El sector bancario de El Salvador ha afirmado que la inseguridad es uno de los grandes obstáculos para aumentar la producción de la economía, refiriéndose a los altos niveles de violencia como un impedimento para la inversión.

Armando Arias, presidente de la Asociación Bancaria Salvadoreña (Abansa), dijo que la criminalidad es uno de los grandes retos del país para salir del bajo crecimiento económico, informó El Salvador.com. Según las cifras del Banco Central de Reserva, la economía del país creció un 2 por ciento el año pasado, la tasa de crecimiento económico más baja de Centroamérica.

En particular, Arias señaló que la inestable situación de seguridad del país ha limitado la capacidad y el interés de las pequeñas y medianas empresas en invertir y solicitar préstamos para hacer crecer sus negocios. “Para revertir esta tendencia el país debe trabajar en disminuir la criminalidad y garantizar la seguridad física”, dijo Arias.

Por otro lado, Genaro Ramírez, presidente de la Asociación de Empresarios de Autobuses Salvadoreños (AEAS), estimó recientemente que las empresas de autobuses pagan anualmente a las pandillas al menos US$34 millones en cuotas de extorsión. “El transporte colectivo ha sido y es el sector más afectado por la violencia que azota este país”, afirmó Ramírez.

Análisis de InSight Crime

Es apenas lógico que la inseguridad haya tenido un efecto notable en la economía de El Salvador, considerando que el último año ha sido el periodo de 12 meses más violento en el país desde el fin de la guerra civil. Según indicó Arias, la situación de seguridad del país parece tener un mayor impacto sobre los negocios locales. En 2013, las organizaciones empresariales salvadoreñas estimaron que dos empresas pequeñas cierran cada semana, en gran medida como consecuencia de la extorsión.

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Además, la estimación de Ramírez de que las empresas de autobuses pierden US$34 millones al año por extorsión sugiere que el sector del transporte sigue siendo uno de los principales objetivos de las pandillas callejeras de El Salvador. En 2013, los propietarios de autobuses perdieron aproximadamente la misma cantidad —unos US$36 millones— como consecuencia de las actividades de grupos criminales, y gastaron entre el 10 y el 25 por ciento de sus ingresos mensuales en el pago de extorsiones. De hecho, la extorsión de esta industria se ha convertido en un problema tan generalizado que las autoridades desplegaron una unidad élite antiterrorista para patrullar las rutas de autobús de San Salvador, la capital del país.

El impacto negativo de la violencia y la inseguridad sobre el crecimiento económico es un problema que deben enfrentar otros países de toda Latinoamérica. A principios de este año, el Banco Mundial destacó la violencia como uno de los principales factores que pueden impedir el desarrollo de las economías latinoamericanas.

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