Las autoridades peruanas alertan sobre la participación de grupos criminales colombianos en agiotaje, lo que indica que estas organizaciones están ampliando su participación en esta actividad fuera de su país de origen.
En un artículo publicado el 16 de octubre por La República, agentes de policía declararon al medio de noticias que las investigaciones han detectado una actividad criminal conocida como “gota a gota” en casi 100 ciudades de todo Perú, y que las autoridades han vinculado algunas de estas operaciones a grupos criminales colombianos, como Los Urabeños, La Oficina de Envigado y La Empresa.
Agentes de la Dirección de Investigación Criminal (DIRINCRI) declararon a La República que el “gota a gota” consiste en prestar pequeñas sumas de dinero a altas tasas de interés, en ocasiones superiores al 100 por ciento, a personas que tienen dificultades para obtener préstamos tradicionales, como dueños de pequeños negocios, amas de casa y estudiantes.
Los préstamos “Gota a gota” suelen hacerse a corto plazo, y la devolución se espera generalmente en 20 días. Si los prestatarios no logran pagar el préstamo y los intereses acumulados, los prestamistas muchas veces amenazan, golpean y hasta asesinan a sus acreedores.
“Estos sujetos en el primer contacto que entablan con el cliente se muestran amables y simpáticos para congraciarse con los clientes”, dijo Luis Montoya, exdirector general de la Policía Nacional del Perú (PNP). “Sin embargo, cuando [los prestatarios] se demoran en pagar, primero son amenazados e incluso golpeados y [los prestamistas] comienzan a actuar como verdaderas mafias”.
Las autoridades colombianas han detectado operaciones de “gota a gota” en más de 180 municipios de ese país, y se han descubierto operaciones similares controladas por grupos criminales colombianos en otros países de toda Latinoamérica, como México, Brasil, Chile, Argentina, Ecuador y Honduras.
Análisis de InSight Crime
Las actividades de usura como el “gota a gota” tienen varios atractivos para las organizaciones criminales colombianas. Por un lado, estos esquemas permiten a los grupos criminales lavar las ganancias de otras actividades ilegales de una manera que les reporte ganancias adicionales. Y la ampliación de estas actividades a otros países dificulta aún más la detección de los flujos financieros ilícitos por parte de las autoridades.
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Como ya lo había señalado InSight Crime, esta actividad criminal de riesgo relativamente bajo llena un vacío real para la mayoría de ciudadanos latinoamericanos que no tienen acceso a la banca formal. Sin embargo, esta actividad ilícita muchas veces viene acompañada de violencia, y permite alimentar las arcas de las organizaciones criminales que desempeñan actividades aún más infames.
El nexo entre criminales peruanos y colombianos se remonta a décadas atrás; el exjefe de inteligencia peruano Vladimiro Montesinos vendió armas al grupo insurgente Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) a finales de la década de 1990.
Sin embargo, la expansión de las actividades criminales de base, como el “gota a gota” en Perú y otros países en Latinoamérica puede servir como una señal más de un patrón que ya InSight Crime ha señalado: la migración de criminales colombianos en toda la región. No solo al parecer las organizaciones criminales colombianas intentan evadir la mayor presión de los organismos de la ley en su país de origen, sino que también parece que buscan tomar el control de las economías criminales en el exterior.