Después de repetidos intentos fallidos para acabar con el tráfico de crack en São Paulo, la ciudad está implementando un nuevo programa experimental que podría servir como ejemplo para otras ciudades plagadas con drogas en la región. Pero aun cuando la ciudad enfatiza en la necesidad de una política basada en la reducción del daño, las autoridades policiales están complementando esta estrategia con un tradicional enfoque de línea dura contra el uso de drogas.

Con el microtráfico y el consumo doméstico de drogas en aumento en toda la región, los gobiernos locales, estatales y federales de Latinoamérica están en busca de políticas para enfrentarse al tráfico de drogas de bajo nivel y a las estructuras criminales que se benefician de éste. En la norteña ciudad argentina de Rosario, las fuerzas de seguridad federales recientemente respondieron al auge que se dio en el tráfico de drogas llevando a cabo una serie de redadas que fueron definidas como el operativo “más grande de la historia argentina”. El presidente colombiano, Juan Manuel Santos marcó el primer aniversario de su “guerra contra el microtráfico” a principios de este mes, al ordenar la demolición de unas 400 construcciones en las zonas urbanas de todo el país que presuntamente estaban vinculados con actividades criminales. Funcionarios en Quito, Lima, y en otras ciudades del hemisferio, también han estado luchado contra las redes de microtráfico durante los últimos años.

Al igual que algunas de estas otras ciudades, São Paulo en Brasil, ha estado luchando durante años contra la venta doméstica y el consumo de drogas. Una desolada zona en el centro de la ciudad, el barrio de la Luz, ha sido el refugio más notorio para el tráfico de drogas y la prostitución en las últimas tres décadas. Cuando la cocaína “crack”, derivada de la pasta base de cocaína, se introdujo por primera vez al mercado brasileño a principios de 1990, este problema se agravó drásticamente. Debido a la fácil disponibilidad de la droga y a su costo relativamente bajo, rápidamente se hizo popular entre los jóvenes y los empobrecidos habitantes de la calle, y su alto potencial de adicción atrajo un flujo constante de usuarios, conocido como el “Fluxo” de la zona. Fue esta tendencia la que dio al barrio Luz su nombre más comúnmente usado en la actualidad: Cracolândia, o la tierra del crack.

Las cambiantes fronteras de Cracolândia

Desde mediados de los años noventa, varios alcaldes de São Paulo, así como una serie de gobernadores del estado de São Paulo, han tratado de poner fin a Cracolândia. Repetidas operaciones de la policía estatal y local han sido desplegadas, dirigidas tanto a los usuarios como a los traficantes de la droga. Las autoridades han cerrado decenas de hoteles y bares en la zona, acusándolos de ser frentes del tráfico de drogas. El año pasado, el gobierno estatal comenzó a implementar una controversial ley de tratamiento forzado, permitiendo a las autoridades ordenar el internamiento de quienes consideraban en las “etapas avanzadas de la adicción”.

Pero a pesar de todos estos esfuerzos, el flujo se ha mantenido, con el epicentro de microtráfico simplemente apareciendo en otro lugar. Como el siguiente mapa ilustra, la zona conocida como Cracolândia se ha movido al menos dos veces en respuesta a la represión policial de los últimos años. La primera gran operación en el barrio fue en 2005, “Operação Limpa” (Operación Limpieza) se llevó a cabo como parte de un esfuerzo más amplio de la administración del entonces alcalde José Serra para revitalizar el centro de la ciudad. Lejos de poner fin a Cracolândia, el esfuerzo, simplemente empujó el tráfico de crack unas seis calles hacia el oriente.

El segundo cambio importante se produjo en 2012, bajo el sucesor de Serra, Gilberto Kassab. Anunciado como un golpe final al mercado al aire libre de crack en el centro de la ciudad, la formidablemente llamada “Operação Sufoco” (Operación Sofoco) fue descrita por el coordinador de política de drogas de la ciudad como un intento de cortar el suministro de drogas a los usuarios. El objetivo, dijo, era causar un “dolor y sufrimiento” tan grande que los obligaría a buscar tratamiento. Haciendo eco a su predecesor, lo único que esta operación consiguió fue reubicar el uso del crack a un área de tres cuadras. En la actualidad, esta zona sigue siendo el corazón de Cracolândia.

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A pesar de los intentos de acabar con esta zona, o tal vez como resultado de ellos, los cientos de habitantes y visitantes de Cracolândia han desarrollado una especie de identidad única. Bruno Gomes, director de la ONG E de Lei, que ha estado operando programas de intercambio de agujas y de reducción de daños en la zona desde 1998, dice que hay códigos no escritos en la zona. “Tiene su propia cultura”, dijo Gomes. “Tienes prostitución, tienes venta de diferentes tipos de mercancía, como una especie de mercado callejero. Es una sociedad con un gran número de personas”. Como en toda subcultura, hay estatutos. Fumar delante de los niños, a los que el argot callejero del lugar se refiere como “Anjos” o “ángeles”, está prohibido, y robar a los de afuera es generalmente desalentado, ya que atrae atención no deseada por parte de la policía.

Pero la cultura de Cracolândia tiene un lado oscuro. Que, Según Gomes, gira casi exclusivamente en torno a la “pedra”, o al crack. “Se utiliza como una especie de moneda para comprar otras cosas también. Con el crack usted puede comprar cigarrillos, bebidas, ropa, objetos electrónicos y alimentos, lo que se vende allí” dijo Gomes.

Un nuevo enfoque: Con los brazos abiertos

En parte como respuesta a las críticas de las operaciones de línea más dura que fueron implementadas en el pasado, el alcalde Fernando Haddad, anunció un nuevo programa en enero, un año después de haber asumido el cargo. Dio a conocer “De Braços Abertos” (con los brazos abiertos), un programa para proporcionar vivienda, alimentos y oportunidades de trabajo a los consumidores de crack que viven en las calles de la zona.

cracklandoneEl programa es un esfuerzo conjunto de 13 ministerios municipales, incluyendo a los Ministerios de Cultura, Trabajo, y Derechos Humanos, pero está siendo monitoreado más de cerca por el Ministerio de Salud. Inspirado por el éxito de programas similares en los Países Bajos y en Canadá, los cerca de 400 participantes de Braços Abertos reciben US$ 6,50 al día a cambio de cuatro horas de trabajo limpiando parques y otros lugares públicos. A todos se les da comidas y alojamiento en moteles locales. Una oficina local en el área proporciona acceso a atención médica, y ofrece a los usuarios entretenimiento y un lugar para descansar.

El elemento más controvertido del programa, al menos a juzgar por la cobertura negativa de la prensa local, es el hecho de que dejar de consumir drogas no es una condición para participar en el programa, aunque los participantes son impulsados a hacerlo y tienen mayor acceso a un tratamiento para su adicción.

Pero si bien esto ha sido criticado, los partidarios dicen que estos programas traen a largo plazo mayores beneficios a las personas y comunidades afectadas por la droga, que los que generarían los mismos centros obligatorios de tratamiento. Proporcionar a los usuarios condiciones de vida básica y salud, dicen, ayuda a limpiar las calles al mismo tiempo que reduce las muertes por sobredosis y la propagación de enfermedades. Liz Evans, quien ayudó a organizar un esfuerzo similar para proporcionar vivienda a los consumidores de drogas en una zona de bajos ingresos en Vancouver a principios de los años noventa, describe esto como “llevar servicios a las personas en lugar de esperar a que la gente cambie solo para poder recibir los servicios”.

cracklandtwothreeDe Braços Abertos ha sido bien recibido por los locales. Según una mujer que participa en el programa y que no quiso ser identificada, éste le ofreció por “primera vez en muchos años la posibilidad de dormir por más de unas pocas horas seguidas”. Vivir en las calles, dijo, la obligaba a dormir con un ojo abierto, constantemente pendiente de su entorno.

Otros participantes del programa consultados por InSight Crime dijeron que sería discriminatorio exigirles abandonar el consumo de crack con el fin de recibir servicios básicos. Un individuo, que se identificó como Kayarex, preguntó: “¿Cuál es la diferencia entre que yo use la droga en privado y que otros lo hagan? ¿Qué pasa con el hombre de negocios que está usando cocaína en su apartamento de lujo?”.

Caminando por las calles de Cracolândia

Una de las ironías de Cracolândia es que a pesar de que los informes de prensa a menudo describen al mercado de drogas al aire libre, como si se tratara de un lugar sin ley como un vacío de poder en el centro de la ciudad, esto está lejos de la verdad.

InSight Crime visitó Cracolândia a principios de abril para evaluar la realidad de la situación, y notó allí una fuerte presencia del Estado. En un día cualquiera, por lo menos dos docenas de trabajadores del programa estatal de salud para el internamiento, se pueden encontrar ubicados en puntos de servicio a lo largo del barrio. Y, además del programa De Braços Abertos,  la oficina del alcalde opera una clínica en la zona. La policía, tanto la guardia municipal como la policía militar que es controlada por el Estado, patrullan rutinariamente las calles ,y furgonetas de la policía han sido ubicadas en esquinas que son particularmente problemáticas.

El teniente William Thomaz, jefe de operaciones de la policía militar en el centro de la ciudad, ofreció un recorrido por el barrio. Según él, hay 120 policías en su jurisdicción, la mayor concentración de agentes por cuadra en cualquier lugar de São Paulo.

Thomaz describe su trabajo como “la movilización de la comunidad en su conjunto para construir seguridad en colaboración con la policía”. Pero, al mismo tiempo, es consciente de que la realidad en el lugar tiene poco que ver con ideales, y cree que implica una cierta lógica militar. “Aquí nuestra estrategia es la dominación del territorio, la ocupación de la zona”, dijo.

Como suele suceder, el teniente de la policía es un firme partidario de Braços Abertos. “El programa está funcionando realmente. Solíamos tener entre 800 y 1.000 personas en la calle. En este momento tenemos sólo entre 200 y 250, aunque por la noche se puede llegar a 350-400. El gobierno ha reducido el número de personas aquí, es mucho menos de lo que era [antes de que comenzara el programa] en diciembre”.

Pero es interesante observar que, si bien el programa de reducción de daños ha sido criticado por los que dicen que éste permite a los participantes beneficiarse de fondos públicos al mismo tiempo que continúan fumando crack, las dinámicas del consumo de droga en Cracolândia son mucho más complejas.

cracklandthreethreePara empezar, el incremento de la presencia policial ha limitado el espacio disponible para el consumo de drogas. El lanzamiento de De Braços Abertos en diciembre estuvo acompañado por una importante operación policial en la que las chozas y estructuras temporales que habían construido allí durante los ocupantes locales ilegales fueron derribadas. Furgonetas de policía fueron ubicadas en calles antes abandonadas, y los consumidores fueron acorralados eficazmente en una sola esquina de una concurrida calle, situada al frente de la oficina local de Braços Abertos. Curiosamente, a pocos metros de distancia de la esquina se encuentra un autobús de vigilancia, tripulado por el cuerpo de policía municipal, o la Guardia Civil Municipal (GCM).

Cuando se le preguntó acerca de la concentración de consumidores en la esquina, el teniente Thomaz se mostró reacio al principio. “Somos conscientes de que la venta de droga se produce con frecuencia en esta zona, en esa esquina, la cual es supervisada por un autobús de la GCM”, dijo. De hecho, parece que las autoridades son más que conscientes del uso de droga allí. Los consumidores y trabajadores de salud de la zona confirmaron a InSight Crime que la policía lo permite tácitamente entre los que viven y frecuentan Cracolândia.

El consumo público de crack sólo se permite en esta esquina, y en ninguna otra parte del centro de la ciudad. Si bien la venta de droga está prohibida, se tolera siempre y cuando se realice con discreción. Todo esto ocurre a la vista de una cámara instalada en la parte superior del autobús de vigilancia de la GCM. A este reportero se le permitió incluso ingresar, y habló de forma larga y tendida con los oficiales de la GCM sentados frente a la media docena de monitores que transmiten, en tiempo real, videos de la masa de consumidores que se apiñan en la esquina.

Consumidores de drogas en pequeña escala Vs. Traficantes

Para Thomaz la vigilancia del GCM, que se lleva a cabo en coordinación con la unidad de policía antinarcóticos del estado, conocido como el Departamento Antinarcóticos (DENARC), ha sido clave para la recuperación de la zona. Esta también es la versión oficial de la administración Haddad. El alcalde ha promocionado el programa para reducir el flujo de visitantes a Cracolândia hasta en un “90 por ciento”, y afirma que 25 narcotraficantes fueron detenidos durante los primeros diez días del programa.

Pero estas afirmaciones han causado controversia. Los que trabajan en la zona afirman que mientras la policía afirma que está tras los traficantes, en realidad están arrestando a los pequeños consumidores. Según Gomes, de E de Lei, la estrategia es otro tipo de prisión. “Los consumidores pueden ser detenidos en cualquier momento”. Su organización ha contabilizado la detención de más de 80 consumidores desde el lanzamiento De Braços Abertos. Según Gomes, el principal problema con el enfoque de la policía militar es que ignora el hecho de que con frecuencia los usuarios venden o intercambian pequeñas cantidades de la droga para sobrevivir en las calles.

Thomaz, por su parte, admite que la mayoría de los detenidos no se ajustan al perfil de los traficantes de drogas. “Pero eso va en contra de lo que estamos luchando. No es tráfico a gran escala, incluso tampoco es microtráfico, es más pequeño que eso. Es ‘nanotráfico’” dice. Según él, no es raro que los usuarios en Cracolândia sean “subcontratados” por traficantes más grandes que intentan mitigar el alto riesgo de ser detenidos por ingresar droga a la zona en pequeñas cantidades. “Ellos son los usuarios, que muchas veces han llegado a un acuerdo con los traficantes. Un traficante dirá: ‘oye, si vendes 50 rocas para mí, puedes guardar cinco’. Y lo harán porque ya son adictos.”

¿Pero quiénes son estos traficantes más grandes? ¿Hay algún grupo específico que se beneficie de la venta de crack en el mercado de drogas al aire libre más grande de Suramérica? Algunos creen que sí. Según Rubens Adorno, un sociólogo que ha escrito un profundo estudio etnográfico sobre la zona, el comercio de crack en São Paulo está controlado por el principal grupo criminal de la ciudad, el Primer Comando Capital (PCC). Él cree que los comerciantes de Cracolândia están vinculados a las denominados “Sintonías”, grupos afines al PCC. “La regla número uno es que no aparecen como líderes”, dijo Adorno. En sus años de estudio de la dinámica de la guerra contra las drogas de São Paulo, el investigador afirmó haber conocido a un ejecutor del PCC en Cracolândia, un hecho que sólo descubrió después de observar su reacción frente a una patrulla de la policía. “Él era una persona como cualquier otra en la zona, a excepción de que se notaba que tenía una especie de presencia, tenía una manera de mantener el orden sin ningún tipo de violencia.”

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Gomes describió la presencia del PCC en Cracolândia como similar a la de un fantasma. “Sabemos que hay una participación del PCC, pero no sabemos quién está con ellos”, dijo. “A veces, en medio de todo el mundo que está allí, digamos que de las 800 personas que fuman la roca, comparten pipas, venden y compran, hay alguien que está mejor vestido, alguien que no es como los demás y se destaca un poco. Pero no siempre”.

cracklandfourDe ser cierto, esto plantearía preguntas sobre el propósito de la vigilancia del GCM. Después de todo, ¿cuál es el beneficio de la vigilancia si se ignora a los actores criminales más grandes, mientras que los pequeños consumidores son acorralados como ganado?

Pero el teniente Thomaz niega la existencia de elementos del crimen organizado operando en Cracolândia. “No tenemos ninguna razón para creer que existe algún grupo o facción criminal que domine efectivamente el tráfico allí”, dijo el funcionario de la policía militar. “En primer lugar porque lo que ocurre aquí es tráfico a pequeña escala. Y en segundo lugar porque es un mercado que, si bien involucra el consumo de drogas, es enfrentado por nosotros. No tiene ninguna concentración”.

“Reduciendo los daños de la pobreza”

Además de los aparentemente desproporcionados arrestos de usuarios de crack, la estrategia de seguridad de la ciudad en la zona, ha sido criticada por algunos que cuestionan el momento en que se ha implementado. Cuando se anunció por primera vez, a los participantes de Braços Abertos se les dijo que su empleo sólo sería temporal. Según Thiago Calil, un psicólogo que trabaja con el equipo de campo de E de Lei, se les dio contratos por seis meses. Lo que coincide sospechosamente con el final de la Copa Mundial, convenciendo a muchos de que el programa no era más que un intento para ocultar de la atención internacional, una mancha en el centro de la ciudad.

Pero según Myres Cavalcanti, esto es falso. Cavalcanti es la jefe de la Oficina de Salud Mental del Ministerio de Salud Municipal, y una de las autoridades con mayor responsabilidad en la dirección de Braços Abertos. “El proyecto no tiene una decha final establecida”, dijo Cavalcanti. “Estamos incluyendo a personas que habían sido excluidas de la sociedad. Una vez los incluimos, no los vamos a expulsar de nuevo”. Sin embargo, reconoció que los términos del contrato de trabajo ofrecido por la ciudad permitía a los individuos permanecer en el programa durante, máximo, sólo un año”. En sus palabras, esto fomenta el “desarrollo de la autonomía”, y crea un espacio para los nuevos participantes del futuro.

Mientras tanto, Cavalcanti afirma que el programa ha traído beneficios reales a los participantes. A pesar de que aproximadamente 100 abandonaron el programa y fueron sustituidos, en la actualidad hay 389 personas registradas en De Braços Abertos. Cavalcanti admite que de éstos, alrededor de 280 sólo han participado de forma esporádica en el horario de trabajo, mientras que el resto están trabajando con regularidad. Pero el principal logro del programa es que los que están participando experiencian una mejor calidad de vida, y no se ven obligados a acceder a la droga en situaciones potencialmente violentas. “¿Hay personas en el programa de consumir drogas? Sí, los hay. Pero muy pocos -menos y menos cada día- se van a esa esquina para consumir en la calle”, dijo Cavalcanti.

cracklandfiveDebido a esto, dice que los participantes están reduciendo la intensidad en el uso del crack. Si bien no dejan de ser consumidores, la mejora de sus condiciones básicas significa que tienen menos incentivos para recurrir al consumo de drogas como un escape. “Ellos mismos lo dicen, y los exámenes clínicos lo demuestran”, dijo Cavalcanti. “Puedo decir que sólo el 15 por ciento no ha disminuido la intensidad en el uso, es decir, un 85 por ciento si lo ha hecho en diferentes grados”.

Marcela Pontes, una doctora que trabaja en una clínica de la calle en la zona, está menos segura de los resultados concretos que ha tenido el programa hasta el momento. Pero afirma que sacar a los consumidores de crack de las calles tiene claros beneficios para su salud. “De cierta forma, es una forma básica de reducción de daños”, dijo. “Se están reduciendo los daños de la pobreza”. Sin embargo, añadió que le gustaría que se trabajara más en educar a los participantes sobre métodos más seguros para consumir, como evitar compartir pipas, para así reducir el riesgo de propagación de enfermedades como la neumonía o la hepatitis.

¿El fin de la tierra del crack?

De Braços Abertos y las estrategias policiales específicas son un enfoque que, aunque no es uno conjunto frente al comercio de cocaína crack a pequeña escala, si concentra el uso de drogas en un área en particular, por un lado, y por el otro castiga a consumidores que parecen ser elegidos al azar.

Pero es difícil decir que esta combinación tan única de fuerzas no ha visto resultados dramáticos. La drástica reducción en el número de personas que se congregan en la zona habla por sí mismo. En definitiva, parece que la administración de Fernando Haddad podría tener éxito donde otros han fracasado.

El teniente Thomaz piensa que también la ciudad puede haber dado un vuelco. “Yo creo que en realidad estamos ganando la batalla contra el narcotráfico aquí. No de una manera habitual, por medio de la detención de personas, sino de una manera diversificada: Ocupando la zona y los espacios comunitarios de construcción”, dice.

¿Durará o simplemente se trasladará el centro del crack de la ciudad a otro lugar? como lo ha hecho tantas veces en el pasado.

Tal vez, dice Thomaz. “Yo entiendo lo que usted está diciendo, y tiene un punto. Si ocupamos esa zona, van a ir a otro lugar. Ese es un factor que hemos estudiado. Pero el siguiente paso para nosotros es impedir que el tráfico se traslade a esa zona, evitar que las personas se concentren de nuevo. Se trata de ocupar estos espacios. Si se traslada a otras áreas, entonces es el deber del Estado ir a allí también”.

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