Poco después de la que la presidenta de Brasil Dilma Rousseff nombrara a su antecesor Luiz Inácio Lula da Silva, como jefe de gabinete, un juez bloqueó la jugada, en el giro más reciente que da el colosal escándalo por corrupción en Brasil.

Rousseff nombró a Lula —como se lo conoce popularmente— en la posición del gabinete el 16 de marzo, una semana después de que los fiscales formularan cargos en su contra por su supuesto papel en el multimillonario esquema de corrupción en la estatal petrolera Petrobras. Según la ley brasileña, solo la Corte Suprema puede juzgar a los integrantes del gabinete presidencial, señaló la BBC.

Rousseff hizo la designación el mismo día que un juez ordenaba al gobierno divulgar una conversación grabada entre Lula y Rousseff, la cual desató sospechas de que Lula fuera nombrado jefe de personal para blindarlo ante las acusaciones.

Poco después del anuncio y de la divulgación de la cinta, miles de manifestantes salieron a la calle en varias ciudades de Brasil, informó Reuters. Hacia el final del día,  un juez federal trató de suspender el nombramiento de Lula solo para poder anular la orden, solo para que otro juez de Rio de Janeiro reexpidiera el requerimiento. Según informa el Financial Times, el gobierno está apelando esta última novedad ante la Corte Suprema.

Rousseff rechazó la idea de que el nombramiento de Lula pretendiera brindar protección legal al expresidente.

“La llegada de Lula a mi gobierno lo fortalece y hay personas que no quieren que se fortalezca”, dijo.

Análisis de InSight Crime

Las investigaciones por corrupción en Petrobras han llegado a un punto crítico. Aunque la investigación que ya lleva varios años ha atrapado a numerosos miembros de la cúpula política y empresarial, los fiscales han llegado a la cumbre de la élite brasileña. Además de la controversia en torno a Rousseff y Lula, el multimillonario Marcelo Odebrecht fue sentenciado a 19 años de cárcel el pasado 8 de marzo por su participación en el escándalo de Petrobras.

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De prosperar la designación de Lula como jefe de gabinete puede afectarse aún más su credibilidad en lugar de favorecerse, dadas las actuales protestas masivas. Lo mismo vale para Rousseff: pues hasta 1,4 millones de brasileños ya salieron a protestar por la corrupción y a exigir la renuncia de la presidenta el pasado 13 de marzo.

Que Rousseff lo haya hecho intencionalmente o no para blindar a Lula de un proceso judicial, las autoridades y el público ya demostraron que no aceptarán la decisión sin protestar.

Este artículo se ha actualizado desde su publicación el 17 de marzo