La nueva serie original de Netflix, “Somos.” reconstruye la masacre de Allende, uno de los episodios más crudos de la guerra contra el crimen organizado en México, y ofrece una visión distinta a las tradicionales narcoseries.

Unos 60 sicarios asociados a Los Zetas llevaron a cabo una serie de ataques en distintas partes de Allende y municipios aledaños en el estado fronterizo de Coahuila, durante tres días consecutivos en marzo de 2011. Hasta 300 personas pudieron haber sido secuestradas, asesinadas y calcinadas.

Somos.”, estrenada el 30 de junio en la plataforma de Netflix, revive en seis capítulos la historia de esta masacre y se basa en un reportaje de 2017 de la periodista de ProPublica, Ginger Thompson, quien recabó decenas de testimonios de testigos, familiares de víctimas, agentes del orden y criminales asociados a Los Zetas. 

Thompson expuso cómo una filtración de la Administración para el Control de Drogas (DEA por sus iniciales en inglés) a la Policía Federal de México –que posteriormente llegó a oído de los líderes de Los Zetas– desencadenó los hechos violentos. Los hermanos Miguel y Omar Treviño, alias “Z40” y “Z42”, se enteraron de que colaboradores suyos los habían delatado ante la agencia estadounidense y presuntamente ordenaron los ataques como represalias.

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Las autoridades mexicanas no reaccionaron al momento de los hechos. Algunas investigaciones han apuntado a que la policía local fue instruida a no responder y que otras agencias se hicieron de la vista gorda.

Por ejemplo, el actual secretario de Defensa, Luis Crescencio Sandoval ­–quien en 2011 era comandante militar de la zona que incluye Allende– afirmó el 6 de julio de este año que el Ejército no pudo actuar al momento de la masacre porque “no tenían responsabilidad operativa”. 

Ante estas actitudes, la serie “Somos.” hace una denuncia que deja a los espectadores en un estado de desasosiego e invita a reflexionar sobre el daño humano que ha dejado la guerra contra el narcotráfico. 

Enfoque en las víctimas y no en los capos

Somos.” cuenta la historia desde la perspectiva de las víctimas de la violencia y no la de los capos de la droga. No glorifica a los criminales ni hace apología del delito, sino que, por el contrario, intenta representar la magnitud del daño que genera el crimen organizado en la sociedad.

Aunque los nombres y otros detalles personales de las víctimas fueron cambiados, algunos de los personajes en “Somos.” se asemejan a las personas que realmente fueron afectadas por la masacre: una prominente familia de rancheros, estudiantes de bachillerato, niños y trabajadores del pueblo que no estaban asociados al crimen organizado.

En ese sentido, la serie presenta varias formas en las que el crimen organizado victimiza a la población: extorsión, amenazas, reclutamiento forzado, homicidio y desaparición forzada. También expone la encrucijada en la que se encuentran muchos habitantes cuando no pueden acudir al Estado por protección.

«La serie logra capturar la amenazante presencia que tenían [Los Zetas] en Allende, el fracaso absoluto de las instituciones gubernamentales en cuanto a la protección a la comunidad y lo trágica que fue la violencia», dijo a InSight Crime la periodista Ginger Thompson.

Una de las historias más cautivantes es la del personaje Paquito, un joven en condiciones de pobreza que es arrestado injustamente por la policía municipal, quienes tenían órdenes de Los Zetas para ingresar cierto número de jóvenes al penal de Piedras Negras, donde el grupo tenía control absoluto, y utilizaba las instalaciones para desaparecer a sus víctimas.

Dentro de la cárcel, Paquito es acogido por Los Zetas para sobrevivir, es forzado a participar en sus actos de violencia extrema y finalmente es asesinado por ellos. La historia de Paquito rompe con la idea de que es “deseable” unirse al crimen organizado, como comunmente se refleja en las narcoseries, y es un ejemplo de que la línea que divide a las víctimas de los victimarios no siempre es clara. 

«[‘Somos.‘] se enfoca en las vidas de las personas que están atrapadas en todo este embrollo [de violencia y criminalidad]. Es una de las primeras veces en las que una serie dignifica a las víctimas», opinó Thompson.

Más allá de Hollywood

Por otro lado, la serie tampoco cae en la narrativa tradicional de “policías contra ladrones” en la que los agentes estadounidenses son representados como los héroes que luchan contra el «enemigo» latinoamericano. Este ha sido el caso en otras producciones populares como NarcosTriple Frontera o Sicario.

Por el contrario, “Somos.” reconoce que la DEA tiene responsabilidad  en las dinámicas de violencia en Latinoamérica y hace una crítica a la poca sensibilidad que tuvieron los agentes estadounidenses para proteger a sus informantes y a los familiares de ellos.

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«[Somos.] logra representar de manera atinada el rol que tiene la DEA en la lucha contra el narcotráfico en México, los fracasos que llegan a ocurrir y la falta de responsabilidad que se les ha permitido tener», dijo Thompson.

No obstante, algunas reseñas sobre la serie han criticado que no se refleja de manera adecuada la responsabilidad que tuvo la Policía Federal y omite la participación que tuvieron las autoridades locales en la masacre.

La complejidad del crimen organizado

Finalmente, “Somos.” acierta en representar al crimen organizado como un fenómeno complejo, que toca a distintos actores y penetra en varias esferas de la sociedad. 

Por un lado, la serie se aleja de la perspectiva de “buenos contra malos”, ya que reconoce que quienes terminan involucrados con los grupos criminales no necesariamente lo hacen por voluntad propia, sino porque se ven forzados, por relaciones familiares o porque sus circunstancias los conducen a ello.

Por ejemplo, el personaje de Doña Chayo, una vendedora ambulante, termina trabajando como «halcón» para un operador de Los Zetas a cambio de que protejan a su yerno, Paquito, en la cárcel. Samuel es hijo del lugarteniente de los hermanos Treviño en Coahuila y se ve afectado por las acciones de su padre aunque él no esté involucrado en el negocio ni condone la violencia. Benjamín Linares, hijo de un prominente ranchero de Allende, termina colaborando con Los Zetas ya que –por razones que no se mencionan en la serie– les debía dinero y solo de esta manera podía ganarse tiempo. 

Por otro lado, “Somos.” también muestra que el crimen organizado no se trata solamente sobre narcotráfico. Los Zetas controlaban todas las actividades delictivas de los territorios en los que operaban y participaban en actividades criminales predatorias como la extorsión y la trata de personas. En la serie, por ejemplo, también se cuentan las historias de dos mujeres centroamericanas que migraron a México y fueron secuestradas por Los Zetas para ser explotadas sexualmente.

«Espero que los espectadores se queden con la idea de que este tipo de cosas no solo ocurren en Allende… ocurren en demasiados lugares de México», concluyó Thompson.