El Cartel de Sinaloa en México ha tomado control del mercado estadounidense de heroína, desplazando a los traficantes del producto asiático, según un oficial de la DEA, pero la dinámica del tráfico de estupefacientes a ambos lados de la frontera es algo más compleja.
Douglas W. Coleman, jefe de la División de Arizona de la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (DEA) declaró a la revista Proceso (pdf) que el cartel de Sinaloa desplazó a los traficantes asiáticos de heroína en Estados Unidos con la introducción de métodos que dan lugar a un producto mexicano más refinado. En la entrevista, Coleman dijo que esta técnica permitió al cartel de Sinaloa convertirse en la organización criminal más poderosa del mundo, con un control casi total del mercado estadounidense de la droga.
“Para apoderarse del mercado de la Costa Este de Estados Unidos, cambió su producto para satisfacer a los consumidores de esta región, quienes nunca consumieron la heroína cafecita o la negra, la que tradicionalmente se produce en México”, señaló el agente de la DEA.
Con la intención de mejorar su oferta, el cartel supuestamente se llevó a México a los “cocineros” colombianos para cambiar la heroína negra por una versión más blanca usando técnicas de refinación de su país. Esa transformación comenzó hace unos dos años, luego de lo cual la DEA comenzó a ver un nuevo tipo de heroína en el mercado con la etiqueta “canela”, por su color más claro.
El nuevo producto del Cartel de Sinaloa apareció por primera vez en la Costa Oeste de Estados Unidos, un mercado donde por tradición se imponía. Hasta ese momento, el cartel había sido incapaz de competir con los traficantes asiáticos y colombianos de heroína o cocaína en la región Este, que va de Georgia a Maine.
Pero cuando la canela sinaloense siguió creciendo, comenzó a aparecer en los mercados del Este, donde los usuarios pagan más por su heroína y tradicionalmente han consumido el producto asiático. Estas áreas incluyen: Nueva York, Vermont, Massachusetts, Illinois, Connecticut, Pennsylvania y Virginia.
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Han pasado dos años, los cocineros colombianos que trabajan exclusivamente para el cartel de Sinaloa han logrado crear una heroína que es “casi tan blanca como la china [asiática], contra la que la DEA siempre ha luchado”, citó Proceso a Coleman.
Convencidos de que la versión de los mexicanos es tan pura como la de los asiáticos, los consumidores de la Costa Este tienden a pagar hasta US$90.000 por kilogramo, precios que el cartel no alcanzaría más hacia el oeste.
La producción de amapola se ha disparado en México a raíz de esto, asevera Coleman. Entre 2013 y 2014, los cultivos crecieron 62 por ciento en el estado de Guerrero y en el “Triángulo Dorado” (región que incluye partes de Chihuahua, Durango y Sinaloa), según cifras del gobierno estadounidense citadas por Proceso.
Coleman indicó que le “sorprendería” que los sinaloenses no fueran ya los dueños del mercado de heroína de la Costa Este, dada su ventaja previa en la expansión hacia el este.
“Lo único que hace el Cartel de Sinaloa es meter un nuevo producto por las rutas de trasiego que ya le pertenecen en la Costa Este”, comentó el agente de la DEA. “Por ello se han establecido tan bien con su heroína blanca”.
Análisis de InSight Crime
Aunque el panorama de la industria de la heroína en Estados Unidos como lo pinta la DEA es el de una cadena vertical en la que los traficantes mexicanos, y en particular el cartel de Sinaloa, controlan todas las etapas desde la producción hasta la venta al por mayor, la realidad es algo diferente.
En primer lugar, el comentario de Coleman sobre que el Cartel de Sinaloa tiene control total sobre el mercado de heroína estadounidense es engañoso.
Históricamente, el negocio de la heroína en Estados Unidos se ha dividido aproximadamente por la mitad: las organizaciones mexicanas dominaban el mercado del oeste de Estados Unidos con su producto más oscuro, de inferior calidad, mientras que los grupos colombianos abastecerían el polvo blanco de mayor calidad a la región del Este. Hoy en día, se cree que los colombianos ya no manejan tanto la oferta, y que su heroína la trafican los grupos mexicanos a Estados Unidos.
Aunque el cartel de Sinaloa es uno de esos grupos, no es la única organización a cargo del negocio. A decir verdad, existen docenas de pequeñas organizaciones a ambos lados de la frontera que manejan la producción, el tráfico y la distribución de heroína a Estados Unidos.
Las organizaciones mexicanas “no son en absoluto tan fuertes o monolíticas como alguna vez lo fueron”, afirmó el codirector de InSight Crime Steven Dudley en una declaración sobre el tema, que dio el 26 de mayo ante el comité de relaciones exteriores del Senado de Estados Unidos.
Los principales grupos criminales del país se han fragmentado de manera sustancial en los últimos años como resultado de las guerras entre carteles y de los esfuerzos de las autoridades. Hoy, el cartel de Sinaloa es más una estructura horizontal que vertical, y actúa como una especie de franquicia para numerosas facciones sin un líder único en control de las actividades, afirmó Dudley al comité.
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La evidencia indica que el negocio de heroína en Estados Unidos de hecho es más un sistema democrático, con el control de las diferentes etapas dividido entre diferentes grupos. Esto lo ilustró el caso de la organización narcotraficantes de los hermanos Laredo, que ingresaba en promedio 14 kilogramos mensuales de heroína a Estados Unidos. Si se cree los estimados de la DEA de que la producción anual de heroína de México podría haber alcanzado las 42 toneladas (pdf), hay razones para pensar que muchas organizaciones conforman el tráfico total a Estados Unidos.
Otro ejemplo de la fragmentación en México que se refleja en el negocio de la heroína es la pandilla de Guerreros Unidos —grupo disidente de la Organización Beltrán Leyva, con sede en el mayor estado productor de amapola, Guerrero— el cual se cree que trafica heroína a Chicago.
“La cadena de suministro de heroína parece ser una operación horizontal en su mayor parte con múltiples actores, y que obedece a las fuerzas del mercado, en lugar de uno o dos únicos distribuidores integrados en forma vertical”, afirmó Dudley.
Es igualmente importante mirar más allá de México al analizar el mercado de drogas estadounidense. Según cifras de 2012 de la DEA, la heroína suramericana (por lo general colombiana) representaba el 51 por ciento de la participación en el mercado, mientras que el 45 por ciento correspondía a México y el 4 por ciento venía del sureste asiático (ver el gráfico siguiente).

Del Balance Nacional sobre la Amenaza de las Drogas 2015, de la DEA (pdf)
Es posible que estas estadísticas tengan muchos errores. Según el analista de seguridad Alejandro Hope, “No sabemos con ninguna precisión cómo ha evolucionado la producción de heroína [mexicana] en año[s] reciente[s]”, pues la información de la que se dispone es muy poco confiable o no concluyente.
Una discrepancia potencial se hace evidente al comparar las incautaciones de heroína de Estados Unidos y la producción de amapola en Colombia y México. Aunque las últimas estadísticas de la DEA dan a los dos países una división 50-50 en los decomisos de heroína, Colombia tenía solo 298 hectáreas con cultivos de amapola en 2013, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) (pdf), frente al estimado de la DEA de que México tenía 17.000 hectáreas cultivadas en 2014 (pdf).
También parece haber contradicciones internas en los cálculos de la DEA: hace menos de dos años el organismo afirmaba que la heroína suramericana dominaba el mercado estadounidense.
Aunque no es inusual que los funcionarios de gobierno o los medios simplifiquen demasiado sus cuentas del negocio de la droga, tales interpretaciones pueden ser contraproducentes. Las complejidades del sistema de tráfico, especialmente el mexicano, deben entenderse a fondo para producir estrategias efectivas contra el crimen organizado.