Las autoridades estadounidenses han puesto su mira en Fausto Isidro Meza Flores, alias “Chapito Isidro”, un narcotraficante sinaloense de bajo perfil que parece ser un importante generador de violencia en el noroeste de México.

Como reportó InSight Crime, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos anunció el 17 de enero que el grupo de Meza Flores estaba siendo formalmente clasificado como una organización narcotraficante. Esta designación aplica a Chapito Isidro, ocho miembros de su familia, y tres empresas, y da a Estados Unidos mucho más poder para expropiar sus bienes. Días después, comenzaron a aparecer reportes de que algunas de las empresas en cuestión habían recibido contratos públicos, lo que significa que las agencias del gobierno mexicano parecen haber, en efecto, estado subsidiando el crecimiento de las empresas que apoyan el crimen organizado.

Análisis de InSight Crime

El anuncio pareció salir de la nada, lo que evidencia el bajo perfil con el que opera Chapito Isidro, en relación a su evidente influencia en el bajo mundo criminal mexicano. No es buscado por un delito particularmente notorio, ni tampoco aparece en los comunicados públicos de las organizaciones narcotraficantes, conocidos como “narco-mantas”. Como resultado de ello, el nombre de Meza Flores no tiene el mismo peso que el de muchos de sus contemporáneos.

No obstante, los informes sobre sus actividades han crecido significativamente en los últimos tres años. En noviembre de 2011, Chapito fue vinculado a 32 policías municipales presuntamente corruptos de Ahome, Sinaloa, y también al asesinato de 16 personas cuyos cuerpos fueron quemados y dejados en dos camiones en Culiacán. En julio de ese mismo año, Chapito fue culpado por el ataque a una caravana de autos, entre ellos el del director estatal de seguridad pública, en el que 10 policías fueron asesinados. Varias de las víctimas de una masacre en una cárcel en agosto de 2010, presuntamente trabajaban para Chapito.

Informes específicos sobre Chapito antes de 2010 son raros, pero el anuncio del Tesoro se refirió a él como habiendo figurado en el mundo criminal de México desde 2000, mientras que un informe de 2012 por Borderland Beat dice que él solía trabajar para el jefe de Juárez, Amado Carrillo, quien murió en 1997. En resumen, su bajo perfil contrasta con su larga trayectoria criminal.

Los artículos describen a Chapito como el líder de una red que opera en el norte del estado de Sinaloa, sobre todo alrededor de la ciudad de Guasave. La ciudad misma ha obtenido la atención por una serie de mantas, burlándose de Guzmán, que han aparecido en los últimos años. En 2011, por ejemplo, diferentes mantas se burlaron de Guzmán por no poder tomar el control de la ciudad, y hasta fue acusado de trabajar con el gobernador Mario López Valdez, cuya administración ha sido blanco frecuente de Chapito.

Entre los grupos bajo su control se encuentran los Mazatlecos, un grupo de pistoleros y traficantes llamados así por su ciudad natal de Mazatlán, que es mucho más al sur y en la costa, lo que refleja un rango de operación que va mucho más allá de su ciudad base. Chapito también se describe como la fuerza local detrás de la Organización de los Beltrán Leyva, la facción de Sinaloa que emergió como consecuencia de la ruptura de 2008 entre Joaquín “El Chapo” Guzmán y Arturo Beltrán Leyva.

Es en este sentido que la importancia del papel Chapito es difícil de exagerar. Gracias en gran parte a su grupo, la OBL se ha mantenido en pie – de hecho, como InSight Crime ha informado, hay algunos indicios recientes de que es más fuerte de lo que ha sido en los últimos años – a pesar de cinco años de lucha con el Cartel de Sinaloa, de Guzmán, ampliamente considerado el grupo criminal más poderoso de México. La rivalidad ha coincidido con la aniquilación de la cúpula de la OBL – Arturo Beltrán Leyva fue asesinado en 2009, sus hermanos Carlos y Alfredo están tras las rejas, dejando a Héctor Beltrán Leyva, cuya influencia se encuentra en los estados del sur, como Morelos y Guerrero, como el único miembro de la familia que aún operan en el narcotráfico. Con Chapito, la OBL conserva un punto de apoyo en Sinaloa que no sería posible sin él.

El mismo anuncio del Tesoro también señaló la rivalidad entre Chapo y Chapito como un importante motor de la violencia en Sinaloa, lo que se refleja en las estadísticas de la delincuencia en el estado. En 2012, 1.464 personas fueron asesinadas en el estado, el tercer total más alto en México (Guerrero y Chihuahua fueron primero y segundo, respectivamente). Esta cifra, si bien sigue siendo una de las más altas de México, en realidad representa una disminución reciente: en 2011, 1.907 personas fueron asesinadas en Sinaloa, el cual, a su vez, se redujo de 2.251 en 2010.

Los informes sobre Chapito Isidro a menudo se centran en sus actos de violencia, y lo describen con frecuencia como un “sicario”, o asesino a sueldo. Sin embargo, su papel parece ir más allá de simplemente dispararles a los enemigos de la OBL. Después de su arresto en 2011, un traficante que trabajaba para los Mazatlecos dijo a las autoridades que Chapito fue también uno de los proveedores de marihuana, cocaína y metanfetaminas para el grupo.

Chapito Isidro también llama la atención en el sentido de que es uno de los pocos actores principales en haber emergido del mundo criminal mexicano desde la mitad de la administración de Calderón. México ha visto un gran número de sus más notorios capos caer en muertes violentas y penas de prisión desde entonces; de los 20 capos más importantes que operan en los últimos años, tal vez sólo seis permanecen fuera de prisión (Guzmán, Héctor Beltrán Leyva, Ismael “El Mayo” Zambada, Juan José “El Azul” Esparragoza, Miguel Ángel “Z-40” Treviño y Servando “La Tuta” Gómez). Pero la industria en la que operan sobrevive, lo que sugiere que una nueva clase de capos surgirá inevitablemente.

Chapito Isidro puede ser el último gran jugador en la escena criminal de México, pero no será el último.