Las disidencias de las FARC o ex-Farc Mafia son grupos de excombatientes de la antigua guerrilla, Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que se opusieron o desencantaron del proceso de paz con el gobierno colombiano desde 2016 y se han ido saliendo para regresar a la ilegalidad.
Tienen presencia en al menos 16 departamentos de Colombia, incluyendo las zonas fronterizas con Venezuela, Brasil y Ecuador, desde donde buscan controlar diferentes economías criminales como el narcotráfico y la minería ilegal de oro. Si bien su número va en aumento, se estima que hasta el momento tienen alrededor de 3.000 combatientes.
Historia
Las divisiones al interior de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) frente al proceso de paz con el gobierno colombiano comenzaron a evidenciarse poco después de haber comenzado las negociaciones. A pesar de que el Secretariado de las FARC mostraba voluntad para poner fin a mas de medio siglo de lucha armada, algunos de los cabecillas más importantes de esta guerrilla entraron con dudas al proceso o simplemente no participaron de este.
El primero en distanciarse de las negociaciones de paz fue Néstor Gregorio Fernández. alias “Iván Mordisco”, comandante del histórico Frente Primero Armando Ríos. En julio de 2016, este informó a la Mesa de Conversaciones en Cuba su decisión de retirarse del proceso de paz, por medio de una carta en la que aseguraba que este frente no se concentraría ni entregaría sus armas, y adicionalmente lo reivindicaba como una unidad que se mantenía en pie para combatir las causas estructurales del conflicto armado.
Ante esta situación, el Secretariado de las FARC en Cuba ordenó a Miguel Botache Santillana, alias “Gentil Duarte”, regresar a Colombia para retomar la comandancia de este frente y restablecer su disciplina. Duarte, guerrillero con más de treinta años de trayectoria y liderazgo ideológico, fue uno de los primeros comandantes guerrilleros en viajar a Cuba en 2012 y participar activamente en la mesa. En 2015 pasó a integrar el Estado Mayor Central de las FARC y estuvo en la X Conferencia guerrillera en 2016, donde apoyó públicamente el proceso de paz y al Secretariado.
Sin embargo, al llegar al Guaviare, Iván Mordisco le ofreció unirse a la disidencia para continuar principalmente con el control del narcotráfico en el sur del país. Ante esta propuesta, Gentil dejó el proceso de paz a finales del 2016 y se escapó con US$1.35 millones y varios de sus hombres del Frente Séptimo.
Este hecho tuvo fuertes implicaciones para el futuro del proceso, pues luego de conocer la salida de Duarte, el Secretariado expulsó de sus filas a otros cuatro comandantes que también se habían opuesto a las negociaciones, por considerar que estaban en contradicción con la línea del movimiento. Estos fueron Géner García Molina, alias ‘Jhon 40’, “Euclides Mora”, “Julián Chollo” y “Giovanny Chuspas”.
Desde entonces miles más se opusieron o simplemente se fueron desencantado del proceso de paz y se han ido saliendo para regresar a la ilegalidad, y es de este grupo de exguerrilleros de donde está surgiendo la mafia de las ex-FARC. Esta nueva generación de grupos criminales está compuesta tanto por exintegrantes de las FARC como por nuevos reclutas, que se están apoderando de las economías criminales que antes controlaban las redes guerrilleras. A pesar de que estas unidades han intentado reconstruir una estructura política, hasta el momento no es claro que lo hayan logrado, por lo cual se entiende que su objetivo es principalmente económico.
Actualmente, se han identificado por lo menos 37 unidades criminales relacionadas con la mafia ex-FARC. Sin embargo, no todas son iguales. Se diferencian en número, capacidad armada, liderazgos, alianzas con otros grupos criminales, disputas y penetración en economías ilegales.
En contraste con las claras jerarquías que tenían las FARC, estos elementos disidentes operan más bien como una federación, en la que sus líderes trabajan como socios comerciales. En este sentido, estos grupos buscan expandirse para controlar diferentes economías criminales como la minería ilegal en Cauca y Valle del Cauca, o valiosas rutas del tráfico de drogas hacia Venezuela, Ecuador y Brasil. El objetivo en esta última actividad es controlar toda la cadena de suministro de cocaína, desde la producción de pasta base hasta su transporte por las fronteras colombianas.
Estas estructuras también se diferencian de la antigua guerrilla en términos de su relacionamiento con la sociedad civil, pues dadas las diferencias en cada región donde operan, esta interacción no es del todo clara. A diferencia de las FARC, que en su mayoría mantenía profundas relaciones con las comunidades rurales, la mafia de las exfarc parece estar más interesada en desarrollar su capacidad delictiva que en construir redes y espacios de interacción con estas comunidades. Sin embargo, en algunas regiones, estas estructuras si ejercen algún tipo de control social, sin que esto signifique que promuevan o persigan una ideología en particular.
Respecto a su situación económica, las autoridades colombianas confiscaron el año pasado el primer conjunto de activos presuntamente pertenecientes a una red disidente de la mafia ex-FARC, lo cual ofrecen información significativa sobre el poder económico de estas estructuras. Si bien aún no es claro si estos activos eran nuevas adquisiciones financiadas mediante economías ilegales, es posible que este capital también provenga de los activos que quedaron en poder de los disidentes cuando abandonaron el proceso de paz.
Con estos recursos robados y posiblemente miles de hectáreas de tierra dedicada al narcotráfico ahora bajo su control, los elementos disidentes están amasando gran poder y territorio, lo que podría convertirlos en una amenaza para la seguridad nacional y posiblemente regional.
Liderazgo
A diferencia de cómo funcionaban las antiguas FARC con una estructura claramente jerarquizada, los elementos disidentes que componen la exfarc mafia operan más bien como una federación, en la que los diversos comandantes coordinan acciones según sus intereses económicos y comerciales, en lugar de trabajar como una organización escalafonada.
Un claro ejemplo de este modelo de organización es la forma en que operan los frentes primero y séptimo, a cargo de Iván Mordisco y Gentil Duarte respectivamente, dos de los frentes y líderes más importantes de las exfarc mafia.
Como socios principales, Duarte y Mordisco están a cargo de su respectivo frente pero mantienen una alianza en el control del territorio y las rutas del narcotráfico que tienen hacía Venezuela y Brasil a través de los departamentos de Guaviare, Vaupés y Guainía. Dentro de esta federación Jhon 40 también juega un rol importante, ya que su apoyo les ha permitidos a estos elementos disidentes ejercer control sobre el suroriente colombiano y las salidas de esta zona hacia otros países.
Se sabe que Gentil tiene alianzas con grupos criminales internacionales como el Comando Vermelho de Brasil, con el que estaría intercambiando marihunana y cocaína por armas y municiones en la frontera entre Guaviare y con emisarios del Cartel de Sinaloa, quienes buscan garantizar el flujo de cocaína desde esa zona hasta México.
Geografía
Las estructuras que componen la mafia ex-FARC han surgido y se han extendido principalmente en áreas de alta concentración de cultivos de coca o minería ilegal y a lo largo de corredores de tráfico interno, así como puntos de despacho internacional de la droga incluyendo las zonas fronterizas con Venezuela, Brasil y Ecuador.
Si bien estas estructuras no ejercen completo control de los territorios donde operan, hasta el momento se ha registrado su presencia en al menos 16 departamentos de Colombia: Nariño, Putumayo, Cauca, Valle del Cauca, Choco, Antioquia, Arauca, Meta, Caquetá, Guaviare, Tolima, Huila, Amazonas, Vichada y Guainía.
Aliados y Enemigos
Como resultado de su estructura federada y debido a las diferencias en la operación de cada uno de los elementos disidentes que componen a la ex-FARC Mafia, no es preciso hablar de un solo aliado o enemigo específicamente, dado que sus alianzas o disputas a lo largo del territorio nacional responden a las características de cada uno de los lugares donde operan. Este relacionamiento se puede dar en función de las economías ilegales que allí se manejen, la presencia de otros grupos armados o incluso su interacción con las comunidades allí presentes.
Se ha podido observar que estas estructuras crean alianzas con otros grupos criminales que les permitan mantener control estratégico de cada zona, así como de su respectiva economía ilegal. Sin embargo, estas alianzas pueden ser de diversa índole y con más de un grupo armado como por ejemplo el ELN, los Urabeños, los Caparrapos e incluso con otros elementos disidentes ex-FARC.
En este mismo sentido, las disputas que se han presentado desde la aparición de estos grupos también giran en torno a la lucha por conservar o ampliar el control de lugares estratégicos en el país. Este es el caso de las confrontaciones que diferentes estructuras ex farc mafia han tenido con miembros del Ejército Popular de Liberación (ELP), en los departamentos de Valle del Cauca y Norte de Santander, particularmente en la zona del Catatumbo.
Perspectivas
Ante las fracturas que continúa experimentando el acuerdo de paz con el gobierno y el crecimiento del comercio de las drogas, es altamente probable que la mafia de las ex-FARC continúe aprovechando su experiencia y conocimiento militar para seguir creciendo y convertirse en uno de los actores territorial más poderoso de la nueva generación del hampa colombiano.
Sin embargo, esto no significa que todos los excombatientes que continúan abandonado el proceso lo hagan exclusivamente por el incentivo del narcotráfico. El descontento y la falta de oportunidades serían otras de las razones que podrían impulsar a los ex miembros de las FARC a salirse del proceso y reincidir en las actividades criminales de esa extinta guerrilla.
El reciclaje de violencia y el aumento de excombatientes en las filas de nuevos grupos, puede ser consecuencia de los incumplimientos o modificaciones en los acuerdos de paz en La Habana, que continúan expuestos a distintas voluntades políticas sin que se defina una política de Estado concreta que los respalde. A esto se suma la falta de protección a los excombatientes desmovilizados, a quienes se les continúa persiguiendo en parte como consecuencia de la ineficiencia del estado para garantizar sus condiciones de seguridad.
Hasta el momento, se sabe que alias “Gentil Duarte” lleva más de un año intentando reconstruir las unidades disueltas de la exguerrilla en una fuerza de combate unida. El plan inicial tenía previsto extender la influencia de lo que las disidencias rememoran como el Bloque Oriental de las antiguas Farc en el sur del país.
Sin embargo, el camino a una eventual unificación no es tan sencillo. Las diferencias entre cada una de estas estructuras hacen que no todos los disidentes concuerdan automáticamente con el proyecto de Duarte. Varios prefieren mantener su pequeña empresa de narcotráfico más a nivel local que a una escala nacional o incluso multinacional.
Así mismo, dados los conocimientos en actividades criminales como narcotráfico y explotación ilegal de oro, es probable que unidades disidentes a lo largo del país que aún no se han unido a Duarte estén en demanda, y otros grupos ilegales como el ELN o los Urabeños quieran reclutarlos dentro de sus filas.
Estas diferencias entre unidades de las ex-FARC podrían verse diezmadas en el futuro si estas logran encontrar un líder nacional con larga trayectoria y liderazgo en las antiguas FARC. Para eso sobresalen personajes como Luciano Marín Arango, alias “Iván Márquez” , y Hernán Darío Velásquez, alias “El Paisa”, quienes hasta el momento no se han presentado ante la JEP para cumplir con sus obligaciones en la construcción de verdad, luego de abandonar el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación en el que se encontraban en Miravalle, Caquetá en julio 2018.
Su importancia para la mafia de las ex-FARC radica en la destreza militar y liderazgo del Paisa y la influencia política de Márquez, lo cual no solo les brindaría legitimidad para concretar una potencial unificación entre las estructuras disidentes que ya existen, sino que en caso de abandonar completamente el proceso de paz estarían en la capacidad de llevarse muchos más hombres para engrosar las filas de las disidencia.
Es en este contexto de crecimiento y expansión que el prontuario criminal de alguien como el Paisa se convertiría en un recurso clave para la exfarc mafia. No solo por sus conocidos lazos con el narcotráfico sino además por las habilidades estratégicas y militares que adquirió al mando de la columna móvil Teófilo Forero, a la cual se le responsabiliza por el secuestro de 12 diputados del Valle del Cauca en 2002 y del conocido atentado al Club El Nogal en 2003.
Por estas razones y en caso de que la inestabilidad política en la que se encuentran sumidos los acuerdos continúe y termine por erosionar definitivamente la participación del Paisa, Márquez y otros importantes líderes de las antiguas FARC en el proceso, el futuro de los acuerdos de paz podría estar seriamente en riesgo.