Es comprensible el impacto que causaron las imágenes en Brasil y el resto del mundo. Ladrones de bancos huyendo a gran velocidad en su vehículo de escape, con rehenes amarrados al techo y el capó. Los videos se ven granulosos, tomados con prisa por los residentes vecinos mientras la escena se desarrollaba bajo sus pies.

Pero la violencia en Araçatuba, ciudad de 200.000 habitantes en el extremo oeste de São Paulo, no es un caso aislado. Es tan solo el último de una serie de robos perpetrados con una violencia estrafalaria, donde docenas de ladrones paran todo un centro de una ciudad, plantan numerosos explosivos y asaltan varios bancos a la vez.

En Araçatuba, el ataque se inició la mañana del 30 de agosto. Alrededor de 15 a 20 ladrones bajaron al centro de la ciudad y atacaron tres bancos, según informaciones de los medios. Luego de los ataques, algunos transeúntes fueron detenidos y tomados como rehenes, mientras que otros bloqueaban las calles cercanas a las estaciones de policía y otras vías principales, para despejar la vía de escape. Alrededor de la ciudad se hallaron hasta 20 dispositivos explosivos, como informó la policía, aunque no se conoce con certeza en qué punto del ataque se instalaron y cuántos de ellos estaban preparados para detonar. El comunicado de la policía incluso decía que la banda usó drones para monitorear la respuesta.

Al momento de la huida de la escena, hubo intercambio de disparos con la policía militar y los vecinos hicieron algunos videos donde se veía cómo los rehenes eran obligados a desfilar por la calle, amarrados al exterior de un vehículo, mientras los autos iban a toda velocidad en medio de disparos.

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Los criminales lograron escapar dejando tres muertos y cinco personas heridas. El primero fue identificado como un empresario local, a quien los ladrones le dispararon mientras filmaba los hechos con su teléfono. Otro fue un repartidor atrapado en una explosión mientras iba en su bicicleta. El tercer cuerpo al parecer era de uno de los asaltantes y fue hallado en un auto, pero hasta el momento no se ha dado información sobre su identidad.

El ataque presentó grandes semejanzas con otro audaz robo bancario, ocurrido en noviembre de 2020 en Criciúma, ciudad del estado de Santa Catarina, al sur de Brasil. Alrededor de 30 individuos fuertemente armados se tomaron el centro de la ciudad por unas dos horas, mientras se llevaban cerca de 125 millones de reales (US$24 millones) en efectivo de varios bancos y tomaban varios rehenes antes de huir. Despojaron a los rehenes de su ropa y los obligaron a sentarse atravesados en las vías principales para impedir que la policía los persiguiera. Casi 30 kilos de explosivos fueron decomisados en toda la ciudad, pero no hubo ningún muerto; apenas un agente de policía con heridas graves.

Fotografía de los rehenes obligados a sentarse en una calle de Criciúma. Foto: Twitter

Análisis de InSight Crime

Estos ataques se han dado a conocer como “novo cangaço” (nueva lucha) en referencia a una forma de bandolerismo que se inició en Brasil en los siglos XIX y XX. Hasta comienzos del siglo XX, el nordeste de Brasil padeció ataques de grupos de bandidos ambulantes que atacaban ciudades enteras, cometiendo robos, homicidios y violaciones. Los expertos señalan la pobreza generalizada y la explotación de los latifundistas como la causa de muchas de esas acciones.

Hay paralelos entre la situación actual del país, dados los nexos bien demostrados entre la falta de oportunidades económicas, la corrupción y la delincuencia en Brasil.

Pero los ataques ya no se localizan en el nordeste. Sin contar algunas excepciones, como los asaltos de noviembre de 2020 en Criciúma, los ataques más recientes del novo cangaço se han centrado en el estado de São Paulo. Allí se reportaron 23 robos de bancos en 2020, 44 por ciento más que en 2019, según datos de la secretaría de seguridad pública del estado. Aunque no todos ellos exhibieron ese grado de planificación, dos de ellos se destacaron.

En noviembre de 2020, unos 20 hombres asaltaron bancos en la ciudad de Araraquara, São Paulo, y también en esa ocasión dejaron explosivos tras de sí y se enfrentaron a tiros con la policía. En julio, los ladrones volaron un banco en la ciudad de Botucatu e intentaron volar otros más con dinamita. También en ese hecho, se obligó a los rehenes a sentarse en medio de la vía y los ladrones huyeron con solo un muerto en su bando.

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En 2017, un ataque tan espectacular como los anteriores ocurrió en Ciudad del Este, Paraguay, cerca de la frontera con Brasil, donde docenas de asaltantes armados atacaron la oficina de una empresa de seguridad que prestaba a bancos el servicio de transporte de dinero en efectivo.

Hasta la fecha, en varios de estos ataques se ha encontrado relación con el principal grupo criminal de Brasil, el Primer Comando de la Capital (Primeiro Comando da Capital, PCC), incluidos los robos de AraraquaraBotucatu y Paraguay. Aunque el grupo tiene presencia en todo el territorio nacional y en el vecino Paraguay, el PCC tiene su base de operaciones en São Paulo, lo que le permitiría dar golpes en ciudades de todo el estado.