Las disputas entre narcobandas por el control de la infraestructura para el tráfico de cocaína y el mercado de la marihuana en Costa Rica han agudizado la violencia en el país, elevando la tasa de homicidios a un pico histórico en el último año.

Entre comienzos del año y el 27 de abril, Costa Rica registró un incremento en los homicidios de 36% comparado con el mismo periodo del año anterior, según anunció el Organismo de Investigación Judicial (OIJ).

Limón, provincia con una ciudad portuaria del mismo nombre, está en el ojo del huracán, con una tasa de homicidios casi tres veces por encima del promedio nacional. Ubicado en la costa este del país, su puerto de contenedores de Moín es un centro neurálgico de drogas para la cocaína que embarca hacia Europa y la introducción de marihuana para el mercado local. Más de una cuarta parte de los homicidios registrados en el país tuvieron como escenario el puerto de Limón.

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La provincia de Puntarenas, en la costa Pacífica, y la de San José, que alberga la capital, del mismo nombre, son otros dos focos de violencia.

Las disputas por territorios de tráfico y los ajustes de cuentas son dos causas importantes de los asesinatos, según le explicó Randall Zúñiga López, director general del OIJ, a InSight Crime. Los asesinatos por encargo perpetrados por sicarios profesionales representan el 63% de los homicidios este año, en comparación con el 50% durante el mismo periodo del año pasado, puntualizó.

Los esfuerzos de la policía por desmantelar las organizaciones criminales han generado roces entre las bandas que se disputan el control de las economías criminales, señaló. Este mes, la policía detuvo a más de 2.600 personas en una semana en el marco de la «Operación Costa Rica Segura».

“Se han desmantelado muchos grupos criminales, lo que genera un vacío de poder en zonas como Limón”, explicó Zúñiga López.

El aumento de la oferta de marihuana colombiana es otro motor de la ola de violencia, anotó. Por tradición, la marihuana para consumo en Costa Rica venía de Jamaica. Pero, múltiples decomisos de «marihuana creepy» indican que esta variedad está desplazando el cannabis jamaiquino.

«Los muertos son, en su mayoría, expendedores de estupefacientes que no quisieron renunciar a su plaza, no quisieron pagar una cuota por el derecho a vender drogas o simplemente trataron de enfrentar a otros grupos criminal», dijo.

Análisis de InSight Crime

Los grupos criminales que se disputan el control del trasiego de cocaína por los puertos, y del mercado local de marihuana, son los responsables de los nuevos picos de violencia en Costa Rica.

Este país ha sido por tradición un punto de trasbordo importante para la cocaína dirigida a Estados Unidos y Europa. Pero el país registró una caída importante en los decomisos de cocaína en 2022, con 33,1 toneladas confiscadas por la policía sola o en colaboración con otros organismos, en comparación con 61,7 toneladas del año anterior. Aunque esto podría revelar una pérdida de importancia en el transbordo, hay otras explicaciones posibles de la baja en los decomisos.

Aunque la mayor parte de la cocaína que sale de Costa Rica lo hace por Limón, el almacenamiento de cargamentos en el puerto es una opción arriesgada para los traficantes debido a su notoriedad como punto de partida de la droga. Las autoridades extreman la vigilancia ante posibles envíos de droga, y las bandas de traficantes también corren el riesgo de que sus rivales les roben el producto, dijo Zúñiga López.

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Para evitar el puerto de Limón, optan por transportar la cocaína en lanchas rápidas desde Colombia hasta el sur del país en Puntarenas, en aldeas como Golfito, Quepos y la Península de Osa. Luego la transportan hasta San José, que se ubica entre Puntarenas y Limón, antes de llevarla al puerto del este del país, muchas veces en un mismo día. Desde allí, las drogas se ponen en barcos dirigidos a Europa o Estados Unidos, explicó Zúñiga López. El rápido movimiento de la droga dificulta la detección por parte de las autoridades y reduce los riesgos asociados con el almacenamiento en Limón, añadió.

El cambio del mercado local de marihuana también contribuye a agudizar la violencia. Los grupos criminales que importan marihuana «creepy» colombiana intentan desplazar a sus rivales que tradicionalmente se han aprovisionado de la hierba de Jamaica. La oferta adicional ha contribuido al descenso de los precios en el mercado local y al aumento de la competencia entre las organizaciones criminales por el control de los mercados en las grandes ciudades, comentó Zúñiga López.