El Clan Rotela es una organización de carácter familiar de Paraguay. Originalmente se especializó en el microtráfico de crack en barrios deprimidos de Asunción y Concepción, pero desde entonces se ha expandido hasta convertirse en una organización de alcance nacional, que controla gran parte del tráfico de estupefacientes dentro y fuera de las prisiones.

Después de la captura de su líder en 2016, este clan se expandió rápidamente a la mayoría de las prisiones del país. Actualmente, se configura como una organización criminal de alcance nacional, cuyos dividendos económicos provienen del creciente mercado de crack, marihuana y cocaína dentro y fuera de las prisiones.

Historia

Los orígenes de este clan paraguayo datan del año 2007, cuando Armando Javier Rotela y su primo Óscar empezaron a reclutar jóvenes del país para que integraran su red de microtráfico. Según Blas Martínez, exdirector general de Establecimientos Penitenciarios, el grupo inició sus actividades en Tobatí, municipio cercano a la capital del país. También hacían presencia en la prisión de Concepción, la segunda más grande del país. En ese entonces, al menos 15 personas se identificaban como parte de los Rotela en esa prisión.

El impulso inicial del clan se dio gracias a la venta de crack en los barrios más vulnerables de Asunción, especialmente en las zonas denominadas como “bañados”, barrios que se extienden por toda la ribera del río Paraguay.

En 2014, la Secretaría Nacional Antidrogas (SENAD) desmanteló un laboratorio de producción de crack de los Rotela en la capital del país e incautó casi cinco toneladas de esta droga. En el operativo se decomisó una libreta en la que se describían los puntos de distribución de Javier Rotela en todo el país, lo que dejó en evidencia el alcance nacional que había logrado.

La fuerte participación del grupo en el microtráfico le permitió consolidar su presencia en varias prisiones a nivel nacional. Según señaló el director de la Penitenciaría Nacional de Concepción, en 2019 el Clan Rotela contaba con al menos 100 miembros, y se estima que Armando Javier Rotela, apodado el “zar del microtráfico”, controlaba la mitad de la venta de crack en todo el país.

Actualmente, las autoridades estiman que esta organización podría tener entre 1.000 y 4.000 integrantes, superando ampliamente en número a cualquier otro grupo criminal de Paraguay, incluso a sus rivales principales en Brasil, el Primeiro Comando da Capital (PCC).

Sin embargo, sus integrantes son en su mayoría “pasilleros”, reclusos en detención preventiva que esperan a ser procesados, o bien delincuentes reincidentes o personas con problemas de adicción que intercambian lealtad por dosis de crack. Por ello la cantidad de presos afines a este grupo criminal podría estar más relacionada con el consumo de crack dentro de las prisiones, como lo afirma Joaquín González, exdirector nacional de Establecimientos Penitenciarios.

En las calles de Asunción y Cordillera, la situación es similar. Sus miembros no poseen ningún tipo de sofisticación criminal y en general se ubican en zonas con condiciones socioeconómicas muy bajas. Un elemento característico de su modus operandi consiste en la utilización de niños para ingresar crack, cocaína y marihuana a las prisiones. De hecho, en 2011, una de las hijas de Javier Rotela fue detenida con 1.100 gramos de clorhidrato. En ese momento, la niña tenía 13 años.

Liderazgo

La estructura del clan es jerárquica, por lo que la mayoría de las decisiones parten del rol que ejercen los primos Armando Javier y Óscar Rotela Ayala.

En 2014, Óscar Rotela fue capturado por cargos de homicidio y tráfico de drogas en San Lorenzo, localidad de Asunción. Estuvo recluido en el penal de Tacumbú, San Pedro, hasta 2019, cuando fue trasladado al penal Emboscada, en Concepción, luego de la masacre ocurrida en la penitenciaría de San Pedro, donde 10 miembros del clan fueron asesinados, al parecer por miembros del PCC.

Por su parte, el gran jerarca del clan, Armando Javier Rotela, fue capturado inicialmente en 2011, luego de un operativo policial efectuado en la zona de Bañado Sur de Asunción. Rotela escapó un año más tarde de la cárcel regional de Misiones, en una acción en la que también escaparon otros nueve miembros de su grupo.

El “zar del microtráfico” fue recapturado en 2016 por el Departamento de Antinarcóticos de la Policía Nacional, en el departamento Central. En lugar del desmantelamiento de la estructura, con la recaptura de Rotela este pudo fortalecer su base de operaciones dentro del sistema penitenciario paraguayo y así consolidar una presencia a nivel nacional.

El liderazgo ejercido por el jefe criminal dentro de las cárceles tiene un componente particular, pues, como afirma Antonio Bazán, director de la Penitenciaría Nacional de Concepción, en entrevista con InSight Crime, Javier Rotela siempre fue muy respetuoso con los guardias y otros empleados carcelarios. Además, entre sus filas cuenta con reos con las peores condiciones socioeconómicas.

Tras los enfrentamientos con el PCC, Javier Rotela fue trasladado en junio de 2019 a la Agrupación Especializada de la Policía Nacional, pues había promovido un amotinamiento en el penal de Tacumbú, para vengar la masacre ocurrida en la cárcel de San Pedro, donde el grupo brasileño habría asesinado a varios miembros del clan. Todo lo anterior, bajo el liderazgo de Rotela y los miembros del clan.

En marzo de 2020, casi cuatro años después de su captura, Javier Rotela fue condenado a 27 años de prisión por los cargos de asociación criminal y tenencia y comercialización de estupefacientes.

Geografía

Históricamente, el Clan Rotela ha mantenido presencia en Asunción, específicamente en los barrios de Bañado Norte, Bañado Sur y Ricardo Brugada, también conocido como Chacarita. Asimismo, tiene presencia permanente en varios municipios de los departamentos de Cordillera, Central y Concepción.

A esto se suma que, luego de la recaptura de Javier Rotela en 2016, algunos miembros de este clan empezaron a ganar un espacio significativo en las cárceles del país, como señalaron las autoridades penitenciarias a InSight Crime. Ejemplo de esto último es la presencia de varios miembros del clan en la prisión de Pedro Juan Caballero, departamento de Amambay, y en la Penitenciaría Regional de Misiones.

Pero fue solo después de la masacre en la Penitenciaría Regional de San Pedro cuando las autoridades reconocieron la preocupante expansión de este grupo a nivel nacional. “Antes del incidente de San Pedro, se creía que el clan solo se encontraba en las penitenciarías de Tacumbú, la Antigua Emboscada y Misiones, pero luego pudimos identificar que estaba en la mayoría de las penitenciarías más conflictivas del país”, asegura Blas Martínez, exdirector nacional de Establecimientos Penitenciarios.

Según autoridades penitenciarias del país, en conversación con InSight Crime en octubre de 2019, para entonces el Clan Rotela había expandido su presencia a 15 de las 18 penitenciarías del país.

Aliados y enemigos

Aunque no se reconocen grupos aliados visibles, el hecho de ser de nacionalidad paraguaya les ha facilitado el reclutamiento de connacionales, principalmente en las prisiones. Asimismo, la relación entre el Clan Rotela y el PCC en los últimos años ha evolucionado, pasando de ser aliados para convertirse en enemigos acérrimos que se disputan el control en la distribución de drogas al interior de las cárceles de Paraguay. Dichos enfrentamientos han llegado a niveles de violencia tan altos e inhumanos como los que se han presentado en las prisiones de Brasil.

No obstante, según comentó Jorge Fernández, exdirector de la Penitenciaría Nacional de Tacumbú, estos clanes solían convivir en armonía, hecho que fue confirmado por otras autoridades locales a InSight Crime. Incluso, motines como el de la prisión de Concepción en 2017 posiblemente habrían sido orquestados de manera conjunta.

El 20 de junio de 2019, la disputa entre ambos grupos criminales saltó a las primeras páginas cuando 10 miembros del Clan Rotela fueron brutalmente asesinados en la Penitenciaría Regional de San Pedro. Sus perpetradores fueron miembros del grupo brasileño PCC. Según Dante Leguizamón, presidente del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura de Paraguay, la masacre se produjo como resultado del asesinato de un miembro del PCC en la cárcel de Tacumbú. El posible responsable habría sido trasladado a la cárcel de Pedro Juan Caballero, lo que al parecer desencadenó los enfrentamientos que derivaron en la masacre.

Estos dos clanes han estado en guerra desde entonces.

Perspectivas

Los enfrentamientos entre el Clan Rotela y el PCC han tenido lugar dentro de un sistema penitenciario sobrepoblado y plagado de corrupción. Después de la masacre de San Pedro, el Ejecutivo decidió declarar emergencia carcelaria e implementó la militarización de las prisiones.

Sin embargo, varios brotes de violencia han seguido presentándose tras las rejas. El más reciente tuvo lugar en enero de 2020, cuando los enfrentamientos entre el Clan Rotela y el PCC dejaron como resultado un muerto en la Penitenciaría Regional de Misiones.

El equilibrio de poderes entre el Clan Rotela y el PCC seguirá ocurriendo, con resultados inciertos. Por un lado, el Clan Rotela es un grupo criminal de raíces paraguayas, que ha exhibido una notable capacidad de adaptación, al sobrevivir a la captura de altos mandos y con su expansión por todo el sistema carcelario del país.

Por otro lado, su antagonista, el PCC, es el grupo criminal dominante en Brasil, es una pandilla carcelaria con mucha experiencia y que aventaja con mucho al Clan Rotela en términos de hombres, financiación y armamento. Por el momento, estos recursos se concentran casi en su totalidad en Brasil, pero de aplicarse en Paraguay, el Clan Rotela podría encontrarse en desventaja.