La captura del fugitivo más buscado de México, Joaquín “El Chapo” Guzmán, suscita la pregunta de si las operaciones criminales del Cartel de Sinaloa se verán afectadas de manera importante. La respuesta corta es: probablemente no.
No hay duda de que el arresto previo de El Chapo en febrero de 2014 no produjo un detrimento demostrable en las actividades del Cartel de Sinaloa. Al contrario, el negocio siguió en gran parte sin novedad. Y no parece que las circunstancias hayan cambiado bastante para que su recaptura precipite una crisis importante en las operaciones del Cartel.
Sin embargo, actuando como abogado del diablo, hay que decir que las condiciones de detención de El Chapo serán distintas esta vez, lo cual puede tener un impacto negativo mayor en las operaciones del Cartel de Sinaloa que en estadías anteriores del capo en la cárcel.
Por ejemplo, la planificación y coordinación necesarias para ejecutar la famosa fuga de El Chapo en julio de 2015 de la cárcel de máxima seguridad de El Altiplano (donde se le recluyó nuevamente luego de la captura el 8 de enero) indica que no se le tenía bajo la seguridad más estricta. Ahora, sin embargo, para evitar otra vergüenza, los funcionarios mexicanos tendrán a El Chapo bajo intensa supervisión. Esto puede imponer mayores dificultades en el paso de mensajes y órdenes a socios criminales fuera de la cárcel, lo que reducirá su capacidad de administrar y mantener su empresa criminal.
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El aislamiento de El Chapo de las operaciones del Cartel de Sinaloa aumentará aún más si se lo extradita a Estados Unidos. En el momento, éste parece ser el desenlace más probable. Poco después de su detención, la Procuraduría General de la República (PGR) anunció que había iniciado el proceso de extradición de El Chapo, un cambio fuerte en la oposición previa del país ante dicha salida.
Independientemente de si se lo extradita o no (un proceso que puede tardar un año), que El Chapo esté tras las rejas puede llevar a las autoridades mexicanas a dirigir sus esfuerzos para capturar a otros cabecillas del cartel de Sinaloa. El Chapo ha sido indefectiblemente el blanco de la atención del gobierno en el Cartel de Sinaloa, lo que permite que otros cabecillas importantes operen desde la sombra y dirijan las empresas criminales con menos presión.
Esto es quizá cierto sobre todo en el caso de Ismael “El Mayo” Zambada, socio comercial de El Chapo y uno de los narcotraficantes más prolíficos del mundo. Con la recaptura de El Chapo, El Mayo se convertirá una vez más en la cabeza visible del Cartel de Sinaloa, lo que lo devolverá al centro de atención (se cree que fue El Mayo quien asumió el mando del Cartel de Sinaloa luego del arresto de El Chapo en 2014, y se espera que asuma nuevamente el control absoluto). Pero si El Mayo se convierte en el nuevo objetivo central de los agentes mexicanos, y si cayera capturado, se eliminaría una de las figuras más perdurables del Cartel de Sinaloa, lo cual podría paralizar una parte importante de sus operaciones.
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Además, es imaginable, aunque poco probable, la reaparición de una figura como el antiguo capo de Sinaloa Juan José Esparragoza Moreno, alias “El Azul”, de quien se dice que falleció en junio de 2014 de un infarto. Los criminales mexicanos son conocidos por simular su muerte, como fue el caso de Nazario Moreno González, alias “El Chayo”, de La Famila Michoacana, y la muerte de El Azul nunca se confirmó. Esto ha suscitado teorías conspiratorias de que se encuentra sano y salvo, y que podría hasta ser un poder invisible dentro del Cartel de Sinaloa capaz de dirigir sus actividades en la ausencia de El Chapo.
Sin embargo, ni el arresto de El Mayo ni la resurrección de El Azul ocurrieron luego de la captura de El Chapo en 2014; sería una sorpresa que algo de eso sucediera ahora. Es claro que El Mayo se las ha arreglado para evitar ser capturado a lo largo de sus más de 40 años en el negocio de la droga. Esto a pesar de la recompensa por US$5 millones que funcionarios de Estados Unidos pusieron sobre su cabeza. La dificultad de capturar a El Mayo se atribuye a su discreción y experiencia en los negocios, ya que prefiere pagar sobornos y funcionarios corruptos que recurrir a la violencia. No hay indicios de que su captura sea inminente, y su capacidad previa para mantener unido al Cartel de Sinaloa en ausencia de El Chapo sugiere que podrá hacerlo de nuevo.
Tampoco es seguro que las autoridades mexicanas mantengan en la mira al Cartel de Sinaloa y busquen socavar más sus actividades. El Chapo ha sido la causa de gran escarnio internacional y desdén nacional para la administración del presidente mexicano Enrique Peña Nieto, lo que hace de su recaptura la prioridad número uno. Pero luego de la detención de El Chapo en 2014, en lugar de ir tras más golpes contra el Cartel de Sinaloa, las autoridads mexicanas redirigieron sus esfuerzos de seguridad hacia el advenedizo Cartel de Jalisco-Nueva Generación (CJNG). Esto es consistente con la supuesta preferencia del gobierno mexicano por dirigir su ofensiva contra los grupos más violentos, como Los Zetas, en lugar de hacerlo sobre sus competidores menos (relativamente) violentos del Cartel de Sinaloa.
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Aunque levanta especulaciones sobre la corrupción en el gobierno, esa selección de objetivos por parte de las autoridades mexicanas puede ser resultado en parte de la preferencia de cabecillas del Cartel de Sinaloa, como El Azul, por recurrir a los sobornos más que a la violencia. Esto, en parte, tiene que ver con la estructura general del hampa en México. Por ejemplo, el Cartel de Sinaloa se dedica principalmente al narcotráfico transnacional a gran escala. Esto contrasta con grupos como Los Zetas y Guerreros Unidos, que se dedican a delitos menos sofisticados en el ámbito local, como la extorsión y el secuestro, lo que despierta la indignación de los ciudadanos y aumenta las demandas de acción sobre el gobierno.
En general, sin embargo, la demostrada capacidad del Cartel de Sinaloa para resistir la rotación de personal pone de relieve la resiliencia de su estructura de liderazgo horizontal. Esto es, el Cartel de Sinaloa se entiende mejor como una “federación” de varios grupos y socios criminales que cooperan entre sí, en lugar de una empresa monolítica y jerárquica. Esto le ha permitido absorber sacudidas en su plantilla, como los arrestos anteriores de El Chapo, sin la fragmentación o desintegración que experimentaron otras organizaciones criminales mexicanas que perdieron a sus jefes.
Como lo afirma correctamente El Chapo en su controvertida entrevista con la celebridad Sean Penn, el negocio del narcotráfico seguirá sin mengua aun cuando él no esté. Parece cierto que, pese a su renovada ausencia, el Cartel de Sinaloa también perdurará.