El crimen organizado se ha arraigado profundamente en la cultura latina, y su terminología se ha incorporado al habla cotidiana, y efectivamente ahora se ha vuelto un cliché.
A continuación presentamos una lista de los cinco clichés más trillados que todos están cansados de oír, pero que nadie puede dejar de usar.
1. Narco
Definición: prefijo que significa “estupor, narcosis, sueño”, de la forma latinizada del griego narko-
Como probablemente podrá verse, el prefijo “narco” se ha apartado bastante de su significado original en latín. Hoy en día, es simplemente una versión abreviada de “narcotraficante“. Pero como lo demuestra el libro “El Narco“, de Ioan Grillo, la palabra misma ha cobrado la fuerza suficiente para abarcar todo lo que caiga bajo la sombra de la industria de drogas ilegales.
Los medios de comunicación han usado narcopalabras a múltiples voces, cubriendo casi cualquier cosa que incluso remotamente tenga que ver con drogas. Arrancada directamente de su equivalente en español, términos como narcoestética, narconovelas y narcorreligión saltan incesantemente en la prensa internacional. Los narcocorridos —odas musicales al narcotráfico— son un fenómeno que goza de especial aceptación y son el foco de un documental de 2013, que acertadamente se tituló “Narcocultura“.
En InSight Crime, no somos del todo inmunes al uso de “narco” como prefijo multiuso. A lo largo de los años, hemos escrito titulares que exhiben desde “narcoguerrilla” hasta “narcoaviones“, e incluso una “narcomami“. Si tiene un interés particular en la intersección entre el narcotráfico y la religión, también hemos destacado los “narcosantos”, que es de suponer se veneran en las “narcoiglesias”.
Y, por supuesto, la palabra le prestó ahora su nombre a la serie de Netflix “Narcos”, un drama increíblemente exitoso que puede haberse tomado una o dos libertades al narrar el surgimiento del comercio de la cocaína en Colombia.
2. Cartel
Definición: Asociación de fabricantes o proveedores con el fin de mantener altos los precios y limitar la competencia.
¿Por qué la palabra “cartel” conjura casi exclusivamente imágenes de sanguinarios grupos narcotraficantes llenos de armas, que causan estragos en Latinoamérica? Puede ser culpa de la televisión. O quizás sea el legado de los belicosos grupos criminales de México.
Sea cual sea la razón, el ubicuo uso del término “cartel” para referirse a grupos narcotraficantes ha oscurecido las diferencias fundamentales entre las organizaciones criminales de hoy y sus predecesores. En las décadas anteriores, “cartel” denotaba una poderosa organización narcotraficante, jerárquica y bien organizada establecida en México o en Colombia. Con excepción de unos pocos casos notables, estos carteles o se han extinguido o son la sombra de lo que eran. Sus contrapartes modernas tienen pocas semejanzas en términos de tamaño y sofisticación, si bien han mantenido el mote de “cartel”.
Algunos han intentado establecer la diferencia entre los grupos narcotraficantes de “cuarta generación” de la actualidad y sus predecesores, calificándolos de “pequeños carteles“. Ahora, si solo pudiéramos combinar el entusiasmo por declarar a todo o “narco” o “cartel”, podríamos bautizar al primer “cartel narcopequeño”.
3. “El Pablo Escobar de…”
Son pocos los que no han oído de Pablo Escobar, el hombre considerado el capo más rico y poderoso de todos los tiempos. Su nombre es tan evocador que ha sobrevivido más de veinte años después de su muerte, a menudo para referirse a los cabecillas que han acaparado el mercado de las drogas en ciertos países latinoamericanos.
El antiguo líder del poderoso Cartel Juárez, Amado Carrillo Fuentes, fue apodado el Escobar de México a lo largo de todo 1997, y con los años también ha surgido el Pablo Escobar del Caribe, José Figueroa Agosto; el Pablo Escobar de Europa, Huseyin Baybasin; e incluso la contraparte de la red oculta en Colombia, el Pablo Escobar de la ruta de la seda.
No olvidemos los interminables paralelos que se han trazado entre Escobar y el narcotraficante más buscado en la actualidad, Joaquín “El Chapo” Guzmán. Incluso el antiguo sicario de Escobar envió unas breves palabras de consejo para el fugitivo mexicano, al predecir que, como su exjefe, sería probable que terminara muerto antes de pasar un día en una cárcel de Estados Unidos.
Comparar a Escobar con los capos de hoy en día es tentador en gran parte por el interés que dicha correlación genera entre la población general. De hecho, nosotros también lo hacemos. Además de un Pablo Escobar del día de hoy en Colombia, InSight Crime también ha informado incesantemente sobre el “Pablo Escobar de El Salvador” y el “Pablo Escobar del Perú“.
En realidad, sin embargo, pocos capos —si acaso ha habido alguno— han construido un imperio de la cocaína que rivalice con el que erigieron Pablo Escobar y su Cartel de Medellín en los años noventa en Colombia.
4. “La Reina de…”

Los narcotraficantes han salido con todo tipo de alias absurdos, como”El Winnie Pooh”, pero entre los menos originales está la “Reina de” algo. Sin embargo, los medios de comunicación absorben estos apodos ostentosos, como la “Narcorreina” o la “La Reina de la Cocaína“, rótulo atribuido a Griselda Blanco, mentora de Pablo Escobar y uno de los personajes más célebres del hampa colombiano. (Ver la reina de belleza colombiana convertida en “narcorreina”)
En los últimos años, algunos de estos personajes de alto perfil se convertirían en tema de telenovelas, como “La Reina del Sur“, inspirado por la historia real de Sandra Ávila Beltrán, conocida como la “La Reina del Pacífico” o “La Patrona”.
Quizás la “Reina” mejor conocida de épocas recientes sea Marllory Chacón Rossell, de Guatemala. Antes de su arresto, esta “Reina del Sur” era una de las mayores blanqueadoras de dinero en Guatemala, y en 2012, el gobierno estadounidense la añadió a la lista de capos (kingpin list), que la calificaba como “una de las traficantes de drogas más prolíficas de Centroamérica”.
InSight Crime ha cubierto a otras mujeres involucradas en el comercio de las drogas que se han ganado el estatus de “Reina”, incluyendo a la traficante sexual peruana Clara Quispe, alias “La Reina del Delta“, y María Cristina Villalba, de Paraguay, alias “La Reina del Norte“.
La popularidad del alias “Reina de” está ligada a la imperecedera fascinación que inspiran las mujeres traficantes, y la tendencia de los medios de comunicación a retratarlas o como víctimas indefensas atrapadas en una industria dominada por hombres o como poderosas “reinas de la droga”. En muchos casos, sin embargo, el rol que estas mujeres desempeñan en el negocio de la droga es más complicado.
5. Tatuajes de pandillas
Llámese a esto un cliché visual. Cuando se escriben artículo sobre las pandillas callejeras Barrio 18 y Mara Salvatrucha (MS13), las dos más poderosas de Centroamérica, van invariablemente acompañadas de fotografías de pandilleros con tatuajes que cubren todo su cuerpo exhibiendo notoriamente su filiación criminal. (Una búsqueda rápida en la base de datos de InSight Crime muestra que somos infractores reiterados. Incluso hemos dedicado todo un artículo a decodificar el significado secreto de los tatuajes más comunes de las pandillas.)
Pero llenarse el cuerpo de tinta ha dejado de ser práctica común para las pandillas. Este cambio fue una respuesta a las políticas de “mano dura” que se extendieron por la región del Triángulo Norte (El Salvador, Honduras, Guatemala), mediante las cuales se criminalizaba la pertenencia a una pandilla, y los tatuajes eran la alerta más visible para las autoridades.
Los tatuajes no son muy fáciles de borrar, por supuesto, por lo que hay abundancia de miembros de Barrio 18 y MS13 cubiertos de tinta. Pero aunque son visualmente impactantes, estas imágenes reflejan una política de las pandillas hacia los tatuajes ya caduca.