Aunque el asesinato de un miembro del PCC en São Paulo avivó rumores sobre una ruptura al interior del grupo, es poco probable que logre desestabilizar la estructura de la banda criminal más grande de Brasil.

El 25 de febrero, unos sicarios asesinaron a Donizete Apolinário da Silva, alias “Prata”, un aliado del líder del Primer Comando Capital (Primeiro Comando da Capital, PCC), Marco Williams Herbas Camacho, alias “Marcola”, en Mauá, São Paulo. Marcola —quien actualmente se encuentra recluido en Complejo Penitenciario de Papuda, en Brasilia— lidera, junto con el resto de la cúpula del PCC, la mayor pandilla del hemisferio occidental. El grupo controla un número de células satélites dedicadas al narcotráfico en Brasil y varios países de la región.

VEA TAMBIÉN: Armas, desapariciones y sobrepoblación carcelaria: los problemas de Brasil se agudizan

El asesinato de Prata fue presuntamente ordenado por otros tres miembros de alto rango dentro del PCC, según reportó el medio UOL citando a fuentes del Ministerio Público de São Paulo. Según las autoridades, Roberto Soriano, alias “Tiriça”, Abel Pachecho de Andrade, alias “Vida Loka”, y Wanderson Nilton de Paula Lima, alias “Andinho” estarían conspirando contra Marcola por haber hablado con un funcionario de prisiones. El audio de la conversación fue utilizado durante el juicio contra Soriano por el asesinato de una psicóloga de la prisión federal de Catanduvas, en Paraná, en agosto de 2023. 

“No tengo aversión a los funcionarios, no soy irrespetuoso. Nada de eso. Pero podría convertirme en un psicópata como hizo Soriano,” declaró Marcola en la grabación. 

Soriano fue condenado a 31 años de prisión por el homicidio.

Los rumores de fractura dentro de la organización comenzaron la semana del 12 de febrero, cuando los servicios de inteligencia de las fuerzas de seguridad de São Paulo interceptaron un mensaje enviado a las bases del grupo donde se sentenciaba a los tres disidentes.

“Estamos excluyendo y decretando [sentencia de muerte] a Tiriça, Abel y Andinho. Motivo de la exclusión: calumnia y traición. Todos aquellos que se levanten con la intención de crear divisiones y discordia dentro de nuestra organización serán excluidos y decretados”, dice el mensaje que difundieron entre sus afiliados.

Es probable que la cúpula de la organización haya considerado que el uso de la grabación durante el juicio fue un intento deliberado de las autoridades por crear una disputa interna en el grupo. “Pedimos a todos que estén atentos, después de todo, nuestros enemigos continuarán articulando y creando mecanismos para intentar debilitar el Comando. La unión y lealtad de todos al Comando es un compromiso de cada uno de nosotros” declaraba el mismo mensaje.

Análisis de InSight Crime

El PCC ha consolidado su modelo criminal durante los últimos 30 años gracias a una sólida estructura que difícilmente se verá fragmentada por disputas personales.

El PCC surgió en 1993 en la prisión de Taubaté, São Paulo, con el objetivo de reclamar justicia tras la masacre ocurrida en octubre de 1992 en la prisión de Carandiru, en el mismo estado, así como una mejora en las condiciones en las cárceles. Desde entonces, la pandilla creció y expandió su portafolio criminal, pasando de robos y motines en las cárceles al tráfico transnacional de drogas, tráfico de armas, y minería ilegal, entre otros. 

El grupo desarrolló un complejo sistema de franquicias donde sus miembros, muchos de ellos reclutados en las cárceles del país, se organizan y operan en grupos locales dentro y fuera de las prisiones. También pagan cuotas para financiar abogados o corromper policías, al igual que para la compra de armas y drogas bajo el amparo de la cúpula. 

El PCC se caracteriza por un sentido de unidad sólido y unos códigos que están por encima de cualquier disidencia o deseo individual. Según explicó a InSight Crime la socióloga Camila Nunes Días, profesora en la Universidad Federal de ABC, “es como si los individuos no tuvieran importancia. Lo que importan son las normas, la ética, los negocios”. 

VEA TAMBIÉN: ‘Disciplina’ del PCC le permitió tomar control del hampa

Actualmente, el grupo cuenta con más de 30.000 miembros “bautizados” que operan en casi todos los países de Suramérica y ha extendido su red de tráfico de drogas hacia África y Europa. Mediante estas redes y códigos compartidos, todos ellos se benefician y dependen del orden establecido.

“La longevidad del PCC parece girar en torno a este exitoso modelo de gestión del mercado que realizan y que no se desestabiliza […] La gente no ve un modelo alternativo de gestión del crimen”, explicó Bruno Paes Manso, profesor de la Universidad de São Paulo, a InSight Crime.

Para preservar este orden, la estructura del grupo —descrita por el sociólogo Gabriel Feltran como “una fraternidad secreta sin poder personalizado, pero con posiciones de poder ocupadas por hermanos”— toma las decisiones necesarias para resistir las divisiones internas. “Ya ha habido otras [crisis] en otros momentos, con las muertes de miembros muy importantes en 2002, 2006, 2012 y 2018”, añadió Feltran, profesor en la Sciences Po de París.

En este escenario, los expertos consultados por InSight Crime señalan que es probable que el grupo solucione esta disputa eliminando a los disidentes, como ha hecho en otras ocasiones. El último de estos conflictos ocurrió en 2018, cuando dos miembros de alto nivel fueron asesinados tras haber presuntamente participado en el asesinato de Edilson Borges Nogueira, alias “Birosca”, un antiguo miembro de la cúpula del PCC y aliado de Marcola.

*Christopher Newton contribuyó al reportaje de esta historia