Hojas de coca y pasta base de cocaína de Perú siguen ingresando a la vecina Bolivia debido a un desbalance histórico de precios entre ambos países. Mientras los cultivos en Perú crecen a la par de la producción de cocaína en Bolivia, esta relación parece destinada a mantenerse.
La coca y la pasta base de cocaína de Perú ingresa a Bolivia al menos por 10 rutas de tráfico, según un informe del diario El Deber, con fecha del 29 de agosto. El periódico citaba operativos y decomisos de la Dirección General de la Hoja de Coca e Industrialización (Digcoin), que vigila las rutas sospechosas para impedir el ingreso de hojas de coca al país.
La gran mayoría de las hojas de coca ilegales se destinan a la producción de cocaína, según declaró Darío Manrique, director de la Digcoin, a El Deber. Los destinos probables de la coca traficada fueron una serie de municipios ubicados en los departamentos de La Paz, en la frontera con Perú, y Pando, que también limita con Brasil.
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Manrique señaló la población de Desaguadero, ubicada en el litoral sur del Lago Titicaca, como la más afectada. Allí se realizó un decomiso de 5.500 paquetes de hojas de coca procedentes de Perú el año pasado, explicó el funcionario.
Perú presenta actualmente los niveles más altos de producción de hoja de coca en una década. Con las dificultades para adelantar las operaciones de erradicación por la pandemia global y con el desplazamiento de los cultivadores cerca de la frontera con Bolivia, el mercado boliviano parece el destino natural de la producción de coca en aumento.
Esta prevalencia del contrabando peruano se ha asociado a las diferencias de precio. Del Castillo declaró a El Deber que 50 libras de coca peruana (un taque) se vendían por US$87, mientras que el equivalente boliviano podía alcanzar precios de US$174.
Por su parte, Manrique sostuvo que la Digcoin mantiene el compromiso de bloquear el flujo de coca peruana al mercado negro boliviano.
“De manera coordinada entre Digcoin y el Viceministerio de (Defensa social y) Sustancias Controladas, se realizan controles en las carreteras troncales del país, pero también en puntos fronterizos”, relató Manrique a El Deber.
Análisis de InSight Crime
Una simple lógica de mercado se interpone en el camino de los esfuerzos del gobierno por contener el flujo ilegal de hojas de coca peruanas.
Esta disparidad de precios existe desde hace bastante tiempo. “El problema es que Perú fija los precios por medio de la Empresa Nacional de la Coca (ENACO). Esto pone el precio de compra para el productor muy por debajo de lo que ofrece el mercado boliviano”, le comentó a InSight Crime Nicolás Zevallos, director del Instituto de Criminología con sede en Perú.
La Empresa Nacional de la Coca (ENACO) compra legalmente la coca cultivada a los productores, pero desde hace un buen tiempo sobreentiende que la ENACO no puede competir con los mayores precios que los narcotraficantes están dispuestos a pagar.
De hecho, por casi dos décadas el precio por kilo para la coca legal por parte de la ENACO se ha mantenido entre US$2 y US$4.
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En contraste, se sabe que por costumbre los narcotraficantes pagarán más. El experto en seguridad Pedro Yaranga dijo a InSight Crime que, antes de la pandemia, un kilo de coca peruana se cotizaba en US$10. Pero los precios cayeron «estruendosamente» después de la pandemia de COVID-19. «Quienes siguen cultivando coca lo hacen únicamente por contrato con algunos clanes narcotraficantes, pero aún venden a bajo precio», añadió.
Yarangas estimó que más del 75 por ciento de la coca peruana se desvía hacia Bolivia, y señaló que es muy probable que se mantenga la actual relación entre cultivo de coca y producción de cocaína entre ambos países. «Por más de 15 años, Bolivia ha sido una bodega para las drogas peruanas. Desde Bolivia, se llega en avión a Paraguay, luego se sigue a Brasil por tierra», añadió.