El ciclo de disolución de los grandes grupos criminales de México es predecible. Uno tras otro, han surgido grupos que desempeñan importantes papeles en la compleja dinámica del narcotráfico del país, pero que luego caen en el faccionalismo y las luchas internas.

Las razones de estos ocasos son diversas: la captura o muerte de importantes líderes, la evidente ambición de sus subordinados o la invasión de un enemigo más fuerte. Pero los Zetas, la Organización Beltrán Leyva, los Caballeros Templarios, la Familia Michoacana, todos tuvieron su propio ascenso y caída. Incluso el temido Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) ha tenido sus vaivenes.

Todos excepto el Cartel de Sinaloa. A pesar de que ha habido informes de luchas internas entre los Chapitos y la vieja guardia del cartel, el grupo muestra pocas señales de disolverse.

En un nuevo artículo, “Illegal Market Governance and Organized Crime Groups’ Resilience: A Study of the Sinaloa Cartel” [“Gobernanza de los mercados ilegales y grupos del crimen organizado: un estudio del Cartel de Sinaloa”], los doctores Valentín Pereda y David Décary-Hétu, dos expertos en criminología de la Universidad de Montreal, Canadá, analizan los factores específicos que podrían explicar esta inusual longevidad. InSight Crime le hizo algunas preguntas a Pereda y Décary-Hétu para conocer más al respecto, a las cuales respondieron ambos por escrito.

InSight Crime (IC): ¿Por qué decidieron enfocarse en la resiliencia del Cartel de Sinaloa en particular, y cómo definirían la “resiliencia” en este contexto?

Pereda/Décary-Hétu (P/DH): En lo que va del siglo XXI, la criminalidad de México ha atravesado por una etapa sin precedentes de inestabilidad y fluctuación. Los grupos del crimen organizado que dominaron los mercados ilícitos a principios de la década de 2000 se han dividido en numerosas facciones más pequeñas, transformándose, disolviéndose, reensamblándose y reemergiendo constantemente con nuevas identidades, miembros y lealtades. El Cartel de Sinaloa sobresale como una excepción de este patrón constante.

A pesar de que en las últimas tres décadas ha enfrentado grandes reveses debido a las operaciones de las fuerzas del orden, la intensa competencia y los conflictos internos, el grupo ha mostrado la capacidad de expandir sus empresas ilícitas dentro y fuera de México. Fuentes oficiales del gobierno de Estados Unidos indican que, en 2019, el Cartel de Sinaloa mantuvo su control sobre el 40-60 por ciento del comercio ilícito de drogas de México, acumulando ganancias anuales que se estiman en la asombrosa cifra de US$3 mil millones.

IC: Ustedes se enfocaron en la capacidad del grupo para garantizar la gobernanza judicial, financiera, política y regulatoria. Estos son términos que uno asociaría con partidos políticos, no con grupos criminales. ¿Por qué eligieron estas cuatro categorías y cuál es la importancia de cada una para entender el Cartel de Sinaloa?

P/DH: Para este estudio en particular, retomamos la amplia definición de gobernanza criminal de Benjamin Lessing, que se refiere a la imposición de reglas y restricciones al comportamiento, por parte de una entidad organizada. Si bien los partidos políticos son un excelente ejemplo de esas entidades que buscan establecer reglas y vigilar la conducta, es importante tener en cuenta que no son el único tipo de organización que muestra este tipo de comportamiento. Muchas otras organizaciones, como los gremios comerciales, los sindicatos y las asociaciones transnacionales, también buscan establecer reglas entre sus socios e imponer normas sobre el comportamiento de sus miembros. En muchos sentidos, el Cartel de Sinaloa comparte más semejanzas con las sociedades de gremios de comerciantes del pasado que con los partidos políticos contemporáneos.

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En nuestro análisis de las transcripciones del juicio de Joaquín Guzmán Loera, alias “El Chapo”, descubrimos que hay cuatro formas de gobierno —judicial, financiera, regulatoria y política— que han desempeñado un papel fundamental en la capacidad del Cartel de Sinaloa para superar las adversidades. La gobernanza judicial se refiere a actividades como la resolución de conflictos y el cumplimiento de acuerdos contractuales. La gobernanza financiera implica tareas como la recaudación de impuestos y la prestación de asistencia financiera. Las prácticas regulatorias implican la imposición de restricciones a ciertos delitos o comportamientos. Por último, la gobernabilidad política se refiere a la participación en la política comunitaria y electoral. En este estudio, analizamos cómo el Cartel de Sinaloa utiliza estos cuatro tipos de gobernanza para establecer normas y regular el comportamiento entre los participantes en mercados ilícitos particulares, como los mercados transnacionales de cocaína.

IC: Ustedes dicen que uno de los aspectos clave de la capacidad de supervivencia del Cartel de Sinaloa es su “conjunto de reglas informales, códigos y mecanismos de resolución de conflictos”. ¿Podrían darnos un ejemplo de cómo funcionan y por qué han sido cruciales para el grupo?

P/DH: Nuestro análisis de las transcripciones se centró en los testimonios proporcionados por 13 antiguos socios de El Chapo. Estos testimonios son una valiosa fuente de información sobre las reglas, códigos de conducta y mecanismos de resolución de conflictos empleados por el Cartel de Sinaloa.

Un esclarecedor ejemplo de estos mecanismos se encuentra en el testimonio de Juan Carlos Ramírez Abadía, traficante de cocaína colombiano conocido como “Chupeta”. En su relato, Chupeta describe una disputa que tuvo con sus socios del Cartel de Sinaloa en 1991. Específicamente, los acusaba de sustituir la cocaína que les había entregado para transportarla a Estados Unidos por un producto de menor calidad.

Decidido a enfrentar el agravio, Chupeta viajó hasta Sinaloa. Después de reunirse con los líderes del Cartel de Sinaloa, llegaron a un acuerdo, según el cual ubicarían a representantes del Cartel del Norte del Valle a lo largo de sus rutas de tráfico de drogas en México. El propósito de este acuerdo era garantizar la integridad de los paquetes de drogas colombianos en su trayecto hacia Estados Unidos, bajo la estricta vigilancia del Cartel del Norte del Valle.

En lugar de terminar los negocios con su socio comercial, el Cartel de Sinaloa empleó prácticas de mediación efectivas que le permitieron preservar la confianza y la buena voluntad de su socio. Esta estrategia permitió sostener la integridad y el funcionamiento continuo de las rutas comerciales y los flujos de ingresos del grupo.

IC: ¿En qué se diferencian estas reglas y códigos de los que se pueden encontrar en los rivales del grupo en México?

P/DH: Para responder a esta pregunta con base en evidencia empírica, se requeriría un estudio comparativo, utilizando datos confiables obtenidos de los adversarios del Cartel de Sinaloa. Estos datos podrían derivarse de testimonios de primera mano de miembros actuales o anteriores de grupos como el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG).

A falta de estos datos, una hipótesis especulativa podría ser que el Cartel de Sinaloa ha logrado consolidar su reputación como una red de empresarios pragmáticos, profesionales y orientados a los negocios. Esta reputación fomenta un sentido de confianza y confiabilidad entre los socios del Cartel de Sinaloa. En cambio, los carteles rivales no han logrado hacer lo mismo. Para mostrar su poder, grupos como el CJNG recurren a ostentosas muestras de violencia e intimidación que, si bien pueden ayudar a sustentar la percepción del grupo como una organización grande y despiadada, también pueden infundir desconfianza e incertidumbre entre posibles socios comerciales y aliados, quienes estarían menos dispuestos a participar en alianzas mutuamente beneficiosas.

IC: ¿La resiliencia organizacional que encontraron en el Cartel de Sinaloa se debe a su proceso de toma de decisiones relativamente horizontal? ¿Esto les ha permitido a los cabecillas locales desarrollar sus propias ambiciones, sin la necesidad de desvincularse de la estructura del cartel?

P/DH: Los testimonios ofrecidos por los exsocios de El Chapo arrojan luz sobre lo prioritario que ha sido para el cartel la creación de consenso entre sus líderes al tomar decisiones importantes. Esta unidad les ha permitido conformar un frente unificado al tomar decisiones importantes, como iniciar un conflicto o emprender una empresa comercial significativa. Por ejemplo, las transcripciones del juicio indican que los dirigentes del Cartel de Sinaloa buscaron un consenso colectivo antes de perpetrar el asesinato de Rodolfo Carrillo Fuentes o establecer una alianza comercial con el Cartel del Norte del Valle.

Las transcripciones del juicio de El Chapo también revelan que las responsabilidades diarias de gestión y toma de decisiones se delegan sobre todo a los jefes de plaza, que poseen un alto nivel de autonomía en sus actividades. Sin embargo, incluso estos jefes regionales están sujetos a reglas fundamentales, orientadas a promover la cooperación y prevenir conflictos tanto al interior del cartel como en las relaciones con sus socios comerciales.

IC: Ustedes mencionan un concepto fascinante de “derechos y obligaciones contractuales” dentro del Cartel de Sinaloa. ¿Podrían explicar cómo se establecen y aplican estos derechos en el grupo?

P/DH: En el ámbito legal, las empresas pueden celebrar contratos que describan explícitamente los derechos y obligaciones. Si una de las partes no cumple con sus obligaciones, la parte agraviada puede presentar una demanda contra la parte que ha incumplido. Sin embargo, dentro del ámbito de las actividades criminales, no hay ninguna vía para que los delincuentes litiguen contra los cómplices que no cumplen con sus obligaciones contractuales. Por lo tanto, las organizaciones criminales deben contar con mecanismos alternativos para garantizar el cumplimiento de los acuerdos entre las diversas partes.

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El Cartel de Sinaloa ha logrado diseñar un sistema de transacciones comerciales basado en la confianza y la expectativa de que los socios comerciales cumplirán sus compromisos. Este sistema le ha permitido al cartel establecer intrincados acuerdos comerciales transnacionales.

Por ejemplo, como se deduce del testimonio de Chupeta, los productores de drogas de Suramérica suelen compensar con cocaína al Cartel de Sinaloa por la entrega de su producto en Estados Unidos. En caso de que un cargamento de droga se pierda o sea incautado en México, el Cartel de Sinaloa asume la responsabilidad de reembolsarles en su totalidad el valor del cargamento a sus socios suramericanos.

Por el contrario, una vez que el envío cruza la frontera y llega a Estados Unidos, el cartel asume la responsabilidad de un porcentaje predeterminado de la mercancía. En consecuencia, si el cargamento se pierde o es incautado en suelo estadounidense mientras se encuentra bajo la custodia del Cartel de Sinaloa, la organización criminal es la única responsable de las pérdidas correspondientes a su parte del cargamento.

Con el fin de fomentar el cumplimiento de los derechos y obligaciones contractuales, el Cartel de Sinaloa ha adoptado medidas para establecerse como un socio comercial confiable. Un ejemplo de ello ocurrió en 1993, cuando El Chapo quedó en deuda con su socio colombiano, Chupeta, por la sustancial suma de US$42 millones. Tras el primer arresto de El Chapo, su hermano Arturo Guzmán y otros miembros del Cartel de Sinaloa asumieron la responsabilidad de la deuda y le pagaron a Chupeta en varias cuotas.

Además, el Cartel de Sinaloa incentiva el cumplimiento de los acuerdos comerciales otorgando recompensas a quienes demuestran ser confiables y reforzando su reputación dentro del negocio. El cartel emplea varias tácticas, entre ellas el intercambio de “rehenes”, para garantizar que los socios cumplan con sus compromisos. Por ejemplo, Alexander Cifuentes Villa, un narcotraficante colombiano, era prácticamente un cautivo que permanecía en una propiedad de El Chapo, donde servía como garantía de que su familia cumpliría sus obligaciones comerciales.

Cuando se presentan infracciones, el Cartel de Sinaloa suele optar por terminar los tratos comerciales con los socios que no son confiables. Sin embargo, las transcripciones del juicio de El Chapo también contienen numerosos casos en los que los líderes del cartel recurrieron a la violencia como forma de represalia por agravios reales o percibidos.

IC: La sección sobre gobernanza política dice que los jefes de plaza son responsables de corromper a los funcionarios locales y pagarles, una táctica que es común, o incluso esencial, para cualquier grupo criminal de México. ¿Encontraron alguna diferencia en la forma en que el Cartel de Sinaloa maneja estos asuntos, en comparación con sus rivales?

P/DH: El Cartel de Sinaloa ha establecido un sistema de corrupción relativamente estable y predecible, fomentando interacciones continuas con las instituciones públicas de México. Al parecer, este sistema cumplió cierto papel en la consolidación de un entorno operativo propicio para la longevidad del cartel.

Dentro de este sistema, los jefes de plaza asumen la responsabilidad de supervisar los pagos ilícitos a las autoridades locales. Según el testimonio de Jesús Reynaldo Zambada (hermano de Ismael Zambada García, alias «El Mayo«, capo del cartel), los ejecutivos del cartel delegan el manejo de los sobornos rutinarios a contadores profesionales, quienes facilitan las transferencias de dinero habituales a los funcionarios de los niveles municipal y estatal.

Por el contrario, los líderes de alto rango del Cartel de Sinaloa supervisan personalmente los tratos del grupo con funcionarios de alto nivel. Sin embargo, las declaraciones de Zambada indican que incluso estas relaciones sensibles con funcionarios de alto rango se han vuelto algo rutinarias. Por ejemplo, los líderes del cartel han adoptado nombres en clave, como “Yankee” para designar a los delegados regionales de la Procuraduría General de la República, o “Puma” para referirse al comandante de la ya disuelta Policía Federal en el estado de Sinaloa. Así, los líderes del Cartel de Sinaloa manejan directamente las relaciones con individuos identificados como “Yankees” y “Pumas”.

IC: Finalmente, si miramos al Cartel de Sinaloa hoy, ¿creen que ha mantenido estas mismas ventajas después del arresto y extradición de El Chapo, o está empezando a mostrar las mismas grietas que algunos de sus rivales, como los Zetas?

P/DH: La pregunta en torno al futuro del Cartel de Sinaloa es innegablemente intrincada y difícil de pronosticar. Los conflictos internos existentes entre las diferentes facciones indican una posible pérdida de cohesión dentro de la organización. Además, la eventual captura o fallecimiento de Ismael Zambada García, alias “El Mayo”, quien recientemente cumplió 75 años, podría asestar un duro golpe a las perspectivas del cartel.

En última instancia, la resistencia de este cartel también depende de la definición particular que los analistas elijan aplicar al grupo. En nuestro estudio, optamos por definir al Cartel de Sinaloa como un sindicato criminal que se originó a partir de la colaboración entre cuatro coconspiradores: Ismael Zambada García, Joaquín Guzmán Loera, Juan José Esparragoza Moreno y Héctor Luis Palma Salazar.

La estrecha definición que hemos adoptado implica que el Cartel de Sinaloa inevitablemente dejará de existir una vez que ya no esté compuesto por individuos que tengan vínculos directos con sus fundadores iniciales. Es probable que algunos analistas refuten esta postura. Por ejemplo, algunos argumentos podrían sostener que el Cartel de Sinaloa continuará existiendo mientras haya una coalición de empresarios criminales que domine el crimen organizado en Sinaloa y decida identificarse como Cartel de Sinaloa, independientemente de la procedencia de sus miembros.

* Esta entrevista fue editada para darle mayor claridad y fluidez.