Ministros de Bolivia y Brasil planificarán iniciativas conjuntas en la lucha contra el crimen organizado durante las reuniones de esta semana en Santa Cruz, una ciudad al suroriente de Bolivia que se ha convertido en un importante punto de tránsito en la ruta de la cocaína entre ambos países.
El Ministro de Justicia de Brasil, José Eduardo Cardozo, y el Ministro de Gobierno de Bolivia, Carlos Romero, presidirán las reuniones, informó el diario La Opinión, con otros asistentes que incluyen a la policía de los dos países, funcionarios estatales fronterizos y Regina Miki, Secretaria de Seguridad Pública de Brasil.
Ellos discutirán las posibles medidas a ser implementadas a lo largo de la frontera entre Bolivia y Brasil, con el fin de combatir el lavado de dinero y el tráfico de drogas, personas y armas.
Análisis de InSight Crime
La cooperación en materia de seguridad entre Brasil y Bolivia es estratégica para ambos países. El Presidente Evo Morales expulsó a la DEA en 2008 y recientemente también expulsó a la agencia de cooperación, USAID. Si bien la cooperación entre Estados Unidos y Bolivia en la lucha contra el narcotráfico se mantiene en cierta medida, Morales está buscando ayuda en otros lugares.
Recientemente, China prometió US$8 millones en asistencia de defensa a Bolivia; y con Brasil convirtiéndose en una fuerza clave en los esfuerzos antinarcóticos regionales, es un socio natural para la nación andina especialmente cuando se estima que entre un 60 y 80 por ciento de la cocaína boliviana termina en Brasil. La cocaína peruana también se trafica a través de Bolivia hacia Brasil, que es un importante punto de tránsito en las rutas de la droga que van hacia Europa. Hay evidencia de operaciones internacionales de narcotráfico de miembros del Primer Comando Capital (PCC), grupo nacido en las prisiones de Brasil, en Santa Cruz; junto a ciudadanos de Colombia y Paraguay.
La pregunta es si Brasil es capaz de luchar contra el crimen organizado que se desborda por las fronteras entre los dos países, cuando ha sido incapaz de contener sus propios problemas. Pese a la protección en la frontera y las medidas implementadas contra el crimen organizado en los últimos años, el crimen violento interno de Brasil sigue siendo un problema importante y mostró algunos aumentos significativos el año pasado.