El consumo de metanfetaminas en México ha crecido exponencialmente en los últimos años y ya compite con la marihuana como la droga que más refieren los pacientes en tratamiento por abuso de sustancias. En la última entrega de esta serie de tres partes (lea los capítulos uno y dos), InSight Crime explora las condiciones regionales que llevaron a que la metanfetamina se disparara en México.

Infantes de marina mexicanos apilaban cuidadosamente barriles de plástico uno por uno, vestidos de pies a cabeza con trajes antifluido blancos y máscaras de gas alrededor de sus rostros para protegerse de las posibles emanaciones tóxicas. En lo profundo de la sierra del estado de Sinaloa, cuna del narcotráfico del país, las autoridades contabilizaban el cristal sólido, la metanfetamina líquida, los precursores químicos y los equipos hallados en un laboratorio clandestino.

Ese viernes 17 de agosto de 2018, unidades de seguridad habían flanqueado por aire y tierra el pueblo de Alcoyonqui, anidado en las montañas aledañas a menos de una hora al este de la bulliciosa capital del estado, Culiacán. Debajo del sitio de producción principal, el megalaboratorio estaba equipado con dos bodegas subterráneas para almacenar parte de la metanfetamina líquida parcialmente procesada.

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En total, las autoridades incautaron al menos 50 toneladas métricas de metanfetamina y precursores químicos utilizados para producir la droga sintética. Aquella fue la mayor incautación de este tipo en la historia del país —evidencia del aumento de la producción por parte de los grupos del crimen organizado, en este caso el Cartel de Sinaloa, para abastecer la creciente demanda de la droga en Estados Unidos—.

La incautación fue otro indicio del enorme aumento de las drogas sintéticas ilegales, en particular la metanfetamina (un estimulante) y el fentanilo (un opioide sintético). El aumento de la producción en México y el consumo en Estados Unidos ha coincidido con un aumento similar en el consumo en México, particularmente de la metanfetamina. La producción en masa ha llevado a precios mucho más bajos en ambos países, y el consumo de metanfetamina está casi a la par con el de otras drogas que se suelen consumir en México, como la marihuana.

El paso de la producción de EE. UU. a México

Pero no siempre fue así. Hasta principios de la década de 2000, la mayor parte de la metanfetamina consumida en Estados Unidos se producía en laboratorios del país, bien fuera ocultos en zonas suburbanas por fuera de las principales ciudades, o en comunidades rurales. Pero en las décadas de 1990 y 2000, las crecientes preocupaciones por los peligros de la droga movieron a la acción a legisladores y funcionarios policiales.

En 2004, la Administración para el Control de Drogas (Drug Enforcement Administration, DEA) registró casi 24.000 incidentes de metanfetamina en el país, lo que incluía la incautación de laboratorios, vertederos, químicos y elementos de vidrio. Había que hacer algo. En 2005, los legisladores estadounidenses aprobaron la Ley para Combatir la Epidemia de Metanfetamina (Combat Methamphetamine Epidemic Act), que, entre otras cosas, buscaba limitar el acceso a drogas de venta libre como la efedrina y la pseudoefedrina, ingredientes precursores clave para la producción de metanfetaminas. Estados Unidos impulsó una legislación similar en otros países, entre ellos México, que desde mediados de 2017 adoptó controles más estrictos frente a las drogas.

Al mismo tiempo, las organizaciones criminales mexicanas comenzaron a evolucionar, desarrollando medios cada vez más sofisticados para producir metanfetamina en masa y distribuirla en los activos mercados de drogas estadounidenses. La metanfetamina producida en México era a la vez de más alta pureza y más bajo precio, y cuando comenzaron los nuevos controles sobre los precursores, los grupos mexicanos empezaron a utilizar precursores más accesibles y cuyo control era más difícil. Los productores estadounidenses ya no podían competir.

La combinación de esos dos factores, la represión en Estados Unidos y la inundación de la metanfetamina de México, le dio la estocada final a la producción estadounidense. En 2019, la DEA registró solo 890 incidentes de metanfetaminas a nivel nacional.

Actualmente, los grupos del crimen organizado mexicano son los «principales productores y proveedores de metanfetaminas de bajo costo y alta pureza» enviadas a los consumidores estadounidenses, lo cual, según la DEA, es un «significativo abastecimiento» de la droga sintética en el mercado estadounidense.

El auge de la metanfetamina en México

A medida que aumentaba la producción, los funcionarios de salud pública mexicanos comenzaron a notar la amenaza emergente que representaba la metanfetamina, en medio de un aumento de las adicciones alrededor de 2009 o 2010. Una década más tarde, los Centros de Integración Juvenil (CIJ), organización de la sociedad civil que trabaja con el sector salud del Estado para combatir el consumo de drogas entre los jóvenes, informaban que el consumo de metanfetaminas estaba aumentando exponencialmente, convirtiéndose en la droga más reportada por los consumidores de bajo tratamiento en sus instalaciones a nivel nacional.

Además, el informe de los CIJ señala que, durante el primer semestre de 2020, un número creciente de personas bajo su cuidado reportaron, más que antes, haber usado metanfetamina al menos una vez en su vida. La metanfetamina apenas supera a la cocaína, solo por debajo del alcohol, el tabaco y la marihuana, que pronto podría ser completamente legal en México.

«Tenemos que considerar la metanfetamina como la sustancia que actualmente está creando más problemas para los consumidores de drogas en México. Hemos visto un aumento en el consumo en todo el país y estamos padeciendo las consecuencias involuntarias no solo del apetito por las sustancias, sino también de los cambios en la política de drogas», afirma Jaime Arredondo, profesor del Programa de Políticas de Drogas del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) en Aguascalientes, México.

La metanfetamina es atractiva por muchas razones: es potente, produce un fuerte efecto y es extremadamente barata. Un consumidor en México puede comprar una «roca» en las calles por 50 pesos (unos US$2) la dosis. Dado que es fácil de conseguir, y por el hecho de que se puede producir en cualquier clima, no es de extrañar que la metanfetamina se haya extendido por todo el país a medida que los grupos criminales han aumentado la producción para dar abasto a la demanda estadounidense.

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De hecho, los CIJ informan que, en el estado de Baja California, corredor clave para el narcotráfico donde se encuentran las ciudades fronterizas de Tijuana y Mexicali, la metanfetamina fue la droga más mencionada por los consumidores bajo su cuidado entre el segundo semestre de 2015 y finales de 2018, superando al resto de drogas, incluida la marihuana.

El año pasado, las autoridades incautaron 3.386 kilogramos de metanfetamina en Tijuana, más de lo que se incautó en cualquier otra ciudad y casi el triple que en Ensenada, que registró la segunda tasa más alta de este tipo de incautaciones, según datos del gobierno recopilados por México Unido Contra la Delincuencia (MUCD), una organización sin ánimo de lucro.

Sin embargo, es probable que los consumidores de drogas en México no estén recibiendo el producto de alta calidad que reciben los de Estados Unidos. Al norte de la frontera, la potencia y pureza de la metanfetamina incautada son de un promedio de más del 97 por ciento. La droga también se comercializa cada vez más —a menudo sin que los usuarios se enteren— como píldoras de Adderall falsificadas en lugares como Nueva Inglaterra. En 2019, la DEA realizó 115 incautaciones de metanfetaminas en píldora en esa región. Previamente, entre 2015 y 2018, solo hubo 13 incautaciones de este tipo de píldoras.

Pero aunque los llamativos titulares de México muestran las famosas píldoras azules, Arredondo, el profesor del CIDE, dice que es muy raro ver a los consumidores habituales que él conoce en Tijuana y Mexicali usando metanfetamina en forma de píldora.

«Puede ser que el producto de mejor calidad solo se exporta a Estados Unidos, mientras que los consumidores aquí en México continúan usando drogas de menor calidad», dijo Arredondo en comunicación con InSight Crime.

La violencia, otro efecto secundario

Dado el auge del mercado en Estados Unidos, asegurar el transporte del producto de alta calidad para que atraviese la frontera entre Estados Unidos y México sin ser detectado se ha vuelto aún más importante, lo que se evidencia en las batallas entre grupos de narcotráfico y funcionarios de seguridad corruptos que operan a lo largo de estas rutas. Baja California, justo al otro lado de la frontera del puerto de entrada de San Ysidro, el cruce fronterizo terrestre más transitado del hemisferio occidental, en 2020 tuvo la tasa de homicidios más alta de todos los estados mexicanos: casi 80 por cada 100.000 habitantes, más del doble del promedio nacional.

De los 34.515 homicidios registrados en todo el país, la ciudad fronteriza de Tijuana aportó más de 4.000, es decir, alrededor del 12 por ciento de los asesinatos, cifra por encima de cualquier otra ciudad del país.

Por lo tanto, los índices de violencia no están vinculados únicamente al narcotráfico. Los intereses económicos y políticos locales también influyen en la forma en que los operadores de poder recurren a la violencia para instaurar el orden y mantener el poder, o para establecer nuevas reglas y ordenamientos.

La situación se complica aún más por la creciente atomización de la criminalidad en México. La producción de metanfetamina no requiere conocimientos agrícolas, a diferencia del cultivo de amapola para la producción de heroína, o de la coca para la cocaína. Puede hacerlo cualquier persona con acceso a precursores químicos, la infraestructura adecuada y la habilidad para seguir los pasos de una receta. Esta baja barra de entrada les permite a los grupos novatos pequeños iniciar sus propias operaciones, aprovechando un mercado enorme con una demanda en aumento y unos precios cada vez más altos.

Sin embargo, tal como están las cosas ahora, el lucrativo comercio no muestra signos de desaceleración, y es probable que en México continúe el consumo de la droga. En 2019, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) informó que el número de ciudadanos adictos a las anfetaminas aumentó 775 por ciento desde el año 2000.

Con el aumento del consumo, la gama de participantes se está ampliando. El mes pasado, un exalcalde mexicano fue arrestado por intermediar en un acuerdo multimillonario a instancias de los denominados Carteles Unidos, para la entrega de media tonelada de metanfetamina oculta entre azulejos y pintura doméstica al interior de un camión, al sur de Florida.

Poco después del arresto, integrantes del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), uno de los principales productores de drogas sintéticas como la metanfetamina, presuntamente atacaron a Aguililla, la ciudad del estado de Michoacán donde él era alcalde, lo cual encendió la mecha de la más reciente lucha de poder que se libra allí.