Los resultados de la encuesta de LAPOP de 2014 muestran que la percepción de inseguridad está en aumento en Latinoamérica, particularmente en Suramérica, donde una nueva dinámica de tráfico de drogas puede ser en gran parte la responsable.

Según el informe de 2014 del Proyecto de Opinión Pública de América Latina (LAPOP), que recoge los resultados de las encuestas realizadas sobre seguridad ciudadana en las Américas, la percepción promedio de inseguridad en la región aumentó de 37,6 en una escala de 100 puntos en 2012 a 43,2 en 2014. Del mismo modo, el porcentaje de encuestados que citó a la seguridad como el problema más importante que enfrenta su país aumentó ligeramente durante el mismo período, 30,1 a 32,5 por ciento.

El aumento fue especialmente notable en Suramérica (vea el siguiente gráfico), en particular en Brasil, Bolivia, Perú, Colombia, Paraguay y Venezuela, donde la percepción promedio de inseguridad aumentó en al menos 8 puntos. Venezuela experimentó el mayor cambio entre 2012 y 2014, con un pico de 15,6 puntos en la percepción de inseguridad.

En Centroamérica y el Caribe, los países con los mayores aumentos en la percepción de inseguridad fueron Panamá, Costa Rica y República Dominicana, que registraron aumentos de entre 9 y 12 puntos. Sólo los encuestados en Ecuador, Jamaica, Trinidad y Tobago y Haití reportaron menores niveles de percepción de inseguridad que en 2012.

Aunque la percepción de seguridad cambia con el tiempo, el porcentaje promedio de los encuestados que reportó haber sido víctima de un delito en los últimos 12 meses se mantuvo relativamente constante. Entre 2004 y 2014, el porcentaje de víctimas se mantuvo alrededor del 17 por ciento, con la excepción de un pequeño pico en 2010. Perú, Ecuador, Argentina y Venezuela tuvieron el mayor porcentaje de víctimas de delitos en 2014, según la encuesta, mientras que Jamaica, Guyana y Panamá tuvieron el porcentaje más bajo.

Curiosamente, la percepción de seguridad no siempre se correlaciona con el porcentaje de encuestados que reportó haber sido víctima de un delito (vea el siguiente gráfico). En Trinidad y Tobago, por ejemplo, más de dos tercios de los encuestados clasificaron la seguridad como el problema más importante en su país, pero menos del 10 por ciento había sido víctima de un delito en los últimos 12 meses.

A nivel regional, el 56,1 por ciento de los encuestados dijo que sus vecindarios se vieron afectados por las pandillas ya sea un poco, de alguna manera, o mucho, con Panamá y Venezuela registrando las cifras más altas en términos de percepción de actividad pandilleril. En Brasil, Costa Rica, República Dominicana y Argentina, más de la mitad de todos los encuestados había sido testigo o había oído hablar de la venta de drogas ilegales en sus vecindarios.

Análisis de InSight Crime

El aumento en la percepción de inseguridad en Suramérica podría atribuirse en parte a una nueva dinámica del narcotráfico en la región. Mientras que las rutas de tráfico de drogas tradicionalmente apuntaron hacia el norte, hacia Estados Unidos, los crecientes mercados internos en algunos países de Suramérica y los altos precios de la cocaína en Europa y Asia han estimulado el desarrollo de nuevas rutas de tráfico. La cocaína producida en Bolivia y Perú, y la marihuana cultivada en Paraguay ahora alimentan los mercados nacionales de Brasil y Argentina, que también sirven como puntos de tránsito para los cargamentos de cocaína transatlánticos.

Como resultado, las organizaciones criminales transnacionales han establecido una presencia en estos países, las cuales también han atestiguado el desarrollo de grupos criminales locales. En particular, Perú y Bolivia tuvieron las percepciones de inseguridad más altas en la encuesta de LAPOP, así como algunos de los picos más grandes en la percepción de inseguridad entre 2012 y 2014. Brasil y Paraguay también vieron incrementos sustanciales en las percepciones de inseguridad, mientras que Perú y Argentina tuvieron los más altos porcentajes de victimización por criminalidad. En lo que es probablemente un reflejo de sus crecientes mercados internos, Brasil y Argentina también tuvieron los porcentajes más altos de encuestados que reportaron la venta de drogas ilegales.

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En el caso de Venezuela, el hecho de que el país haya registrado tanto las percepciones de inseguridad más altas en la región como el mayor incremento en los últimos dos años, probablemente sea en parte el resultado de la inestabilidad política generalizada y una crisis económica en curso. Estos dos factores han contribuido a un deterioro en la situación de seguridad y en las altas tasas de homicidios.

Curiosamente, las percepciones de inseguridad fueron menores en Honduras, Guatemala y El Salvador, países que tienen importantes problemas de pandillas y algunas de las tasas de homicidios más altas del mundo, que las registradas en México y varios países de Suramérica.

El informe de LAPOP ofrece dos posibles explicaciones para este fenómeno. En primer lugar, las estadísticas de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) muestran que si bien las tasas de homicidio son mayores en estos países, los niveles de asalto, robo y asalto sexual son más altos en Suramérica. En segundo lugar, los investigadores han encontrado que las personas pueden llegar a ser insensibles a las amenazas de seguridad generalizadas y por tanto declarar percepciones más bajas de inseguridad que las personas que viven en países que no están acostumbrados a altos niveles de criminalidad y violencia.

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Costa Rica es probablemente un ejemplo de este fenómeno. Aunque Costa Rica ha sido tradicionalmente más seguro que sus vecinos, el país parece estar jugando un papel cada vez mayor en el comercio de drogas. Esto podría estar impulsando tanto las altas percepciones de inseguridad en el país como el gran aumento en estas percepciones entre 2012 y 2014.

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