, donde el anonimato encubre a compradores, vendedores y sus transacciones. No es de extrañar que sea un centro de numerosos productos ilícitos, incluyendo drogas ilegales, productos químicos altamente regulados, armas y tarjetas de crédito robadas, entre otras mercancías. 

Nuestra misión inicial consistía en descubrir a los proveedores que enviaban precursores químicos desde China continental, que excluye Hong Kong y Macao, hacia México. Utilizando la información de nuestra fuente, empezamos a indagar en los sitios de suministro de productos químicos. Nos hicimos pasar por un comprador de México y accedimos a la dark web a través de Tor. 

Tor es un navegador que permite la comunicación anónima, y es la forma más común de acceder a la dark web. Una vez dentro, hicimos una serie de búsquedas con la palabra “fentanilo”. Eventualmente, apareció una con un número de identificación de producto. Cuando hicimos clic en este sitio, nos llevó a MicroDroper.

Un anuncio de MicroDroper en la dark web sobre CAS 125541-22-2, o 1-Boc-4-AP, un preprecursor de fentanilo

MicroDroper parecía ser un distribuidor con sede en China, según la información que proporcionaban en su sitio web. Parecía impregnar todos los rincones de la dark web y los sitios más notorios, como Nemesis, Tor2Door y RoyalMarket. Estos sitios actúan como Amazon en la dark web, con numerosos listados, y MicroDroper estaba entre ellos. 

“Somos el equipo MicroDroper”, decía una descripción típica de productos. “7 años en el Dark Market [mercado oscuro]. Más de 16 mil reseñas. 100% de satisfacción”.

El inventario de la empresa contaba con un amplio espectro de productos químicos, incluyendo aquellos destinados a la producción de drogas de diseño y cannabinoides sintéticos, así como químicos utilizados para la producción de metanfetamina y fentanilo. Con más de 16.000 transacciones en el momento en que realizamos la investigación, MicroDroper destacaba entre los demás vendedores. Además, contaba con una clientela fiel.

“¡Llegó rápido otra vez! Nuevo método de envío aún más encubierto”, escribió un comprador.

“Excelente comunicación. Todo muy bien gestionado. ¡Muy recomendable!”, comentó otro.  

Pasamos las siguientes semanas analizando las sustancias químicas que vendía MicroDroper. Esto fue difícil porque, como descubrimos, utilizan medios elaborados para disfrazar sus productos. Uno de estos métodos es el uso de un número CAS (Número de Registro Químico o Chemical Abstract Service). El uso del CAS es una práctica estándar en la industria. Es similar a un número de serie y se utiliza para identificar sustancias químicas y productos farmacéuticos. Por ejemplo, el número 125541-22-2 mencionado anteriormente en la descripción del producto es el número CAS de la 1-n-boc-4-fenilaminopiperidina (1-boc-4-AP), un preprecursor que puede utilizarse para la producción de fentanilo. Según entrevistas de InSight Crime con varios cocineros de fentanilo en Sinaloa, México, a principios de 2024, esta es una de las principales sustancias utilizadas para fabricar la droga sintética en sus laboratorios clandestinos.

Otro anuncio de MicroDroper en la dark web sobre CAS 125541-22-2, o 1-Boc-4-AP

El número CAS es la forma más fácil de encontrar estas sustancias químicas en la dark web y fuera de ella, y fue la identificación del producto con la que tropezamos en nuestra búsqueda inicial. Pero aunque esta nomenclatura se ha convertido en un sello distintivo de esta industria en la dark web y en la red abierta, a menudo es solo parte de una campaña de marketing para atraer a los clientes. Las empresas también combinan los números CAS con otros términos clave que saben que pueden atraer la atención de los motores de búsqueda. Por ejemplo, un distribuidor que encontramos en la red abierta utilizó el número CAS y las palabras clave “Químico”, «México” y «EE.UU.» para atraer compradores a su sitio.

Algunos sitios incluyen palabras clave en sus anuncios para atraer a compradores

Los vendedores

Con el tiempo, empezamos a interactuar en línea con estos vendedores. Nuestras interacciones con las empresas se desarrollaron principalmente a través de correos electrónicos cifrados, que protegían nuestra identidad y la de ellos. También utilizamos una red privada virtual (Virtual Private Network,  VPN) para acceder a internet. El uso de una VPN y de aplicaciones de mensajería segura es común en China, donde el firewall (o cortafuegos) del gobierno ejerce un estricto control sobre las plataformas chinas convencionales. La mayoría de la población es consciente de que las aplicaciones de mensajería permitidas, como WeChat, están bajo estricta vigilancia y las evitan. En su lugar, utilizan Telegram, WhatsApp o Wickr, o recurren a servicios de correo electrónico cifrado.

Algunos de estos vendedores también tenían identidades ficticias y, para generar relación con los compradores, a menudo proyectaban parentesco y una etnia compartida. Por ejemplo, algunos de los que contactamos adoptaron nombres latinos como “Ana Sofía” o “Daisey”, probablemente para que los potenciales compradores se sintieran más cómodos al hacer negocios con homólogos mexicanos o latinos. 

En todos los casos, los vendedores se mostraron más que dispuestos a colaborar. De hecho, una vez que manifestamos nuestro interés por comprar precursores químicos, nos facilitaron los números CAS y los nombres de las sustancias químicas que vendían, con las que se puede sintetizar fentanilo. A menudo hacían todo lo posible para asegurarse de que teníamos el número CAS correcto y cualquier información adicional que necesitáramos para encontrar las sustancias químicas.

Una vez que establecimos la relación, enviamos un mensaje a varios contactos pidiendo 20 kilogramos de CAS 125541-22-2, o 1-boc-4-AP, que nos daría suficiente materia prima para fabricar unos 20 kilogramos de fentanilo. 

En menos de 24 horas, tuvimos nuestra primera respuesta. 

Otros vendedores nos enviaron mensajes por Telegram, WhatsApp o Wickr. Algunos los completaron con números de teléfono y nombres de usuario de aplicaciones de mensajería. 

En una ocasión, preguntamos por la sustancia y añadimos una advertencia al vendedor de que era “difícil pasar la aduana”. También mencionamos que teníamos un “contacto”–es decir, una persona en la aduana— que podría recoger el envío. Había implícita una simple pregunta: ¿podría el vendedor enviar el producto químico de todos modos?

El mercado

Con el tiempo, nuestras comunicaciones con MicroDroper develaron una conexión con una empresa química que operaba bajo el nombre de The Grateful Chemicals (TGC-RC Chemicals). Según la información que pudimos acopiar a través de la red abierta y de búsquedas en la dark web, TGC-RC Chemicals era una empresa china que producía de todo, desde opioides hasta psicodélicos y estimulantes. En su sitio web, la empresa enumeraba muchos de los productos químicos que también habíamos visto en MicroDroper.

Descubrimos más tarde que TGC-RC Chemicals también tenía su sede en China continental. Según su DarkNet Trust, un registro para vendedores de la dark web, había sido miembro de la DarkNet desde diciembre de 2019. Su sitio web, que estaba plagado de códigos y nombres enigmáticos, sirvió como una puerta de entrada crucial para nuestras exploraciones adicionales tanto en la dark web como en la red abierta.

En las páginas web de estas empresas químicas había descripciones detalladas de cantidades y precios. Los proveedores parecían tener un aspecto y un enfoque comunes. En el caso de MicroDroper y TGC-RC Chemicals, por ejemplo, parecen tener un logotipo muy similar. Muchos de ellos también tenían descripciones similares, algunas de las cuales parecían haber sido mal traducidas del chino.

«Una empresa dedicada principalmente a productos farmacéuticos de alta calidad, productos químicos agrícolas intermediarios farmacéuticos y otros productos relacionados con la investigación y el desarrollo y las ventas para la integración de empresas de alta tecnología”, decía una de ellas.

Con el tiempo, encontramos una red de empresas químicas que utilizaban las mismas convenciones que TGC-RC Chemicals: números CAS, palabras clave y un sitio web profesional. Una de las empresas que nos respondía con mayor frecuencia a nuestras consultas fue Wanjiang Biotechnology. Los vendedores parecían dispuestos a vender precursores químicos para la fabricación de fentanilo a quien sea, incluidos nosotros. 

Inicialmente, sospechamos que estos vendedores excesivamente entusiastas nos estaban tendiendo algún tipo de trampa, por lo que dejamos de responderles. Pero ellos siguieron comunicándose con nosotros.

En sus siguientes correos, nos intentaron vender más sustancias químicas que son vitales para la producción de fentanilo, incluida la n-(tert-butoxicarbonil)-4-piperidona (también llamada 1-boc-4-piperidona), un preprecursor. Este producto químico también es ampliamente utilizado entre los productores clandestinos de Sinaloa, de acuerdo con el trabajo de campo de InSight Crime. De hecho, en junio de 2023, el Departamento de Justicia de Estados Unidos acusó a cuatro empleados de una empresa química china, por traficar este mismo producto químico a la ciudad de Culiacán, entre otros delitos. La sustancia también se mencionó en la acusación contra Ana Gabriela Rubio Zea, una intermediaria guatemalteca que presuntamente organizó envíos de productos químicos desde una empresa en China en nombre de la facción Chapitos del Cartel de Sinaloa.

También establecimos contactos con otros vendedores y fabricantes. A veces, resultaba difícil distinguirlos. Varias empresas operaban a través de los mismos sitios web que facilitaban la venta de estos productos químicos, así como su envío internacional. Además, muchos de los sitios web tenían imágenes y descripciones de productos idénticas, lo que apuntaba a la posibilidad de que estuvieran gestionados por las mismas personas. 

De hecho, algunas de estas empresas se habían aventurado más allá del comercio de precursores químicos y pretendían enseñar a sus clientes a sintetizar fentanilo y otras drogas sintéticas. Algunas incluso ofrecían recetas e instrucciones detalladas. 

“Hola amigos, aquí pueden comprar el muy fuerte y antiguo 4f-adb. Como el producto es ilegal en China, lo que podemos ofrecer es el producto semiacabado. Aquí está la instrucción cómo cambiar el producto final”, escribió un vendedor, refiriéndose a productos de cannabis sintético.

Una página anunciando un kit y las instrucciones para producir un producto de cannabis sintético

Los productos de cannabis sintético, como el metil-2-(1-(4-fluorobutil)-1h-indazol-3-carboxamido)-3,3-dimetilbutanoato, también conocido como 4F-ADB, son ilegales en China. Pero para evitar esas restricciones, estas empresas venden “productos semiacabados”. En otras palabras, los proveedores envían compuestos químicos semiacabados, la receta, los productos químicos y el equipo de laboratorio para completar la síntesis química.

“NO PIERDA SU TIEMPO Y SU DINERO CON OTROS KITS DE OTROS LABORATORIOS. ¡NUESTRO SCL-KITS ES EL MÁS FUERTE DEL MERCADO E INCLUYE TODO LO QUE NECESITAS PARA PRODUCIR PRODUCTO DE ALTA CALIDAD Y EL MÁS FUERTE!”, escribió un vendedor.  

También resaltó: “¡También puedes comprar todo el equipo de laboratorio necesario para terminar el producto por ti mismo fácilmente!”

El vendedor después nos envió un enlace que nos llevaba a un listado de productos donde vendían kits de material de laboratorio. 

“Si compra esta lista recibirá de forma segura: Matraz de tres cuellos (reacción de vidrio), Termostato, Agitador (mezclador eléctrico) y Centrifugadora”, decía la página web que anunciaba el kit. 

Un anuncio de TGC-RC Chemicals sobre equipo de laboratorio

Durante nuestra investigación, no encontramos ningún kit similar para producir fentanilo. Sin embargo, durante el trabajo de campo en Sinaloa, un productor clandestino dijo que había comprado un kit de este tipo para la producción de fentanilo a un vendedor en China. 

‘Envíos encubiertos’

Una dimensión sorprendente de estas empresas químicas reside en su meticulosa construcción de una fachada de legalidad, la cual se plasma eficazmente en las imágenes de las que hacen alarde y en las prácticas que fingen seguir al hacer negocios. 

Para empezar, cultivan ingeniosamente una imagen de que operan dentro de los límites de la ley. MicroDroper, por ejemplo, tenía presencia en la red abierta, incluso cuando operaba en la dark web. Sin embargo, otras son más engañosas. Por ejemplo, algunas empresas afirmaron que contaban con la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (Food and Drug Administration,  FDA). Sin embargo, tras un examen más detallado, no parecen ser credenciales auténticas.

Algunos de los sitios web presumen supuestos certificados oficiales

La fachada de legitimidad se extiende a la forma en que deciden comunicarse con sus clientes. Nosotros les dijimos que estábamos radicados en México. Mientras que las sustancias que enviaban no solían estar controladas o estaban poco reguladas en China, sí lo estaban en México.  La mayoría de los vendedores con los que tratamos parecían ser conscientes de la estricta normativa mexicana y no nos preguntaron por ella. De hecho, con frecuencia se ofrecieron a eludir ese sistema. TGC-RC Chemicals, por ejemplo, ofrecía la opción de enviar su producto a varias direcciones por un precio adicional.

Este modus operandi corresponde a lo que encontramos durante el trabajo de campo en Culiacán. Un productor independiente de fentanilo entrevistado por InSight Crime en septiembre de 2023, que importa sus propios suministros químicos de China, dijo que alquilaba varias propiedades en Sinaloa o en estados cercanos para recibir los envíos de precursores químicos.

Otros vendedores en internet anunciaban el “envío encubierto” como opción y cobraban por ello un precio elevado. Sin embargo, algunos añadían que no podían ofrecer ninguna compensación si las sustancias químicas eran incautadas. De hecho, algunos advertían explícitamente en sus sitios web acerca de los riesgos que entrañaba el envío a Latinoamérica, otro indicio de que eran conscientes de que los marcos normativos y jurídicos eran diferentes a los de China y de que podían estar infringiendo la ley.

Una página que advierte sobre los riesgos de enviar productos químicos a Latinoamérica. Traducción: Latinoamérica riesgo alto, ordene bajo su propio riesgo (no hay reenvíos gratis).

Aun así, nada parecía disuadirles. En una ocasión, les preguntamos si tenían contactos con las autoridades aduaneras o si hacían “envíos encubiertos” para ser detectados por ellos.

El mismo vendedor también ofreció enviarlo a través de Guatemala. De acuerdo con nuestras investigaciones, sabemos que países como Guatemala se utilizan como puntos de tránsito para el envío de sustancias químicas a México. 

A través de nuestros múltiples intercambios, también pudimos comprobar que estaban dispuestos a atender todo tipo de pedidos, incluidos los pedidos a granel de más de 25 kilogramos de precursores químicos para la producción de fentanilo. Era como si se tratara de una transacción cotidiana.

El proceso de pago también fue muy similar al de la mayoría de los sitios de comercio electrónico. En un sitio web de productos químicos, por ejemplo, después de añadir los artículos a nuestro carrito de compra, pulsamos el botón de pago. En la página siguiente, podíamos ver el producto, un código de cupón, la opción de utilizar un bono de regalo, la estimación del envío y el impuesto estimado.

(Deslice para ver el proceso de pago)

Quizá la única gran diferencia entre estos con los sitios web de los vendedores de marca eran las opciones de pago. Las transacciones se realizaban predominantemente con criptomonedas, como Bitcoin. Tras seleccionar la opción de pago, nos pedía que confirmáramos nuestro pedido. Hicimos clic y nos dio un código QR de Bitcoin para escanear.

Ahí nos detuvimos. 

Los participantes

Con el tiempo, empezamos a establecer contactos en persona. Conocimos a empresarios en casas de té clandestinas, bares y clubes nocturnos que decían ser propietarios de empresas legales e ilegales. Al igual que en internet, estos empresarios no se avergonzaban de sus proezas económicas. Al contrario, las presumían.

Uno de los primeros que conocimos se hacía llamar “Fat Man”. Nos lo presentó una noche el dueño de un bar. Al día siguiente, quedamos para tomar el té con el dueño del bar, Fat Man y algunos de sus socios. La reunión tuvo lugar en lo que, desde fuera, parecía un simple condominio recién construido en la provincia de Fujian. Pero en su interior albergaba una casa de té encubierta. 

En China, la hora del té es una ceremonia, un ritual para relajarse y conectar con los demás. El propio vertido del té puede ser una actuación coreografiada, que refleja la estética, los valores culturales y la armonía china. También es una forma de hacer negocios.

La ceremonia que presenciamos aquel día fue una delicada danza, desde la selección de las hojas de té de jazmín de Fuzhou hasta el meticuloso vertido del agua y la elegante presentación de nuestros acompañamientos: albaricoques secos, pasteles de osmanthus y un surtido de semillas repartidas en platos y cuencos artesanales. 

Uno de los hombres que nos acompañó se hacía llamar Master. Afirmaba tener varios negocios, además de ser un gurú espiritual y religioso. Más tarde nos regaló varios talismanes, rosarios y libros de oraciones para— según él— protegernos en nuestro viaje espiritual.

Pero él y sus socios también estaban implicados en la industria de precursores químicos que suministraba las materias primas a grupos criminales en México. La dualidad era típica en China: tradición y fachada de negocios legítimos en la superficie; negocios grises en el interior.

Entre sorbo y sorbo de té, los hombres hablaban de sus amplias redes, que llegaban mucho más allá de las fronteras de China. De forma casual, revelaron quiénes eran sus conocidos en Latinoamérica, algunos de los cuales, dijeron, vivían en la Ciudad de México.

“Tenemos muchos amigos en Latinoamérica”, comentó uno de ellos. “Los negocios están creciendo allí”. 

“Algunos de mis familiares viven en la Ciudad de México”, dijo otro. “Hacemos muchos negocios”.

Preguntamos qué lazos tenían específicamente con gente de México y si estas personas también ayudaban con los “negocios internacionales”. 

Pero, al igual que el propietario de la joyería que habíamos conocido al inicio de esta investigación, ignoraron nuestras preguntas. Esta dinámica se repitió durante el día. En todo momento, los empresarios mostraron cierto grado de distanciamiento de los pormenores de sus empresas. De hecho, afirmaron que sus empresas solo formaban parte de un conjunto de negocios diversos, que incluían los casinos, prostitución, y la venta de productos baratos de fabricación china en el extranjero.  

“No solo productos químicos, sino que muchos de mis amigos también se dedican ahora a los electrodomésticos y otros productos baratos”, dijo Master. “Estos se venden bien en México”.

VEA TAMBIÉN: Así se sintetiza el fentanilo en México

Master vestía una túnica y un chaleco naranja, lo que le separaba de los demás, quienes vestían con ropa deportiva y casual.

“Algunos miembros de mi familia estudiaron en México, ¿sabes?”, dijo otro hombre, entre sorbos de té. 

Cuando empezábamos a hacer otra pregunta, llamaron a la puerta. Un hombre se levantó, la abrió y entraron dos mujeres que no parecían tener más de 20 años. Una llevaba un vestido corto, beige, sin tirantes y tacones altos, mientras que la otra llevaba un vestido verde brillante y botas altas negras. Se sentaron, una en el regazo de Master y la otra encima de Fat Man. 

“Si quieren pueden probar”, nos dijo Fat Man, acariciando el pelo de la mujer que tenía encima, con los ojos ligeramente abiertos y la voz entrecortada.

“Pueden probar nuestros códigos QR”, añadió Master, sacando su cartera y mostrándonos una imagen que tenía un código QR y una foto explícita de otra mujer, que parecía casi un dibujo animado. 

Todos los que estaban sentados en la mesa eran hombres, y durante la conversación dejaron claro que las mujeres tenían prohibido participar en la administración de estas empresas. De hecho, según lo que estábamos presenciando, las mujeres a menudo eran reducidas a una forma de moneda de cambio, ofrecida como entretenimiento o garantía. Algunos de estos hombres, por ejemplo, dijeron haber proveído mujeres, como las de la casa de té , a los hijos y nietos de altos funcionarios del gobierno. 

Este sórdido intercambio se presentó como un método para mantener el guanxi —relaciones amistosas que suelen derivarse de un intercambio corrupto— entre las familias de estos funcionarios y sus empresas. El guanxi forma parte del aseguramiento del bǎohùsǎn (‘保护伞) – traducido aproximadamente como paraguas protector— que se refiere a los funcionarios del gobierno que utilizan su poder para proteger a los grupos del crimen organizado a cambio de sobornos como sexo, ascensos o dinero.

“Soy amigo de todo el mundo aquí”, dijo Master, mientras las mujeres se levantaban para servirnos más té. “Si necesitan algo, conozco a gente”.

La ‘mafia roja’

Durante nuestra reunión, Master y sus socios nos explicaron que tener contacto con los líderes políticos locales significaba un menor escrutinio sobre sus operaciones comerciales. El quid pro quo era sencillo: dinero. Los políticos llamaban cada vez que el ayuntamiento necesitaba dinero. El dinero hacía quedar bien al político y así ascender en el Partido Comunista Chino (PCC). 

Estas relaciones eran fundamentales para sus negocios, decían. Sin ellas, no podrían competir con las empresas de propiedad estatal, que tenían sus propias conexiones y beneficios. Parecía un acuerdo mutuamente beneficioso: empresas que prosperaban bajo la protección de figuras influyentes, mientras sus aliados políticos cosechaban los frutos de su éxito. Esta alianza, a menudo apodada la “mafia roja”, se origina en los escalones superiores del poder político dentro del PCC. Explota estratégicamente los intereses comunes y los beneficios compartidos. 

Mientras estas empresas generaran  beneficios y proporcionaran apoyo financiero a los políticos, estimulando así la economía local, los ambiciosos funcionarios locales encontrarían oportunidades para avanzar en sus carreras. A cambio, aprovechan su influencia para potenciar y proteger aún más a estas empresas, reforzando la influencia del mercado negro y de la mafia roja con conexiones políticas.

“Sin guanxi, no eres nadie”, comentó uno de los empresarios. 

El efecto dominó de estas empresas se extiende a las universidades locales. Las empresas contratan regularmente a ingenieros químicos, biólogos y otros científicos. Dentro de la compleja red de proveedores con los que nos relacionamos, había un grupo que mantenía estrechas relaciones con universidades chinas de renombre, en particular la Universidad de Zhejiang y el Instituto de Química Orgánica de Shanghai (Shanghai Institute of Organic Chemistry,  SIOC). Una empresa, por ejemplo, que vendía regularmente precursores químicos que podían utilizarse para fabricar fentanilo, anunciaba en su página web su acceso a las “instalaciones analíticas” de la Universidad de Zhejiang y del SIOC.

Un sitio web de una empresa química que presume tener “instalaciones analíticas” en la Universidad de Zhejiang y el SIOC

La Universidad de Zhejiang, en la ciudad de Hangzhou, es una de las más prestigiosas del país. Su reputación se debe al gran énfasis en la ciencia, la ingeniería y la tecnología, y figura sistemáticamente entre las mejores universidades de China. Los medios de comunicación chinos suelen presentar a la Universidad de Zhejiang como un centro fundamental para el progreso científico y tecnológico de China. 

Del mismo modo, el SIOC es una destacada institución de investigación en China. Forma parte de la Academia China de Ciencias y ha obtenido reconocimiento internacional por sus contribuciones a la investigación científica y la innovación. Este instituto se considera a menudo un símbolo del compromiso de China con la excelencia científica y el progreso tecnológico, contribuyendo a la reputación del país en la comunidad científica internacional. 

Hablamos con numerosos estudiantes que cursaban sus estudios en esas universidades y en otras. A la mayoría de los estudiantes no parecía preocuparles que algunas de las empresas y sitios web que les cortejaban pudieran tener conexiones con la industria de precursores químicos. Para los estudiantes, estas entidades parecían legítimas y ofrecían vías de independencia económica e ingresos para ayudar a sus familiares mayores. 

En resumen, el sentimiento predominante estaba firmemente arraigado en el pragmatismo. Reconocían que, a pesar de no ser multinacionales ni de propiedad estatal, estas empresas representaban un medio de vida viable. 

“Todo sea por cuidar de mis padres, se han sacrificado mucho por mí”, nos dijo un estudiante. 

Un salvavidas económico

Tras la reunión en la casa de té , mantuvimos el contacto con algunos de los empresarios. Mientras tomábamos el té, nos contaron más cosas sobre sus negocios y sus contactos políticos. Parecían orgullosos de sus logros e inconscientes de la destrucción que sus productos químicos causaban al otro lado del mundo. 

Por un lado, tenía sentido. La industria química china es enorme. Según el Consejo Europeo de la Industria Química, en 2022 los productos químicos producidos en China representaron un abrumador 44% de todas las ventas mundiales de productos químicos. El efecto dominó de estas ventas en las comunidades en China donde operan estas empresas es palpable. En pocas palabras, la producción y venta de productos químicos son el sustento de muchas provincias y sus habitantes. 

VEA TAMBIÉN: Más allá de China: cómo otros países envían precursores químicos a México

Quienes fabrican precursores químicos son solo un pequeño subconjunto de esta gigantesca industria. Según investigaciones anteriores de InSight Crime, estas empresas parecen concentrarse en las provincias de Hebei y Hubei. En nuestras investigaciones más recientes en la dark web, también encontramos una variedad de empresas en las provincias de Zheijang y Fujian. En concreto, encontramos empresas que operan en el distrito de Haidian, en Hebei, en la ciudad de Hangzhou, en Zhejiang, y en la ciudad de Xiamen, en Fujian.

El distrito de Haidian, a menudo llamado el “Silicon Valley de China” por su concentración de empresas tecnológicas e instituciones de investigación, está en la parte noroeste de Pekín y cuenta con una mezcla de zonas residenciales, parques y lugares de interés cultural. Cuando hablamos con funcionarios de gobiernos extranjeros, identificaron Hebei como el principal centro de producción de precursores químicos.

Por otro lado, Hangzhou es la capital y mayor ciudad de la provincia de Zhejiang y está situada en el este de China, a unos 180 kilómetros de Shanghai. Es una ciudad que mezcla historia antigua y desarrollo moderno. Cuenta con casas de té y templos tradicionales que conviven con modernos edificios de tecnología en auge y otras oficinas empresariales.

Xiamen es una ciudad costera de la provincia de Fujian, en el sureste de China, frente al estrecho de Taiwán. Es una importante ciudad portuaria y centro de comercio. La ciudad tiene una rica historia cultural debida, en parte, a su puerto, que durante mucho tiempo ha atraído a personas de toda la región y de fuera de ella.

Hangzhou, Haidian y Xiamen tienen mucho en común. Hangzhou y Xiamen, en particular, tienen una buena situación económica. Todas tienen fácil acceso a los puertos, lo que les da importancia  cultural y económica. Además,  Hangzhou y Haidian son conocidas por contar con una mano de obra formada al más alto nivel tecnológico y educativo.

Y lo que es más notable, las tres ciudades se encuentran en China continental, un hecho a menudo negado por los funcionarios chinos que durante mucho tiempo han descrito la industria ilícita como concentrada predominantemente en Hong Kong, Macao y Xinjiang.

La ciudad portuaria

Hacia el final de nuestra investigación, un contacto comercial nos invitó a visitar su almacén cerca de un gran puerto. Era parte del deseo del contacto de garantizar la “satisfacción del cliente” y disipar cualquier duda sobre la legitimidad de su negocio.

Quedamos con el propietario en una estación de autobuses cercana a una importante ciudad portuaria de una provincia cercana. Mientras nos dirigíamos al almacén, el propietario nos dijo que solo nos mostraría algunas zonas del negocio, pero que la visita incluiría observar un cargamento listo para ser embarcado en un buque. No mencionó que tenía productos químicos y, desde el exterior del almacén, no había indicios de ellos.

Sin embargo, al momento de entrar, nos llegó un olor químico a la nariz. Resultó que el núcleo del negocio consistía en un amplio almacén con un gran laboratorio y zona de almacenamiento. La escala del almacén era asombrosa, con cientos de botes metálicos llenos de productos químicos apilados unos encima de otros, a la espera de ser introducidos en contenedores de transporte.

Un cargamento de productos químicos listo para ser enviado desde un puerto en China (Foto: 穆小姐/InSight Crime)

El cargamento eran productos químicos en polvo. Cada bote metálico tenía una capacidad de 30 litros, según nos dijo nuestro anfitrión, pero la mayoría de los polvos estaban envasados en pequeñas cajas o almacenados en cilindros de cartón. Más tarde nos envió una fotografía en la que se detallaban las distintas opciones de envasado.

Mientras observábamos, los trabajadores agrupaban los botes en un único contenedor, que al día siguiente se enviaría al extranjero. Los cilindros etiquetados se colocaron en el perímetro del contenedor y los no etiquetados en el centro.

Precursores químicos
Cilindros con productos químicos, sin etiquetar, listos para ser enviados al extranjero desde un puerto en China (Foto: 穆小姐/InSight Crime)

Fue un final apropiado para nuestra investigación. ¿Estaban haciendo algo ilegal? No lo sabemos. Tal vez ellos tampoco lo sabían. Quizá ese es el punto.

De hecho, forman parte de la inquietante y perturbadora normalización del negocio. Desde destacados empresarios a altos funcionarios del gobierno y estudiantes universitarios, la sensación abrumadora que tuvimos durante esta aventura fue de aceptación generalizada y orgullo de que China estuviera suministrando al mundo productos químicos.

*Todos los nombres mencionados en esta investigación son seudónimos.