Las autoridades de Perú sospechan que la mitad de todos los exportadores de oro del país tienen conexiones con la minería ilegal de oro, lo que demuestra cuán entrelazados se han vuelto los mercados de oro legales e ilegales en Perú.

Las investigaciones llevadas a cabo por la agencia de aduanas de Perú, la unidad de delitos financieros, e investigadores de lavado de dinero, han enumerado 60 de los 120 exportadores de oro de Perú que han mostrado estar implicados en el comercio ilegal de oro, según el último informe de El Comercio.

Tres de las empresas nombradas están conectadas a una misma empresa matriz, Axbridge Corp, la cual está registrada en el paraíso fiscal de las Islas Vírgenes Británicas.

La más grande de esas empresas, Darsahn, fue el cuarto mayor exportador de oro en Perú en 2013. Sin embargo, cuando El Comercio visitó las oficinas de la empresa, lo que encontró fue un apartamento de familia sobre un restaurante.

En la lista también había cuatro empresas financiadas por Pedro Pérez Miranda, alias “Peter Ferrari”, quien en la década de los noventa fue acusado de narcotráfico y lavado de dinero. Pérez primero llamó la atención de las autoridades al exportar barras de hierro pintadas para que parecieran oro, y luego fue acusado de vínculos con narcotraficantes colombianos. Sin embargo, en 2002 fue absuelto de estos cargos.

Análisis de InSight Crime

El lugar de extracción de oro ilegal en Perú es una tierra de nadie de barones del oro, trabajo forzado y prácticas mineras irresponsables. Sin embargo el proceso de tomar el oro extraído en tales regiones para el mercado implica operaciones más sofisticadas, llevadas a cabo por las empresas legalmente registradas.

Una vez que el oro llega a las manos de los exportadores, por lo general, ya ha sido provisto con recibos falsos de origen, permitiéndole a las empresas enviarlo al extranjero, donde se funde y se mezcla con la oferta legal.

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Sin embargo, el hecho de que la mitad de todos los exportadores se encuentren bajo sospecha de las autoridades, indica que estas empresas no son entidades inocentes engañadas por las falsificaciones, sino que probablemente son participantes activos en el lavado de oro ilegal.

El hecho de que algunas de estas empresas parezcan ser poco más que operaciones fachada, mientras que otras tienen vínculos con personas con presuntos nexos con la droga, subraya aún más el carácter turbio de las empresas que están apoyando lo que, según algunas estimaciones, es una industria ilegal de unos US$ 3 mil millones anuales.