Pese a lo notable del decomiso de 23 toneladas de cocaína —el mayor en la historia de secuestros de cocaína en la Unión Europea— por parte de la policía alemana, belga y neerlandesa, este es tan solo una prueba más de que Europa se ha convertido en epicentro del tráfico global de esta droga.
A mediados de febrero, la policía alemana descubrió 16 toneladas de cocaína ocultas en contenedores en el puerto de Hamburgo, mientras que poco después sus homólogos belgas decomisaban 7,2 toneladas del alcaloide en Amberes. Ambas fuerzas actuaron en respuesta a un aviso de los Países Bajos, adonde se dirigían ambos embarques.
El 24 de febrero, las autoridades neerlandesas allanaron dos propiedades en Rotterdam y sus alrededores y detuvieron al propietario de una firma importadora. “Los megacargamentos decomisados forman en conjunto un récord absoluto. Nunca antes se ha interceptado tanta cocaína al mismo tiempo”, declaró la policía neerlandesa en un comunicado.
La droga hallada en Hamburgo se encontraba oculta en un contenedor de bloques de madera procedente de Paraguay. La interceptada en Amberes estaba empacada en más de 1.700 latas de masilla para paredes, que había zarpado de Panamá. Las autoridades neerlandesas también anunciaron que la empresa destinataria de los dos cargamentos había pedido 11 contenedores llenos de macarela, piñas, calamares y madera de Panamá, pero aún no es claro si esos también contenían narcóticos.
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“Estimamos un valor de venta en las calles de entre 1.500 millones y 3.500 millones de euros (entre US$1.800 millones y US$4.200 millones) para las 16 toneladas [incautadas en Alemania]», según la declaración dada a AFP por el agente de aduanas de Hamburgo Rene Matschke.
Este decomiso representa casi una cuarta parte de las 102 toneladas incautadas o enviadas a Europa en 2020, que ya había sido un récord anual, según cifras de la ONU citadas por la BBC.
Y el hecho de que las drogas interceptadas en Alemania provinieran de Paraguay parece confirmar que las vías fluviales de ese país con Bolivia se han convertido en una ruta de transporte de narcóticos crucial en el trayecto hacia los puertos sobre el Atlántico, como informó InSight Crime a comienzos del presente año.
Análisis de InSight Crime
Aunque el alijo de esta semana es mucho mayor que cualquier operativo individal anterior, es uno más en una rápida escalada de decomisos.
En octubre de 2020, se hallaron 11,5 toneladas de cocaína en Amberes en un contenedor de chatarra que había zarptado de Guyana. Y ha habido otros hallazgos notables en Hamburgo, Rotterdam y una serie de puertos europeos de menor tamaño.
Europa se reafirma cada vez más como sustituto de Estados Unidos como epicentro del tráfico de cocaína, debido a los astronómicos precios que alcanza la sustancia en el continente y la gran cantidad de opciones de transporte al alcance de los traficantes. Y con el incremento de la producción de cocaína en Colombia, Perú y Bolivia , más los fuertes eslabones de transporte pasando por Venezuela, Centroamérica, Paraguay y Brasil, puede ser solo cuestión de tiempo para batir este nuevo récord.
Como lo reveló InSight Crime en su investigación reciente, «El itinerario de la cocaína hacia Europa», el giro hacia el mercado de cocaína europeo era de esperarse para los narcotraficantes colombianos, pese a la distancia y la dificultad de acceso. Las estadísticas de la Oficina de las Naciones Unidas para la Droga y el Delito (ONUDD) muestran que en 2017 el precio al por mayor para un kilo de cocaína en Europa estaba en US$41.731, frente a US$28.000 en Estados Unidos.
No es claro tampoco qué puede hacerse para desacelerar ese tsunami. Los puertos de Hamburgo, Rotterdam y Amberes se están haciendo más expertos en impedir la entrada de cocaína, pero no hay certeza sobre cuánta se cuela por sus redes, y los puertos más pequeños no comparten esa experiencia.
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Bob van den Berghe, coordinador regional del Programa de Control de Contenedores (CCP) de las Naciones Unidas, dio el ejemplo del puerto de Zeebrugge, en Bélgica, donde se ha observado un reciente aumento de cargamentos de drogas procedentes de Paramaribo, en Surinam.
«En 2021, hubo un decomiso de alrededor de 160 kilos en el puerto de Paramaribo con destino a Zeebrugge. El año pasado, hallaron 730 kilos de cocaína en el techo de un contenedor en Paramaribo, también con destino a Zeebrugge. Hubo otros decomisos en 2018 y 2019», dijo.
«No consideramos que Zeebrugge sea necesariamente un puerto riesgoso, pero las autoridades belgas tienen mayor atención puesta en este puerto», explicó van den Berghe.
De igual manera, aunque iniciativas como el Programa de Control de Contenedores de las Naciones Unidas están entrenando a las autoridades portuarias en Latinoamérica para habilitarlas en la detección de contenedores sospechosos, regularmente están poniéndose a prueba nuevos puntos de salida.
En diciembre, ONUDD informó que los canales que conectan la frontera este de Bolivia con el río Paraguay en Brasil habían cobrado importancia para la ruta de narcóticos del Atlántico.
«Es increíble encontrar esas cifras en Paraguay. En octubre de 2020, se decomisaron en ese país 3,5 toneladas de cocaína que habían venido de Bolivia e iban en camino a Amberes», señaló van den Berghe, y agregó que el CCP ha permitido crear unidades de control portuario (PCU) y protocolos de adiestramiento en la mayoría de puertos importantes en Latinoamérica, el Caribe y Europa.
«Esto deja en evidencia el espacio aéreo entre Bolivia y Paraguay, así como las vías fluviales y el río Paraná , como rutas importantes para el Atlántico. Al CCP le gustaría abrir una PCU en puertos en el interior a lo largo de los ríos Paraná y Paraguay, y en sus alrededores, como en Puerto Busch», comentó van den Berghe a InSight Crime.
