Inteligencia militar ha revelado un flujo de armas desde Chile y Perú hacia Ecuador a lo largo de su frontera sur, lo que pone de relieve la importancia que ha cobrado el país en las nuevas rutas de tráfico de armamento.

Una reciente seguidilla de decomisos de narcóticos, movido en parte por el refuerzo de los controles de las autoridades, confirma las sospechas de la policía de que Ecuador se ha convertido en foco del tráfico de armas en Suramérica. La policía descubrió 10 rifles de grueso calibre en un decomiso de narcóticos realizado el 14 de agosto en Los Vergeles, Guayaquil.

Las armas que se mueven por Ecuador son importadas desde Chile, y allí llegan desde Estados Unidos, Europa y Asia. Los traficantes las introducen ilegalmente por puertos chilenos desensambladas en cargamentos ocultos para evitar su detección. Un repunte en decomisos recientes de este tipo incluyó el hallazgo de 30 rifles AM-15 desarmados, procedentes de Estados Unidos.

Ecuador sirve como punto clave de tránsito para el trasiego de armamento de Chile hacia Colombia, como lo evidencia una serie de arrestos en las regiones fronterizas de Nariño y Carchi en Colombia y Ecuador, respectivamente.

Los principales compradores de armamento pesado en Colombia son disidencias de las desmovilizadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). En febrero, se desarticuló una banda ecuatoriana que vendía armas a las FARC, en un operativo en que las autoridades decomisaron 1.299 cartuchos de armas de fuego y 155 cargadores para rifles AK49, Mig y Ruger.

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Pero las armas también terminan en manos de pandillas ecuatorianas. Varias incautaciones de armas de calibre pesado se han encontrado en cárceles controladas por los Choneros, los Lobos y los Lagartos, quienes han sido los protagonistas de gran parte de la violencia récord de este año.

En respuesta a la explosión de esta economía criminal, ha habido crecientes intentos de reforzar el control transnacional. Las fuerzas de policía tanto en Colombia como en Ecuador están dando prioridad a la vigilancia de las regiones limítrofes, y las autoridades peruanas, colombianas y ecuatorianas están colaborando en la Operación Frontera Armada en un intento por impedir este flujo de armamento.

Análisis de InSight Crime

El flujo de armas que pasa por Ecuador exacerba una situación de seguridad ya en detrimento, debido a la preferencia creciente por armamento de alta tecnología entre bandas criminales cada vez más sofisticadas.

Desde 2020, la violencia entre bandas se ha agudizado en Ecuador. Lo que inició como una guerra entre las dos mayores bandas del país, los Choneros y los Lagartos, ha escalado hasta convertirse en un conflicto complejo, de múltiples facetas en la lucha por el control del tráfico de narcóticos dentro y fuera de las prisiones. Un factor adicional es la presencia reportada de grupos mexicanos. Según el ex jefe de inteligencia militar de Ecuador, Mario Pazmiño, el Cartel de Sinaloa y el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) estarían apoyando a diferentes bandos en el conflicto para asegurar su suministro de cocaína.

«Los cárteles mexicanos de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación tienen una preponderancia operativa en narcotráfico en Ecuador. No es que estén instalados en suelo ecuatoriano, sino que operan a través de las megabandas locales», explicó Pazmiño a la agencia AP.

El Cartel de Sinaloa respaldó a Los Choneros cuando fueron el grupo narcotraficante que se imponía en Colombia, pero la fragmentación del grupo ha debilitado su posición, como lo planteó el Washington Post.

Las autoridades carecen del equipamiento para enfrentar ese recrudecimiento de la violencia, y el contrabando de armas en el país no hace más que agudizar la situación.

Esto también ha llevado a episodios en los que escuadrones de pistoleros bien armados perpetran ataques a plena luz del día.

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En otras áreas, el auge de la minería ilegal en las provincias fronterizas de Esmeraldas, Carchi, Sucumbíos e Imbabura constituye una fuente de ingresos importante para las bandas criminales. El tráfico transfronterizo de combustible, drogas y personas se suma a esta fiebre del oro criminal.

La minería ilegal ha crecido en parte como un sustituto de la economía ilegal que prevalecía, con el abastecimiento a la insurgencia colombiana representada por las FARC. Sin embargo, con el retorno del tráfico de armamento, esta vez para las disidencias de las FARC, las bandas ecuatorianas se están expandiendo a pasos acelerados para aprovechar las innumerables oportunidades de ingresos a su alcance.

No cabe duda de que todo ese dinero y la competencia por el control de los pasos fronterizos agudizarán la demanda ecuatoriana por el mismo armamento que pasa por el territorio y atizarán la ola de violencia que sacude al país y que ha dado pie a tasas récord de homicidios.