El enigmático Cartel de los Soles de Venezuela estuvo a la altura de su nombre en 2016, pasando de la completa oscuridad a quedar tan expuesto como el sol, un hecho que destapó detalles sobre la red de funcionarios corruptos en el corazón del régimen chavista.

El contexto venezolano actual rebosante de escasez, corrupción e impunidad, fue el terreno fértil para que el Cartel de los Soles expandiera sus tentáculos a cada órgano de gobierno, llegando incluso a la propia familia del presidente.

El caso de los “narcosobrinos”, la presencia de las fuerzas armadas en casi todas las esferas gubernamentales, la protección a militares acusados de narcotráfico y la situación en la vecina Colombia fueron factores determinantes en la dinámica criminal de los últimos meses.

El caso que permitió adentrarse en el funcionamiento del Cartel de los Soles fue el de los narcosobrinos de la primera dama Cilia Flores: Efraín Antonio Campo Flores y Francisco Flores de Freitas, quienes fueron capturados el 10 de noviembre del 2015. Un año más tarde, una Corte de Nueva York los declaró culpables por el tráfico de 800 kilos de cocaína, lo cual expuso la telaraña de corrupción y la débil institucionalidad del Estado venezolano.

“En una conversación grabada en secreto entre Campo Flores y fuentes confidenciales al servicio de la Administración para el Control de las Drogas [DEA por sus iniciales en inglés], el sobrino de la primera dama parece confirmar que el Cartel de los Soles trabaja con funcionarios del gobierno en el tráfico de estupefacientes”, informamos.

El caso destacó los nexos entre altas figuras del gobierno venezolano con el narcotráfico (algo que los narcosobrinos incluso negaron en algún momento), pero no brindó claridad sobre la estructura no convencional del infame cartel y planteó más preguntas que las que respondió.

Si bien el emblemático caso aún no ha logrado explicar la confusa relación entre el Ejército y la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) dentro de la estructura del cartel, las continuas capturas sugieren un incremento en la participación de ambos sectores de las fuerzas de seguridad.

El cartel tiene sus raíces en la GNB y controla fronteras, puertos, aeropuertos y cumple un importante papel en los temas de seguridad interna. La guardia es uno de los principales actores del cartel y su nombre se deriva de las insignias con forma de sol usadas por sus miembros.

Lo que sí fue dejado en evidencia este año fue la expansión del grupo, que ya no se encuentra únicamente arraigado a la GNB, sino que cuenta con la participación de militares, policías e incluso civiles con estrechos vínculos con la cúpula gubernamental.

El narcotráfico en el seno de la FANB [Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas] ya no se puede ocultar y constituye una de las más graves amenazas al Estado venezolano.

“En una conferencia de prensa ofrecida luego de los arrestos, el ministro de Defensa, el general Vladimir Padrino López, reconoció ambos incidentes como ataques ‘al honor militar y la imagen de la institución’, pero negó que fuera una señal de un problema crónico”, escribimos citando un informe de El País. “Pero Rocío San Miguel, abogada y directora de la organización venezolana Control Ciudadano, discrepa. En su comentario sobre los arrestos, San Miguel informó en su cuenta de Twitter: ‘El narcotráfico en el seno de la FANB [Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas] ya no se puede ocultar y constituye una de las más graves amenazas al Estado venezolano’”.

El caso de los narcosobrinos representan un hito en el largo recorrido de acusaciones realizadas desde 2008 por Estados Unidos contra militares, exmilitares y figuras venezolanas importantes. Este sería el único caso donde personas cercanas al gobierno han sido juzgadas en Estados Unidos, a pesar de que Maduro haya asegurado que todo es parte de una conspiración de Washington, con la condena se desafió la actitud retadora que lo caracteriza.

La mención de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en el caso, el uso de un avión oficial, la aparición de nombres de parientes cercanos a la primera dama e incluso la ingenuidad que intentaron aparentar los sobrinos, da luces sobre la complejidad del Cartel de los Soles en Venezuela y enciende las alarmas sobre el aumento de la criminalidad al interior del Estado.

Casos como este alteran la convulsionada dinámica interna venezolana, en un momento delicado y de poca legitimidad para el presidente Nicolás Maduro, quien prefiere mantener a sus aliados cerca brindándoles protección. Sea cual sea la razón, el nombramiento del exdirector general de la Agencia Antinarcóticos, Néstor Luis Reverol Torres como ministro de Interior y Justicia, ocurrió un día después de que fiscales de Estados Unidos lo acusaran de facilitar operaciones de narcotráfico.

“La designación de Reverol como ministro del Interior hecha por Maduro es quizás la señal más contundente de que el presidente busca tratar las acusaciones por drogas de Estados Unidos contra oficiales venezolanos como un problema político y no como un asunto de orden público,” escribimos. “El mandatario ya se había movilizado anteriormente para proteger a otros funcionarios acusados de narcotráfico por Estados Unidos y ha insinuado que dichas acusaciones hacen parte de una campaña adelantada por Estados Unidos para perjudicar a su gobierno; una acusación que niega el gobierno de Estados Unidos.” 

El nombramiento de Reverol y su papel en el gobierno no pueden ser menospreciados, así como tampoco puede ocultarse su recorrido en instituciones de gran relevancia en el tema de drogas y seguridad. El ascenso de Reverol da muestra de que el gobierno ofrece sistemáticamente protección a oficiales de alto rango implicados en narcotráfico o esquemas de corrupción a cambio de su lealtad, lo que a su vez amplifica el poder de figuras corruptas y criminales. Como informamos, “el ejército representa una base de poder clave para el gobierno socialista del presidente venezolano, Nicolás Maduro, que se está desmoronando; así que no es sorprendente que el Ejecutivo opte por hacerse el de la vista gorda frente a las graves denuncias penales para evitar comprometer el apoyo del ejército hacia el régimen.”

La audaz estrategia para mantenerse en el poder corresponde a un patrón que ya había sido aplicado por su antecesor Hugo Chávez, quien murió en 2013. Chávez reconoció el valor político de los militares y la protección que le ofrecían, e ignoró continuamente las actividades ilícitas en las que estaban involucrados. Aunque se han tratado de mostrar “resultados” con las capturas y condenas a militares de bajo rango, como en el caso del notorio cargamento de cocaína, que iba en un vuelo de Air France de Caracas a París en 2013, las respuestas judiciales continúan siendo insuficientes.

Las condenas a militares de bajos rangos son utilizadas como una fachada por el gobierno, mientras que los verdaderos cerebros detrás de la operaciones de tráfico de cocaína permanecen libres, demostrando que estas capturas no producen un impacto tangible y no apuntan a la élite militar, la cual estaría exenta de cualquier castigo.

Además de hacer evidente la dependencia del gobierno a los militares, nombrándolos en cargos estratégicos para el gobierno, el mandatario venezolano decidió valerse de ellos para hacer frente a la cuestión más urgente que enfrenta su régimen. Esto es, precisamente, cómo poner freno al descontento público por la falta de alimentos y medicinas que tambalea al gobierno, para lo cual puso a los militares a cargo de su distribución.

El papel de las Fuerzas Armadas en la distribución de alimentos y medicinas amplió su influencia y poder, abriendo nuevas oportunidades para la ilegalidad, además de  la coacción y la poca transparencia que representa la militarización de todas las esferas gubernamentales, lo cual fue puesto al descubierto cuando un oficial fue encontrado traficando ilegalmente grandes cantidades de comida.

“La posibilidad de que el teniente trabajara como parte de un grupo —3 toneladas es todo un desafío logístico para una sola persona— puede ser una señal de que las redes criminales en el ejército se están ampliando del narcotráfico al ‘bachaqueo’, la reventa de productos básicos que se han vuelto extremadamente escasos en el país”, señalamos cuando el caso llegó a la luz pública.

El próximo año Venezuela promete mantenerse como una plataforma para la salida de drogas hacia Centroamérica y Estados Unidos y más aun con el delicado panorama en Colombia. En el departamento fronterizo de Norte de Santander, se registró un aumento del 70 por ciento en los cultivos ilícitos, dejando en evidencia la vulnerabilidad de las porosas fronteras, factor que ha permitido que tanto el Cartel de los Soles como otros grupos al margen de la ley continúen beneficiándose del comercio de cocaína.

Las redes criminales en el ejército se están ampliando del narcotráfico al ‘bachaqueo’, la reventa de productos básicos que se han vuelto extremadamente escasos en el país.

El Departamento de Estado de Estados Unidos ha calificado a Venezuela como una de las principales rutas de tráfico de drogas en la región debido a su “porosa frontera occidental con Colombia, su débil sistema judicial, la esporádica cooperación internacional antinarcóticos y un ambiente corrupto y permisivo”.

Pese a que en Colombia se esté implementando un proceso de paz, la salida de las FARC no implica que el escenario criminal vaya a mejorar. Los vacíos de poder dejados por el grupo guerrillero están siendo ocupados por otros actores, como la segunda generación de grupos paramilitares o “bandas criminales” (Bacrim) y Ejército de Liberación Nacional (ELN); grupos que ya cuentan con una presencia sólida en Venezuela.

Las decisiones arbitrarias de cerrar la frontera no han impedido que los cruces informales dejen de funcionar y que las fuerzas de seguridad sigan recibiendo ganancias de las actividades ilícitas. Por el contrario, los cierres fronterizos han aumentado los ingresos del crimen organizado; lo cual no es sorpresivo si se tiene en cuenta los bajos salarios y la fuerte recesión económica que golpea al país. Lo que antes suponía para las fuerzas de seguridad una oportunidad de lucrarse, se transformó en una necesidad para sobrevivir.

En definitiva, las condiciones políticas, sociales y económicas, permitieron que en Venezuela se cosecharan oportunidades criminales por medio de la distribución de alimentos, las importaciones, los controles monetarios y la caída del bolívar, permitiéndoles a funcionarios de las fuerzas armadas correr un riesgo menor y obtener mayores ganancias.

El Cartel de los Soles no queda exento de esta gran oportunidad, puesto que sus miembros podrían aprovechar el coctel criminal nunca antes visto en la historia de Venezuela.

2 respuestas a “GameChangers 2016: La revelación del Cartel de los Soles”