La sospechosa muerte de un policía, y un reciente enfrentamiento entre guardias fronterizos y policías presuntamente corruptos, se suman a los viejos temores sobre la corrupción en las fuerzas policiales de las provincias de Argentina.
El 10 de agosto, las autoridades argentinas descubrieron el cuerpo de Lucas Muñoz, un oficial de la policía provincial que había estado prestando sus servicios en la ciudad de San Carlos de Bariloche en la provincia de Río Negro, cerca de la frontera con Chile.
Según fuentes anónimas cercanas a la investigación y mencionadas por La Nación, Muñoz fue asesinado por sus compañeros policías porque había descubierto pruebas de su participación en tráfico de drogas y trata de personas, y de recibir sobornos para destruir pruebas en casos de asesinato.
Las fuentes le dijeron a La Nación que Muñoz había sido torturado en instalaciones de la policía antes de ser asesinado, aunque no queda claro si la paliza que sufrió Muñoz pretendía hacerle revelar lo que sabía o intentar obligarlo a ayudar a encubrir los supuestos delitos de los otros oficiales.
Muñoz había estado desaparecido durante casi un mes antes de que su cuerpo fuera encontrado, apenas unas horas después de que el gobernador de Río Negro se reunió con funcionarios de alto rango de la policía local.
Una fuente le dijo a La Nación que “las cabezas de varios comisarios van a rodar” cuando los resultados de las investigaciones realizadas por la Gendarmería Nacional se hagan públicas en los próximos días.
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Una semana antes, cerca de la frontera con Bolivia, en la ciudad de Acambuco, provincia de San Martín, un grupo de oficiales de la Gendarmería Nacional tuvo un altercado con un grupo de presuntos narcotraficantes, entre los que al parecer había miembros de la policía provincial.
Según un comandante de la Gendarmería Nacional en diálogo con El Tribuno, los gendarmes detuvieron un par de camiones para llevar a cabo una inspección y encontraron evidencias de tráfico de cocaína. Cuando uno de los gendarmes fue a llamar apoyo, los presuntos traficantes lo abordaron.
El Tribuno informa que los presuntos traficantes golpearon fuertemente a uno de los gendarmes y aprehendieron a otro, al que luego liberaron, escapándose con unos 600 kilogramos de cocaína.
Análisis de InSight Crime
Estos acontecimientos recuerdan que la corrupción policial sigue siendo un grave problema en Argentina, a pesar de la reputación del país como una de las naciones más seguras de Latinoamérica. Los incidentes también destacan cómo una variedad de factores, como los fallidos intentos de reformas en el pasado (pdf), hacen que la policía provincial de Argentina sea particularmente susceptible a la corrupción.
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Argentina ha luchado por mucho tiempo contra la corrupción en la policía provincial. En 2004, en el New York Times, una fuente que había trabajado con la policía provincial de Buenos Aires describió la institución como “una mafia con uniforme”. Una década más tarde, los periodistas Alejandra S. Inzunza y Pablo Ferri utilizaron ese mismo término para describir a la “bonaerense”, en un artículo que en el que describen la corrupción y la brutalidad de la institución. Y en octubre de 2015, el exdirector de policía provincial de Santa Fe fue condenado a seis años de prisión por colaborar con narcotraficantes.
A medida que el paisaje del crimen organizado argentino sigue evolucionando, será particularmente importante que el país le haga frente a la corrupción al interior de las fuerzas de seguridad —un tema que ha contribuido al crecimiento y la permanencia de las organizaciones criminales en las Américas—.