Uno de los negociadores del mayor grupo revolucionario aún en armas en Colombia, el ELN, se ha manifestado sobre el proceso de paz con los insurgentes y su posición en el cambiante mundo del hampa en Colombia. Pero la imagen que él dibuja tiene poco que ver con las realidades de un grupo que está jugando un papel fundamental en la reconfiguración de la dinámica del crimen organizado colombiano.
En entrevista con Verdad Abierta, Carlos Reyes describió los últimos avances en los diálogos de paz que se llevan en Quito, Ecuador, entre el gobierno colombiano y el Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Según Reyes, los negociadores ya crearon dos submesas de trabajo en las que se analiza la participación de la sociedad civil en el proceso de paz y acciones humanitarias.
Reyes insistió en que hay un respaldo unificado al proceso de paz en el grupo guerrillero y negó las afirmaciones de que el Comando Central del ELN se ve a gatas para mantener el control de los frentes guerrilleros repartidos por todo el país. Sin embargo, descartó la posibilidad de que el ELN declare un cese unilateral al fuego para desescalar el conflicto.
“El cese al fuego debe ser bilateral, acordado, verificado y respetado por las dos partes”, puntualizó.
Reyes negó que el ELN esté copando los espacios dejados por la desmovilización de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Pero a la vez, repitió la declaración dada por el jefe del ELN Pablo Beltrán de que la guerrilla “irá donde la llamen”.
En relación con la intensificación del conflicto en el departamento de Chocó, oeste de Colombia, donde el ELN mantiene una disputa de larga data con el grupo neoparamilitar Los Urabeños, Reyes aseguró que el interés del ELN en la región no tiene que ver con el control de estupefacientes, minería ilegal y corredores de tráfico, sino con la organización de comunidades para resolver problemas, como la corrupción, la pobreza y el abandono estatal.
Reyes también acusó al Estado de actuar en connivencia con Los Urabeños en Chocó, y señala como evidencia de ello el movimiento sin obstáculos de grandes grupos de combatientes de Los Urabeños en la región.
“Este grupo paramilitar tiene todo el apoyo, inteligencia y coordinación con las Fuerzas Militares del Estado”, señaló.
Análisis de InSight Crime
Los comentarios de Reyes muestran la faceta del ELN que la guerrilla quisiera mostrarle al mundo: la de una fuerza revolucionaria que trabaja por el bien de agobiadas por la pobreza y el abandono y cuentan con su apoyo, confrontando la corrupción estatal, el paramilitarismo y las industrias explotadoras, y que ahora se prepara para la paz. Sin embargo, aunque puede haber algo de verdad en muchas de sus declaraciones, la realidad en el terreno es muy distinta.
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Con la salida de las FARC, que se encuentran congregadas en campamentos de desmovilización en todo el país, el ELN se ha encontrado con una oportunidad única de aumentar su influencia y riqueza, aun cuando estén hablando de paz en Quito. Y a pesar de los comentarios de Reyes, existe evidencia sólida de que están sacando partido y buscando llenar el vacío dejado por las FARC en regiones con economías criminales lucrativas o importancia geográfica estratégica.
El ejemplo que menciona Reyes —Chocó— constituye una cruda advertencia de cómo la actual situación puede atizar nuevos ciclos de conflictos criminales con la adaptación del hampa colombiano a la salida de las FARC. Si los diálogos de paz con el ELN no avanzan con rapidez, pueden surgir conflictos como estos por intentos del ELN de incrementar sus finanzas y su influencia territorial, ya sea para reforzar su posición en la negociación o para seguir librando la guerra.