Las autoridades en Perú han desplegado destacamentos del ejército en un aislado valle en el corazón de la industria de la cocaína nacional, luego de la masacre de más de doce personas. El hecho suscita interrogantes sobre la facción disidente de Sendero Luminoso sospechosa de haber perpetrado el ataque.
El despliegue ocurrió después de que un grupo conocido como el Militarizado Partido Comunista del Perú (MPCP), una facción escindida de la infame guerrilla de Sendero Luminoso, fuera señalado de la muerte a tiros de por lo menos 16 personas, mujeres y niños incluidos, el 23 de mayo en San Miguel de Ene, un caserío en lo profundo del Amazonas peruano, según el anuncio de las fuerzas armadas en un comunicado.
La población se sitúa en un estratégico corredor de tráfico de cocaína, conocido como el Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM), donde se encuentran cerca de la mitad de las casi 55.000 hectáreas de sembrados de coca del país andino, según la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida Sin Drogas (Devida) de Perú.
VEA TAMBIÉN: Perfil de Sendero Luminoso
Las autoridades calificaron de “acto genocida” el brutal ataque. Afirman que los responsables son la facción del MPCP al mando de Víctor Quispe Palomino, alias “José”, y añaden que la guerrilla ha realizado ataques similares en el pasado como forma de “limpieza social”, de acuerdo al comunicado.
Los panfletos que supuestamente dejaron en la escena del crimen —pero con fecha del 10 de mayo— urgían a la población a boicotear las próximas elecciones presidenciales en el mes de junio entre la esperanza de la izquierda Pedro Castillo y la candidata de la derecha Keiko Fujimori. “Limpiar el VRAEM de… parásitos y corrupción”, decía parte de la nota. También decía que quien votara por Fujimori sería declarado “traidor”.
Castillo condenó los asesinatos como un “acto terrorista”. Mientras que Fujimori declaró: “No tengamos miedo”, en un comunicado, y recalcó que no permitirá que los perpetradores del ataque impidieran el proceso electoral.
Análisis de InSight Crime
La brutal matanza del VRAEM parece un acto desesperado de una facción de Sendero Luminoso en extremo debilitada, que tiene problemas para recuperarse después de la muerte de su segundo al mando, Jorge Quispe Palomino, alias “Raúl”, a comienzos de este año.
Las autoridades estadounidenses califican la facción de Sendero Luminoso, dirigida por José —hermano del fallecido Raúl— como “organización narcoterrorista”. En 2014, ambos hermanos fueron imputados en Nueva York por cargos de tráfico de narcóticos y armas y terrorismo. El Departamento de Estado ofrece una recompensa de hasta US$5 millones por información que conduzca a la captura y condena de José.
Los hermanos habían intentado distanciarse de los asesinatos rurales del MPCP en el pasado, cuando hacían parte de Sendero Luminoso, para ganarse la confianza de las comunidades locales, algo clave para sus actividades ilícitas que van desde el cobro de impuestos a los cocaleros hasta el servicio de seguridad armada para cargamentos de cocaína.
VEA TAMBIÉN: Muerte de comandante de Sendero Luminoso asesta duro golpe a guerrilla en Perú
Pero esta nueva masacre indica que el MPCP ha recurrido a la misma brutalidad que en muchas ocasiones usó Sendero Luminoso, lo que no hace más que debilitar el respaldo local que el grupo necesita para evitar las fuerzas de seguridad que trabajan para eliminarlos a ellos y a los cultivos de coca del VRAEM.
Justamente la semana pasada, la policía de Perú detuvo a varias personas y las fuerzas armadas destruyeron cinco laboratorios de procesamiento de coca en el VRAEM.
El operativo fue posible gracias a reportes entregados por informantes locales que trabajan con las autoridades, según fuentes de la policía peruana que hablaron con InSight Crime con la condición de que se mantuviera su anonimato.
Estos explicaron que la masacre seguramente fue una seria advertencia a los habitantes del VRAEM para que no cooperen con las autoridades. La naturaleza abierta del ataque y el hecho de que dejaran volantes para los sobrevivientes parece respaldar la teoría de que los perpetradores intentaban enviar un mensaje contundente.
«Puede que no veamos una razón lógica de su ataque, pero detrás de esto hubo una intención muy clara», sentenció una fuente de la policía.
Fotografía en la parte superior: Rodrigo Abd, Associated Press (AP)