Los Gaitanistas, también conocidos como Clan del Golfo, Urabeños y Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), surgieron de las cenizas del movimiento paramilitar colombiano y se convirtieron en la fuerza criminal dominante en Colombia, con alcance a nivel nacional. Sin embargo, debido a la presión de las autoridades, la influencia de los líderes sobre cada una de las células que conforman esta red nacional es cada vez más débil, y el grupo tiene el riesgo inminente de dividirse en facciones independientes.

Es posible que este proceso se acelere aún más con la captura, en octubre de 2021, del cabecilla del grupo, Dairo Antonio Úsuga, alias “Otoniel”, por parte de las fuerzas de seguridad, al norte de Colombia. Si bien el control que Otoniel ejercía había estado disminuyendo durante unos años debido a las constantes persecuciones, él siguió siendo un líder identificable para el grupo, y su captura puede desencadenar una mayor fragmentación.

Con la llegada de Gustavo Petro a la presidencia de Colombia, en agosto de 2022, el grupo inició conversaciones de paz con el gobierno colombiano para llegar a un eventual desarme. Sin embargo, tras varias acciones violentas de órden público en marzo de 2023, el gobierno decidió romper el cese al fuego acordado entre ambas partes.

Historia

El nombre de Los Urabeños proviene de Urabá, una región al noroccidente del país, cerca de la frontera con Panamá, que comparte espacio geográfico con los departamentos de Antioquia, Chocó y Córdoba. Se trata de una región muy apetecida por los narcotraficantes, ya que ofrece acceso a las costas del Pacífico y el Caribe desde Antioquia y Chocó. El grupo se autodenomina Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) y es conocido como el Clan del Golfo por parte del gobierno colombiano.

En sus orígenes se puede rastrear al conocido caudillo paramilitar Vicente Castaño, quien en 2006 se separó del proceso de desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y rearmó una unidad paramilitar con dos de sus tenientes, el comandante del Bloque Calima de las AUC, Ever Veloza García, alias “HH”, y Daniel Rendón Herrera, alias “Don Mario”, el jefe de finanzas oficial de una de las facciones paramilitares más ricas, el Bloque Centauros.

Cuando Castaño fue asesinado en marzo 2007, al parecer después de ser traicionado por HH, Don Mario heredó la red, y puso a trabajar a paramilitares reclutados en Urabá, donde su hermano Fredy, alias “El Alemán”, había comandado el fuerte Bloque Elmer Cárdenas de las AUC, compuesto por 2.000 hombres.

Don Mario rápidamente ensambló una fuerza de combate conformada por cerca de 80 hombres, y luego monopolizó esta importante ruta de tráfico de drogas, cobrándoles un impuesto a los traficantes por cada kilo de cocaína que pasaba por su territorio. En 2008, Don Mario era uno de los traficantes más ricos de Colombia, y en uno de los más buscados. Comenzó a expandir su imperio moviéndose hacia el sur de Córdoba (a la región del Bajo Cauca en el norte de Antioquia) y hacia Medellín. Las AGC pronto se comenzaron a enfrentar a rivales como Los Paisas, Los Rastrojos y la Oficina de Envigado. La Policía culpó a la organización de Don Mario por al menos 3.000 homicidios cometidos entre 2007 y 2009.

Don Mario fue capturado en abril de 2009, en una granja en zona rural de Urabá, por un equipo de 200 unidades de la policía. Tras su captura, las AGC quedaron bajo el control de Juan de Dios Úsuga, alias “Giovanni”, y Darío Antonio Úsuga, alias “Otoniel”, dos hermanos que habían empezado sus carreras criminales en la guerrilla del Ejército Popular de Liberación (EPL), ya desmovilizada, luego de lo cual pasaron a las filas de las AUC.

Los hermanos Úsuga reunieron a otros guerrilleros del EPL convertidos en paramilitares, quienes conformaron el núcleo militar de las AGC —una junta directiva disciplinada y competente, conocida como el Estado Mayor—. Estos lanzaron un nuevo plan de expansión, enviando lugartenientes de confianza de Urabá para que tomaran el control de áreas estratégicas para el narcotráfico, preferiblemente mediante alianzas y acuerdos, pero también con el uso de la violencia.

En enero de 2012, Giovanni, el cerebro de la estrategia de las AGC, fue asesinado durante una redada de la policía en una finca en el departamento de Chocó, por lo que Otoniel quedó como máximo líder. A pesar de este contratiempo, las AGC continuaron su expansión y, cuando el líder de sus principales rivales, Los Rastrojos, se entregó a las autoridades a mediados de 2012, les quedó el camino libre para convertirse en la organización criminal dominante de Colombia.

Su influencia se extendió por todo el país y pronto llegaron a controlar las zonas de producción de drogas, los corredores de tráfico y los puntos de salida internacional en todo el norte de Colombia, a lo largo de las costas del Atlántico y el Pacífico, y en la frontera con Venezuela.

Para facilitar esta expansión, las AGC también desarrollaron un nuevo modelo de crimen organizado. Mientras que algunas de sus células eran controladas directamente, en otros casos absorbían grupos criminales locales, los cuales operaban como miembros semiautónomos de la “franquicia” de las AGC.

En 2015, el gobierno lanzó una gran ofensiva contra las AGC, conocida como “Operación Agamenón”. Si bien durante la primera fase de la operación se incautaron cargamentos de varias toneladas de cocaína y millones de dólares en activos, y se arrestaron cientos de miembros de las AGC, su principal objetivo, los comandantes del grupo, seguía sin alcanzarse.

Sin embargo, esto comenzó a cambiar en la fase dos de la operación, y en 2017 comenzaron a caer los nodos de mando de las AGC. En mayo de ese año, las fuerzas de seguridad capturaron a Eduardo Ortiz Tuberquia, alias “Gavilán”, y más tarde, en noviembre, asesinaron al jefe militar Luis Orlando Padierma, alias “Inglaterra”. Ese mismo año, la policía colombiana afirmaba que Agamenón había desmantelado a “la mitad” de las AGC, aunque dicha cifra es difícil de cuantificar.

Dado que la presión sobre él aumentaba, y después de dos años de acercamientos tentativos, en septiembre de 2017 Otoniel propuso entregarse y desmovilizar a las AGC, e incluso apareció en un video público en el que apeló al gobierno colombiano.

Su propuesta fue rechazada, y la Operación Agamenón se amplió, hasta convertirse en un grupo de tarea de 3.000 hombres en 2018. Esta continua presión debilitó el control de Otoniel, cuyos asesores más cercanos fueron capturados y asesinados, y sus familiares comenzaron a ser perseguidos.

Su hermano y uno de sus primos fueron arrestados y extraditados a Estados Unidos entre 2019 y 2021. Su hermana también fue recapturada y se encuentra a la espera de su extradición.

Después de que las autoridades estuvieran varios años tras su búsqueda, Otoniel fue capturado en octubre de 2021, en una operación en la cual participaron más de 100 policías y 500 miembros del ejército.

Posteriormente, en mayo de 2022, el capo fue extraditado e imputado por una Corte de Nueva York por haber participado en una empresa criminal y conspirar para fabricar y distribuir cocaína dicho país. Sin embargo, Otoniel se declaró inocente.

Un día después de la extradición de su líder y con el fin de mostrar su poderío, las AGC declararon un paro armado que dejo paralizados a más de 11 departamentos y más de 180 municipios en todo el país. Este despliegue de fuerza impactó gravemente el orden público ocasionando bloqueos, confinamientos, toques de queda y  dejando a 24 civiles muertos. En el pasado, únicamente guerrillas como el Ejército de Liberación Nacional (ELN), habían logrado llevar a cabo un evento de esta magnitud.

A fines de 2022, las AGC manifestaron su disposición a participar en el plan Paz Total (Paz Total) presentado por el presidente de Colombia, Gustavo Petro, aunque no está claro si todos sus grupos y facciones dispares lo harían.

Actividades criminales

Las AGC se dedican principalmente al tráfico de drogas trasnacional. Algunos miembros del grupo líder son traficantes internacionales que manejan sus propias rutas; sin embargo, la red no opera tanto como un cartel, sino más bien como un proveedor de servicios para narcotraficantes independientes. El grupo controla territorios y regula o dirige el mercado de la base de coca, escoltando cargamentos a lo largo de corredores de tráfico internacionales, consiguiendo acceso a laboratorios de procesamiento (o protegiéndolos) y proveyendo almacenamiento y servicios de envío en las regiones costeras y fronterizas.

El modelo de red de las AGC requiere que las células locales sean autosuficientes financieramente. Por esa razón, estos grupos se han expandido a actividades como la minería ilegal, la extorsión y el microtráfico, y dirigen otras actividades criminales que se desarrollan en los territorios, o bien toman un porcentaje de dichas actividades.

Como parte de la reconfiguración del hampa tras la desmovilización de las FARC, las AGC de Otoniel se han visto involucrados en violentas guerras territoriales con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y los grupos de las ex-FARC mafia.

En 2020 y 2021, el grupo además se involucró, aunque de manera limitada, en la actual lucha por las economías criminales transfronterizas entre Colombia y Venezuela, y al parecer llegó a cierta alianza con sus antiguos enemigos, Los Rastrojos, para luchar contra el ELN en la zona. Sin embargo, en comparación con el ELN o las ex-FARC mafia, el impacto de las AGC en Venezuela ha sido menor. Dado que estos hechos ocurrieron en los últimos meses de libertad de Otoniel, se desconoce cuánta influencia tuvo él en los mismos.

También mantienen una relación de larga data con la mafia ‘Ndrangheta de Italia, creada en los días de las AUC, que mueve regularmente grandes cargamentos de cocaína a través del Atlántico.

Liderazgo y estructura

Las AGC establecieron un modelo de red mixto, en el cual aproximadamente un tercio de las células locales están directamente comandadas por el liderazgo en Urabá, mientras que las otras son organizaciones criminales locales que usan el nombre de las AGC y se espera que provean servicios o sigan órdenes estratégicas cuando se les solicita. La red está coordinada por un comando nacional ubicado en su fortaleza de Urabá, compuesta por guerrilleros del EPL y exmandos medios de las AUC que se convirtieron en paramilitares liderados por Otoniel. Sin embargo, este nodo ha sido devastado por recientes operaciones de las fuerzas armadas que han dejado a Otoniel como una figura cada vez más aislada, concentrado sobre todo en su supervivencia.

Otoniel fue capturado en la región de Urabá, al norte de Colombia, en octubre de 2021.

Después estar varios meses en prisión y después de que el Consejo de Estado aprobará la decisión,  Otoniel fue extraditado a Estados Unidos el 4 de mayo de 2022. Al siguiente día fue imputado por una Corte de Nueva York por liderar una organización criminal y tráfico de drogas. Sin embargo, el narcotraficante más buscado de Colombia se declaró inocente.

Tras su extradición, el liderazgo de las AGC pasó a manos de Jovanis de Jesús Ávila Villadiego, alias “Chiquito Malo”.

Nacido en el Urabá, corazón de las AGC, Chiquito Malo es un par de manos seguras después del golpe que supuso la captura de Otoniel. Ex paramilitar de las AUC hasta su desmovilización en 2004, fue comandante de la Estructura Central de Urabá, momento en el que controlaba las actividades de narcotráfico de las AGC en el Golfo de Urabá, territorio clave para el envío de drogas a Centroamérica y el Estados Unidos.

En 2015, fue considerado uno de los principales líderes del grupo. En junio de ese año, el gobierno de Estados Unidos emitió una acusación formal, identificándolo como uno de los principales líderes de la estructura del narcotráfico.

Cuando ascendió a la máxima posición en 2021, había dudas sobre si podría mantener unidos a las AGC. Pero hasta ahora, el grupo parece más resistente a la fragmentación de lo que se pensaba anteriormente.

Geografía

Las AGC y sus franquicias tienen presencia en por lo menos 17 departamentos de Colombia, y a nivel internacional. Su base y fortaleza se centran alrededor del Golfo de Urabá en los departamentos de Antioquia y Chocó y se extienden hasta Córdoba. Tienen una extensa presencia en el resto de estos departamentos, así como a lo largo de la costa Caribe, en la ciudad de Medellín y en departamentos como La Guajira, Santander, Valle del Cauca y Norte de Santander.

El grupo también tiene cierta presencia en la ciudad de Cúcuta y en sus alrededores, así como al otro lado de la frontera con Venezuela, en donde ha intentado disputarse territorios y economías ilegales pero debido a la fuerte presencia y consolidación que otros grupos como ELN tiene, no han logrado establecerse con éxito.

Además, recientemente se dieron una serie de arrestos en Panamá, que indican que las AGC subcontrataron a un grupo local el cual era el encargado de recibir y almacenar grandes cantidades de droga provenientes de Colombia. Esto demuestra la capacidad del grupo de expandir sus franquicias y coincide con el hecho de que las AGC controlan el tráfico de drogas y tráfico de personas en la frontera colombo panameña.

Aliados y enemigos

La competencia por el territorio provocada por la desmovilización de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) ha llevado al enfrentamiento de las AGC con la última guerrilla que queda en Colombia, el ELN. En el departamento de Chocó particularmente, estos rivales están enfrentados en una violenta guerra.

Por su parte, la nueva mafia conformada por los remanentes de las FARC tiene el poder de crear aliados y enemigos, dependiendo de si a ambas partes les conviene cooperar o competir por el territorio dejado por las guerrillas. En algunas áreas, particularmente en el departamento de Córdoba, las AGC están supuestamente cooperando con la ex-FARC mafia, mientras que en otras zonas, como en ciertas partes de Antioquia, se están enfrentando entre sí violentamente.

Además, a comienzos de 2018 había señales de que grupos criminales locales que anteriormente hacían parte de las AGC se están revelando contra el comando central de forma violenta, aumentando la posibilidad de que surjan nuevos enemigos desde el interior de la red. Esto puede estar vinculado a rumores sobre el impago del alto comando de las AGC a algunos de sus miembros debido a operaciones de las fuerzas armadas y a problemas de flujo de dinero.

En 2020 y 2021, se informó que el grupo había hecho una alianza con sus antiguos enemigos, Los Rastrojos, para luchar contra el ELN y las ex-FARC mafia en la frontera entre Colombia y Venezuela, particularmente en el departamento de Norte de Santander. Además, en el 2022, se registraron enfrentamientos con Los Pachenca, un grupo criminal de la Sierra Nevada de Santa Marta, por el control de las rutas del narcotráfico por el mar Caribe.

Las operaciones de narcotráfico de las AGC les han permitido construir alianzas con traficantes independientes de grupos narcotraficantes de Colombia y México, como el Cartel de Sinaloa.

En 2022, el grupo expresó su deseo de ser parte de la propuesta de Paz Total presentada por el presidente Gustavo Petro.

Perspectivas

Es casi seguro que el nodo de liderazgo que ha coordinado la red desde Urabá está llegando a su fin tras el arresto de Otoniel. Después de su captura siguió el arresto y la muerte de muchos otros líderes, algunos de los cuales incluso se entregaron. La desarticulación del modelo de las AGC, que consiste en un nodo de liderazgo central que coordina facciones dispersas y franquicias locales semiindependientes, ahora parece inevitable.

Sin embargo, independientemente de lo que suceda con sus cabecillas, las células de las AGC no desaparecerán. Continuarán controlando territorios criminales estratégicos, ofreciendo servicios a narcotraficantes y otras élites criminales, y dirigiendo sus propias actividades criminales en zonas específicas. Quizá algunos operen como ejércitos privados de narcotraficantes de las AGC que actualmente dirigen ciertos frentes, y otros quizá se conviertan en redes independientes cuyos líderes proceden de grupos locales.

Tras la captura y extradición de Otoniel, se estima que podría haber un recrudecimiento de los enfrentamientos entre los mandos medios por asumir el control del grupo. Aunque, también podría darse una tregua entre sus lideres, lo cual sería mucho más conveniente para el grupo. De todas formas, en medio del caos interno es posible que otros grupos criminales aprovechen la debilidad para apoderarse de territorios y rentas criminales del grupo.

La llegada de Gustavo Petro a la presidencia y su política de Paz Total abrió una puerta para el desarme del grupo. Pero los ataques a la fuerza pública socavaron esa posibilidad, rompiendo un cese al fuego acordado a inicios de 2023. Por ahora no hay avances en el proceso, y queda por ver si el grupo, y cuántas de sus franquicias y subgrupos, que cada vez parecen más fragmentados, eventualmente participarán en las negociaciones con el gobierno.

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