Un grupo criminal extranjero, de la costa Caribe, mucho más despiadado, rico y disciplinado que las pandillas callejeras de Medellín, está a punto de tomar el control de la segunda ciudad más grande de Colombia. InSight Crime visita el nuevo campo de batalla de la ciudad: el barrio oriental de la Comuna 8.

Al igual que muchos de los barrios periféricos en Medellín, la Comuna 8 frecuentemente registra batallas armadas entre las aproximadamente 24 pandillas callejeras, o “combos”, que controlan la extorsión y el narcotráfico en la zona. Esto ayudó a que la tasa de homicidios aumentara a 92 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2011, la tercera más alta de las 16 comunas de Medellín. El barrio, con una población de 135.000 habitantes, ha estado durante mucho tiempo entre los más violentos de Medellín.

No obstante, durante la primera semana de mayo, la Comuna 8 comenzó a registrar tiroteos todos los días, en cualquier momento. “No fueron un par de tiros de pistola por la noche no más”, dijo un residente, que ha vivido más de 20 años en la zona. “He oído cosas que nunca había escuchado antes. Fuego de ametralladoras, granadas”.

Comuna 8 Map 1El acuerdo tácito entre los combos, que usualmente limitan sus guerras territoriales a las horas de la tarde, aparentemente ha terminado. La vida en la calle, en la Comuna 8, desapareció: los carritos de comida que normalmente ocupaban espacio en las esquinas de las calles fueron retirados. El vendedor de aguacate que se quedó, al que una mujer dijo que le había comprado toda su vida, fue alcanzado en el estómago por una bala perdida. La escuela fue cancelada. Las líneas de autobús, cerradas. Los residentes que tenían habitaciones que daban a la calle se trasladaron a la parte posterior de sus apartamentos. Otros dijeron que comenzaron a dormir debajo de la cama, poniendo el colchón junto al marco de la cama para absorber el tiroteo callejero.

El 20 de junio, los militares entraron y empezaron a patrullar las calles, llevando una calma temporal a la vecindad. Pero, comprender por qué la Comuna 8 experimentó ese agudo estallido de violencia, que muchos antiguos residentes dijeron que era diferente a todo lo que el asediado barrio había alguna vez experimentado, significa entender lo que el barrio representa en términos de la guerra de la droga más grande en Colombia.

Entran los Urabeños

Uno de los carteles más poderosos de Colombia, los Urabeños, cuyo bastión se encuentra a lo largo de la costa Caribe, ha estado tratando de establecer un control en Medellín desde, al menos, 2011. El problema es que la ciudad ha estado durante mucho tiempo bajo el control de la red mafiosa creada por Pablo Escobar en los años ochenta, conocida como la Oficina de Envigado. Para un grupo extranjero como los Urabeños, arrebatar el control de la Oficina (un cartel odiado por los residentes de Medellín, pero con la ventaja de la familiaridad) no iba a ser fácil.

La estrategia de los Urabeños implicaba el lanzamiento de su batalla por Medellín, precisamente en el momento adecuado. Comenzaron el despliegue de las células militares en las afueras de Medellín, mientras que la Oficina de Envigado resolvía en ese momento una guerra interna interminable entre dos facciones rivales. Una de estas facciones era encabezada por Maximiliano Bonilla, alias “Valenciano“, que vendió parte de su negocio a los Urabeños antes de ser arrestado en Venezuela en noviembre de 2011. El vencedor, Erickson Vargas, alias “Sebastián”, estaba a punto de convertirse en el indiscutible señor del crimen de Medellín, hasta que los Urabeños entraron en escena.

“Los Urabeños enfrentaron a Sebastián y la Oficina cuando estaban débiles. Estaban cansados. Ellos estaban maltratados por esta otra guerra sangrienta que acababan de pelear “, dice Fernando Quijano, director de CORPADES, una ONG local que registra e investiga los problemas de seguridad.

Los Urabeños tienen algunas ventajas clave sobre la Oficina. Tienen entrenamiento militar y mejores armas. Tienen un despiadado ex paramilitar supervisando su campaña en Medellín. Por encima de todo, tienen dinero en efectivo gracias a su control de las rutas internacionales de exportación de cocaína a lo largo de la costa Caribe. Y aunque la Oficina de Envigado de Sebastián tiene un varias fuentes de financiamiento – incluyendo la extorsión de las empresas de la ciudad y el narcotráfico local – su poder económico no se puede comparar con el de los Urabeños. Un típico soldado raso de la Oficina puede llegar a ganar entre 50.000 pesos (unos US$25) a 80.000 pesos (unos US$40) a la semana. Se informa que los Urabeños, ofrecen una tarifa inicial de 400.000 pesos (unos US$200).

El objetivo de los Urabeños es establecer el control sobre todos los principales puntos de salida y entrada de Medellín. Esto significa una alta capacidad de imponer un impuesto de guerra a todos los contrabandistas que mueven armas, drogas u otro contrabando dentro y fuera de la ciudad. Los Urabeños esencialmente ya han establecido un control en las afueras del occidente y sur de Medellín (aunque algunas secciones de estas áreas siguen siendo leales a Sebastián). Lo que queda es el norte y el oriente – la Comuna 8 -. El control de este barrio significa un fácil acceso a la parte oriental del departamento de Antioquia, del cual Medellín es la capital, y a todos los laboratorios de drogas y cultivos de coca que hay en esta región. También los lleva un paso más cerca al dominio sobre Medellín, la joya de la corona del mundo criminal en Colombia.

La Guerra en la Comuna 8

Cuando estalló la guerra urbana en la Comuna 8, fue en parte un reflejo de la misma dinámica que rige el comportamiento criminal a través de la región desde Honduras hasta México. Medellín está, básicamente, viendo una batalla entre las pequeñas organizaciones criminales por el control territorial; en la cual estas pandillas callejeras están respaldadas por los carteles más grandes que controlan las rutas de exportación internacional de drogas. Y una de las causas principales de la violencia entre estos grupos más pequeños es la traición: el cambio de alianzas de un cartel de la droga nacional a otro.

Comuna 8 Map 2En la Comuna 8, la batall comenzó en Villatina, una de las 34 subdivisiones de la Comuna 8. En diciembre pasado, los Urabeños ofrecieron una gran suma de dinero al líder de la banda local en Villatina, alias “Gomelo”, si se sometía a su control. Gomelo paso unos cuatro meses deliberando sobre qué hacer y luego aceptó la oferta. Para sellar el pacto, el 6 de mayo, mató a un importante hombre de confianza de Sebastián, alias “El Mellizo”, quien estaba a cargo del cobro de los impuestos extorsivos de la Oficina a la Comuna 8. La policía ofrece una versión diferente de los hechos, diciendo que Sebastián ordenó al Gomelo entregar el control a El Mellizo y él se negó.

La reacción de la Oficina consistió en movilizar a los combos, aún leales a Sebastián, para enfrentarse en Villatina a Gomelo, quien parecía estar en la clandestinidad, y a los Urabeños. InSight Crime ha escuchado informes de que hay unos 300 miembros armados de los Urabeños en la Comuna 8, aunque este número podría incluir a miembros de los combos que están aliados con ese cartel. Los combos leales a la Oficina de Envigado habrían movido 250 combatientes a la Comuna 8.

Aunque los tiroteos no parecen haber causado muchas muertes – entre enero y mayo, supuestamente la Comuna 8 sólo registró 29 homicidios, una caída del 44 por ciento respecto al mismo periodo del año anterior – un habitante dijo que eran perturbados por el uso de las armas de tipo militar, tales como las ametralladoras M60, y los explosivos; así como la frecuencia de los ataques. La protesta pública, en lugar del número de asesinatos, pudo haber sido lo que impulsó a alcaldía a militarizar el barrio.

Los Urabeños tenían un interés especial en ampliar su alcance a Villatina. Con su pie de apoyo establecido allí, están sólo a 10 minutos del centro de la ciudad. También hay una estación de policía en el barrio, y la cooptación de los oficiales con sede aquí consolidaría aún más su poder en el oriente de Medellín.

Pero si hay algún barrio donde es probable que Sebastián luche hasta la muerte, es la Comuna 8. El líder de la Oficina de Envigado creció aquí. Otros destacados miembros del bloque paramilitar que solía dominar Medellín, el Cacique Nutibara, también tienen profundas raíces en este barrio. Y a lo largo de su historia, rara vez ha permitido Medellín a grupos de afuera consolidar su poder en la ciudad por mucho tiempo.

Tanto los Urabeños como la Oficina están utilizando pandillas callejeras que luchan su guerra para ellos. Pero es poco probable que muchos de estos combos tengan en mente un panorama más amplio. En el terreno, la guerra es sobre luchar por un par de calles extra y de vengarse de una pandilla callejera rival que mató a un miembro de la familia una o dos generaciones atrás.

Un combo que ya ha aceptado el pago de los Urabeños se ubica en el barrio de la Comuna 8, La Sierra, tema de un documental premiado. Un líder de la comunidad que no quiso ser identificado dijo a InSight Crime que si los Urabeños tomaban Villatina, la banda de La Sierra, básicamente, iba a controlar todo el lado de la colina en el borde de la Comuna 8, desde arriba hasta cerca de la parte inferior. “Lograr eso estaba más allá de cualquier cosa que sus padres jamás hubieran hecho”, dijo un habitante de la comunidad. “Y ahora que están allí, no van a ceder”.

Lo que Viene 

No se cree que el jefe de la Oficina de Envigado, Sebastián, esté en la ciudad en este momento. Por ahora, la ventaja principal de la Oficina son los números. Pese al reciente avance de los Urabeños en la Comuna 8, ésta sigue siendo un bastión de la Oficina: se considera que por lo menos 23 de los 34 barrios de aquí todavía le son leales a Sebastián.

No obstante, “lealtad” es un término muy tenue. Aunque los helicópteros que vigilan los cielos y las unidades militares que actualmente patrullan las calles de la Comuna 8, han contribuido a bajar el ritmo del conflicto, la paz es también lo que permite a ambas partes reagruparse y pensar sobre sus siguientes movimientos y opciones. Una posibilidad es que muchos de los combos optarán por no hacer frente a los Urabeños y su fuerza militar superior, sino simplemente esperar hasta que se les haga una oferta. Esta oferta podría consistir de un sólo pago, tal vez con un acuerdo en el que los combos reciban armas, entrenamiento y el permiso para continuar la administración de sus propias actividades criminales en cada uno de sus barrios, siempre y cuando se entregue un porcentaje de sus ganancias a los Urabeños.

Lo que está claro es que es probable que la violencia aumente en Medellín, y la Comuna 8 será uno de los principales frentes de guerra.

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