El anuncio de las autoridades colombianas según el cual otro importante comandante de nivel medio de Los Gaitanistas fue abatido durante el fin de semana pasado indica que el gobierno sigue ejerciendo presión sobre el grupo criminal, aunque los altos mandos del mismo han logrado eludir la enorme operación de seguridad contra ellos.
Según El Tiempo, la Policía Nacional de Colombia dijo que el Bloque de Búsqueda dio con Gonzalo “Moná” Oquendo Urrego en Mapiripán, departamento del Meta, el 11 de junio mientras él y algunos de sus hombres veían un partido de fútbol entre Colombia y Costa Rica por televisión. Oquendo y cuatro de sus hombres murieron durante el tiroteo que se produjo.
Según El Colombiano, la policía dijo que Oquendo era el comandante de Los Gaitanistas, también conocidos como Clan del Golfo, Urabeños y Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), en la región de los Llanos Orientales colombianos. Las autoridades dicen que los altos mandos de las AGC enviaron a Oquendo al Meta para que consolidara la presencia del grupo en la región y dirigiera la lucha contra sus rivales del grupo criminal ‘Los Puntilleros’.
“Esta estructura es responsable de la comisión de los delitos de extorsión a ganaderos y comerciantes, desplazamiento forzado, narcotráfico, reclutamiento de menores y homicidios en esta región”, indicó la Fuerza Aérea, la cual agregó que ayudó a localizar al grupo de Oquendo y transportó al Bloque de Búsqueda por aire hasta la zona.
La policía nacional dice que el grupo de Oquendo controlaba las rutas del narcotráfico de las AGC hacia Venezuela y que manejaba aproximadamente US$1,6 millones al mes, según informó NTN24.
Análisis de InSight Crime
Los AGC son la banda criminal (Bacrim) más grande del país (bandas que surgieron luego de la “desmovilización” del movimiento paramilitar colombiano). La muerte de Oquendo y de otros mandos medios de la organización indica que la operación Agamenón del gobierno, iniciada en febrero de 2015 con el fin de desmantelar este grupo, ha intensificado la presión sobre ellos.
A principios de junio, la policía informó que había dado de baja a “Cero 10”, un comandante de las AGC en el departamento de Chocó. En los últimos nueve meses, las fuerzas del gobierno han capturado o dado de baja a comandantes conocidos por los alias de Pijarbey, Calandrio, Móvil 7 y Venado. En mayo de 2016, la operación incautó ocho toneladas métricas de cocaína de las AGC en una finca bananera cerca de Turbo, en el departamento de Antioquia.
Sin embargo, la operación y su Bloque de Búsqueda (la unidad policial que derrocó a Pablo Escobar en menos de un año) no han logrado dar con sus objetivos principales en las AGC: su “Estado Mayor”, término que recuerda las raíces paramilitares del grupo.
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El hecho de que la Operación Agamenón no haya logrado dar con el líder Darío Antonio Úsuga David, alias ‘Otoniel’, es un signo de la resiliencia del grupo y del grado de control que tiene sobre las poblaciones locales. La capacidad de las AGC para acumular grandes cantidades de cocaína dentro de los 34 km de la base operativa de Agamenón en Turbo indica que su negocio sigue activo.
Las dificultades del gobierno para acabar con las AGC se han convertido en un problema en el proceso de paz. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) han debatido sobre la permanente fortaleza de las AGC en las negociaciones con el gobierno en La Habana. El grupo guerrillero teme que la eventual desmovilización de sus tropas llevará a que los rebeldes y las comunidades en sus áreas de influencia queden vulnerables a la acción de este grupo criminal fuertemente armado.