La última Evaluación de la Amenaza de las Pandillas en Texas (Texas Gang Threat Assessment) ofrece un panorama complejo de las interacciones de las organizaciones locales con los narcotraficantes mexicanos, pintando un cuadro de colaboración en lugar del, tan temido, desborde de violencia.
A medida que la tasa de homicidios en México se ha disparado en los últimos años, la atención a la seguridad pública en Texas también ha aumentado; con analistas y funcionarios locales por igual buscando señales de que el caos está goteando hacia el norte. No obstante, los incidentes del llamado “desborde de violencia” siguen siendo bastante raros y esta última evaluación hace poco para validar las predicciones de los profetas que se preocupan porque el Cartel de Sinaloa y los Zetas decapiten enemigos en las calles de Estados Unidos.
Sin embargo, hay sin duda, un vínculo entre las pandillas de Texas descritas en la evaluación y las organizaciones criminales mexicanas (De hecho, otro informe del gobierno estatal, el Texas Public Safety Threat Overview, identificó a los grupos mexicanos como la principal amenaza a la seguridad pública en Texas). Y aunque esto no ha convertido a Texas en el Norte de Juárez, sí presenta una variedad de factores complicados a las agencias policiales en ambos lados de la frontera.
Análisis de InSight Crime
El informe de Texas categoriza a las pandillas que operan en el estado en tres niveles diferentes, basado en el peligro que representan. En la parte superior de la lista, las pandillas de Nivel 1 incluyen: Tango Blast, Texas Mexican Mafia, Barrio Azteca y el Texas Syndicate. Todos estos grupos colaboran en cierta medida con los grupos mexicanos más poderosos, ya sea comprando sus drogas al por mayor y distribuyéndolas en Estados Unidos, o, como en el caso de Barrio Azteca y el Cartel de Juárez, sirviendo como soldados rasos en sus batallas en México.
Según la Evaluación de la Amenaza de las Pandillas en Texas, entre más grande sea la pandilla en Texas, es más probable que tenga una relación operacional regular con los narcotraficantes mexicanos:
En un extremo del espectro, una pandilla actúa como una extensión estadounidense del cartel. De esta manera, los miembros de las pandillas estadounidenses regularmente reciben órdenes de la dirección del cartel; facilitan el movimiento de personas y drogas a Estados Unidos; consiguen armas, vehículos y otros materiales para el cartel; y llevan a cabo actos de violencia y otras actividades criminales en nombre del cartel. Este tipo de relación representa la amenaza más significativa, ya que implica una exportación continua de influencia del cartel mexicano hacia el estado.
Por el contrario, cualquier relación entre traficantes mexicanos y grupos más pequeños suele ser esporádica y producto de la conveniencia.
Tango Blast, identificada como la principal amenaza, es un nombre que es desconocido para muchos observadores de México; pero, el grupo opera en casi todo Texas y coopera con organizaciones mexicanas para llevar a cabo crímenes transnacionales como el narcotráfico y el tráfico de personas. Una de las ventajas del grupo sobre sus rivales es que tiene afiliaciones más flexibles con las organizaciones mexicanas, lo que le permite a las variantes locales adaptarse a las circunstancias y evitar las guerras grandes y contraproducentes con los grupos rivales.
Texas se ha convertido en uno de los puntos focales de los analistas que buscan pruebas del “desborde de violencia”, es decir, las manifestaciones en Estados Unidos de las sangrientas disputas y espantosas tácticas observadas en las guerras de los carteles en México. La evidencia de este tipo de violencia ha sido en gran medida inconclusa, y este informe no hace mucho para cambiar esto. No se hace mención al exceso de violencia y, aunque la Evaluación de la Amenaza a la Seguridad Pública (Public Safety Threat Assessment) menciona los narco-bloqueos en Texas, no hay nada que sugiera que las pandillas de México están interesadas en transferir sus conflictos a Estados Unidos.
En cambio, las dos evaluaciones proporcionan evidencia de una cadena de suministro global en el mercado negro. Los mexicanos dominan la cocaína, la metanfetamina y el tráfico de marihuana, siendo Estados Unidos el mervado más grande del mundo para estas drogas. Como resultado, las organizaciones criminales de ambos países gozan necesariamente de una relación comercial. Esto no es tanto un desarrollo preocupante que promete un futuro sangriento, ya que es una inevitabilidad que existe hace mucho tiempo, teniendo en cuenta las circunstancias generales del comercio de drogas. También encaja en los recientes comentarios de los funcionarios de la DEA que los mexicanos están operando más profundamente en Estados Unidos a través de “intermediarios”; los miembros mexicanos y estadounidenses de las pandillas localizadas en Estados Unidos serían buenos candidatos para desempeñar este papel.
Por otra parte, el mejor ejemplo de una pandilla de Estados Unidos colaborando con un cartel mexicano, Barrio Azteca y el Cartel de Juárez, refleja el reverso de la violencia extendiéndose a Estados Unidos; en lugar de los mexicanos viniendo a causar estragos en Texas, fue (como InSight Crime ha informado) la pandilla de Estados Unidos Barrio Azteca la que entró a México y ayudó a aumentar la inestabilidad en Juárez. Además, a lo largo de la lucha por el control de Juárez, entre los Carteles de Sinaloa y Juárez, los mexicanos esencialmente han respetado El Paso como un refugio de la violencia. Esta ciudad sigue siendo una de las más seguras en Estados Unidos durante los últimos años, con informes de que muchos criminales de alto perfil se esconden del lado estadounidense de la frontera.