Una serie de capturas en los Andes que tenían como objetivo a extorsionistas que se hacían pasar como miembros del Tren de Aragua son una muestra de que la creciente fama de la megabanda venezolana y su estructura descentralizada animan a los imitadores a apropiarse de la marca.

La policía peruana detuvo a un grupo de extorsionistas que decían ser integrantes del Tren de Aragua en los mensajes amenazantes que enviaban a sus víctimas por WhatsApp, según informó el medio Perú 21 en una nota del 31 de agosto.

El grupo, que operaba en la ciudad de San Juan de Lurigancho, en las afueras de Lima, presuntamente exigía más de US$800 mensuales a una empresa transportadora local. Cuando el presidente de la empresa se negó a pagar, el grupo detonó un explosivo en su casa, narró la nota. Varias llamadas y mensajes a la Policía Nacional del Perú solicitando confirmación de las capturas quedaron sin respuesta.

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Los grupos que usan la marca del Tren de Aragua para cometer delitos siguen un patrón de acciones similares en toda la región, las cuales corresponden al ascenso del grupo criminal como potencia regional.

En la frontera entre Colombia y Ecuador, una célula falsa del Tren de Aragua hostigaba a migrantes venezolanos, según informaron funcionarios de seguridad locales a InSight Crime en febrero. Las autoridades no creían que la célula tuviera conexión con el Tren de Aragua, sino que usaban el nombre de la banda para intimidar a la comunidad venezolana.

Los grupos criminales que usaban el nombre Tren de Aragua comenzaron a hacerse más notorios en Santiago de Chile el año pasado, según Pilar Lizana, investigadora del grupo de pensamiento sobre políticas chilenas AthenaLab, quienes han estudiado ampliamente al Tren de Aragua.

“Lo que pasaba [en Santiago] era que se estaba usando el nombre Tren de Aragua, porque ya había una percepción de temor respecto a lo que significaban el nombre y la marca del Tren de Aragua”, le explicó a InSight Crime.

El Tren de Aragua ha aprovechado la crisis migratoria de Venezuela para pasar de ser una banda carcelaria localizada en el estado venezolano de Aragua a una organización transnacional que maneja lucrativos esquemas de extorsión, tráfico de migrantes, tráfico de narcóticos y trata de personas en toda Suramérica.

Análisis de InSight Crime

La marca del Tren de Aragua es especialmente atractiva para impostores extranjeros, pues la falta de información distorsiona la influencia de la banda y las autoridades tienen dificultades para rastrear a sus miembros legítimos.

La reputación del Tren de Aragua se ha extendido por la región en su expansión por fuera de las fronteras de Venezuela. Pero las percepciones de la amenaza que la banda supone muchas veces no corresponden a la realidad. La falta de información en relación con los migrantes venezolanos ha promovido actitudes xenofóbicas de la cual se han beneficiado los grupos impostores.

“Comenzó a generarse temor hacia ciertas nacionalidades que llegaban debido a la cantidad de comunicaciones que se estaban recibiendo por los medios sobre las acciones del Tren de Aragua”, le comentó Lizana a InSight Crime, en relación con la dinámica en Chile.

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“Que grupos como el Tren de Aragua u otras organizaciones criminales aprovechen un fuerte fenómeno migratorio […] es algo muy distinto a que la migración sea la causa”, añadió.

Sumado al temor generalizado que despierta el grupo, la dificultad de rastrear a las células oficiales genera mayor confusión de la que pueden aprovecharse los imitadores.

En entrevistas con InSight Crime, funcionarios de seguridad de Colombia, Perú y Chile señalaron la dificultad para confirmar si un grupo hace parte del Tren de Aragua. Sin embargo, en múltiples instancias los mismos funcionarios emplearon el nombre del Tren de Aragua para referirse a grupos sospechosos de estar afiliados a la banda, a pesar de no tener confirmadas tales sospechas.