Los Caparros, también conocidos como Frente Virgilio Peralta Arenas y Caparrapos, son un grupo sucesor de los paramilitares fuertemente involucrado en el narcotráfico en los departamentos colombianos de Antioquia y Córdoba.

Anteriormente, el grupo operaba como parte de la red de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), pero en los últimos años ha librado una dura guerra contra sus antiguos socios por el control del narcotráfico y la minería ilegal de oro en el noroeste de Colombia.

Los Caparros se separaron de los gaitanistas tras el acuerdo de paz de 2016 que llevó a la desmovilización de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). El grupo aprovechó la agitación post-FARC para abrirse camino en el Bajo Cauca antioqueño y en el sur de Córdoba. Su avance se vio facilitado por alianzas estratégicas localizadas, aunque frágiles, con elementos de las ex-FARC mafia y la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN), que le ayudaron en sus enfrentamientos con las AGC.

En junio de 2021, el gobierno colombiano declaró que Los Caparros habían sido completamente desmantelados. Sin embargo, esta afirmación parece haber sido prematura, ya que hay indicios de que el grupo no solo sigue activo, sino que está reactivando su conflicto con los Gaitanistas.

Historia

Los Caparros surgieron del caos criminal que siguió a la desmovilización de la red paramilitar Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).

Algunos informes mencionan un grupo conocido como los Caparrapos que fue creado en el municipio de Caparrapí, Cundinamarca, por Carlos Mario Jiménez Naranjo, alias “Macaco”. Sin embargo, la mayoría de las fuentes coinciden en que Los Caparros se formaron a partir de una facción del Bloque Mineros de las AUC dirigido por Virgilio Peralta Arenas, alias “Víctor Caparrapo”, que también procedía de Caparrapí. Tras la desmovilización de las AUC en 2006, los Caparros se formaron a partir de elementos disidentes del Bloque Mineros del Bajo Cauca que se negaron a desarmarse.

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La desmovilización de las AUC generó una multitud de grupos criminales sucesores de los paramilitares, pero pronto empezaron a integrarse en redes más grandes que funcionaban bajo un modelo de franquicia, en el que las células respondían a los líderes nacionales, al tiempo que mantenían cierto nivel de autonomía local. Los Caparros se unieron a la franquicia de las AGC, convirtiéndose en el Frente Virgilio Peralta Arena, pero mantuvieron su autonomía territorial y criminal, incluido el control de la extorsión, la minería ilegal y la producción de cocaína, según informes de riesgo de la Defensoría del Pueblo de Colombia.

El grupo también llegó a un acuerdo tácito con las FARC basado en una delimitación geográfica que permitiría a todos los actores criminales acceder a los corredores de tráfico de armas, precursores químicos, pasta de coca, cocaína y metales preciosos.

Sin embargo, este equilibrio se rompió con la desmovilización de las FARC en 2017 y los constantes golpes a los Gaitanistas por parte de las Operaciones Agamenón I y II.

Los Caparros se expandieron hacia los territorios que dejaron los Frentes 18 y 36 de las FARC. A medida que lo hacían, empezaron a distanciarse de los Gaitanistas y, en 2017, las dos partes habían entrado en una disputa por el control territorial.

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Al mismo tiempo, en Cáceres, Antioquia, y Tarazá, Córdoba, Los Caparros entraron en conflicto armado con el Frente Julio Cesar Vargas de las AGC cuando éste pretendía obtener el control total de las zonas de procesamiento de coca y las rutas de tráfico en los territorios controlados por los Caparros. Por su parte, los informes indican que Los Caparros intentaron vender los derechos sobre el territorio que les habían asignado los Gaitanistas a un líder de la Oficina de Envigado.

Mientras los Caparros se independizaban, buscaron prosperar a través de alianzas como la que establecieron con los Paisas y con elementos del Frente 18 de las ex-FARC mafia desde principios de 2018. De igual forma, establecieron una sociedad con Ricardo Abel Ayala, alias “Cabuyo”, jefe de las disidencias del Frente 36, a través de la cual establecieron regulaciones para el precio y la compra de pasta de coca en Briceño y Valdivia.

Con el fin de seguir acumulando fuerzas en el Bajo Cauca, Los Caparros también establecieron una alianza temporal con la guerrilla del ELN, según informes de las comunidades locales, que fueron testigos de cómo ambos grupos llevaban a cabo operaciones militares conjuntas.

Los Caparros, que acababan de independizarse, pronto se convirtieron en uno de los principales grupos delictivos de la región, y sus filas alcanzaron al menos 450 miembros, según algunos testimonios.

Su violento ascenso también atrajo la atención de las autoridades, y los Caparros pronto se convirtieron en objetivo de las fuerzas de seguridad. Una serie de operaciones militares y detenciones de alto nivel debilitaron al grupo, hasta que en 2021 el Ministerio de Defensa declaró que había sido completamente destruido.

Sin embargo, desde entonces, los medios de comunicación han seguido informando de casos de extorsión, asesinatos y alianzas con otros grupos armados. Además, las organizaciones colombianas de seguimiento del conflicto afirman que el grupo sigue teniendo presencia en el Bajo Cauca y el Nordeste de Antioquia, y que continúa disputándose el territorio con los Gaitanistas. Algunos informes sugieren que el grupo se está rearmando en algunas zonas bajo el nombre de “Los de Abajo”.

Liderazgo

Los Caparros surgieron inicialmente como una organización independiente bajo el liderazgo de José Horacio Abello, alias “Seis-Siete”. Sin embargo, Seis-Siete fue capturado en marzo de 2017, y fue reemplazado por Emiliano Alcides Osorio Maceas, alias “Pilatos” o “Caín.”

Caín fue asesinado por las fuerzas de seguridad en noviembre de 2020, dejando a Robinson Gil Tapias, alias “Flechas”, como nuevo jefe del grupo. Sin embargo, Flechas fue asesinado menos de un año después durante una incursión del ejército en el municipio de Cáceres.

Desde entonces, informes de medios de comunicación colombianos y de grupos de seguimiento del conflicto sugieren que el grupo podría estar rearmándose bajo el liderazgo de Claudio Alonso Maturana Hurtado, alias “el Negro Cristian”.  

En su apogeo, Los Caparros estaban divididos en tres frentes: el Frente Elmer Ordoñez Beltrán, el Frente Carlos Mario Tabares y el Frente Norberto Olivares. Sin embargo, no se sabe hasta qué punto esta estructura permanece intacta en la actualidad.

Geografía

Desde sus inicios, Los Caparros han tenido su bastión en la región del Bajo Cauca antioqueño, sobre todo en los municipios de Tarazá, Cáceres, Caucasia y El Bagre. La retirada de las FARC, junto con las alianzas criminales de Los Caparros, les permitió expandirse por el norte de Antioquia y el sur de Córdoba, especialmente en las regiones del Nudo de Paramillo y el Nordeste antioqueño. Según el grupo colombiano de seguimiento del conflicto Indepaz, en su punto álgido, alrededor de 2019, Los Caparros estaban presentes en 23 municipios. En 2022, el grupo se había replegado a zonas rurales de los municipios de Caucasia y Segovia, pero había indicios de que volvía a adentrarse en El Bagre.  

Los Caparros están involucrados en todas las etapas del narcotráfico en los departamentos de Antioquia y Córdoba. En la subregión de Urabá, controlan las plantaciones de coca, su transformación en cocaína y su envío a los mercados internacionales. Según datos oficiales del gobierno, el grupo llegó a controlar hasta 12.000 hectáreas de plantaciones de coca.

El grupo también está implicado en la minería ilegal de oro, especialmente en los municipios de Caucasia y Bagre. Se dice que el grupo criminal obtenía un beneficio mínimo mensual de US$725.000 solo en una zona rural de El Bagre.

Los Caparros también extorsionan a empresas y narcotraficantes en las zonas que controlan.

Aliados y Enemigos

Tras separarse de las AGC, Los Caparros se expandieron estableciendo alianzas tácticas con diversos actores criminales para controlar corredores y territorios clave para el narcotráfico y contrarrestar la influencia de sus enemigos. Entre ellos estaban los Paisas, los frentes 18 y 36 de las ex-FARC mafia y el ELN. En la mayoría de los casos, estos acuerdos parecen haber sido de naturaleza temporal, basados en el cumplimiento de objetivos específicos de beneficio mutuo.

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Desde su separación, los principales enemigos de Los Caparros han sido los Gaitanistas. En varios momentos, el grupo se ha enfrentado al Frente Julio César Vargas en Cáceres; al Frente Francisco Morelos Peñate en Caucasia; y al Frente Rubén Darío Ávila en el norte de Tarazá.

Perspectivas

Sin duda, Los Caparros han quedado debilitados por sus conflictos criminales y las operaciones de las fuerzas de seguridad, y ya no son el grupo que fueron en su apogeo. Sin embargo, las afirmaciones del gobierno de haber desmantelado el grupo fueron claramente prematuras.

El grupo podrá recurrir a una gran experiencia delictiva y a sus conexiones para intentar reconstruirse. No obstante, su éxito dependerá en gran medida de su capacidad para competir con un enemigo mucho más poderoso: las AGC.