Los informes sobre narcotraficantes que se están tomando el control de algunas ciudades en el noroeste de México recuerdan que el crimen organizado a menudo busca obtener poder a nivel de los gobiernos municipales.
Los criminales han tomado el control de casi todo Madera, un pueblo en el norteño estado fronterizo de Chihuahua, según le dijo la periodista Dora Villalobos a los medios locales. En la ciudad ocurren de dos a tres asesinatos por semana, y a menudo los residentes son víctimas de secuestro y extorsión, agregó.
En otra ciudad de Chihuahua, Las Chinacas, unas 300 familias se vieron obligadas a abandonar sus hogares después de ser amenazadas por una caravana de hombres armados, informó La Opción.
Por otro lado, en el cercano estado de Sinaloa, Santiago Chaidez Jiménez es conocido como el “narcoalcalde” de Canelas, donde, según el Diario, supuestamente dirige un grupo de sicarios que matan a sus rivales políticos y a quienes no paguen las extorsiones.
Análisis de InSight Crime
Cabe mencionar que estos informes recientes se refieren a ciudades con poco o ningún apoyo del gobierno central de México. Madera no cuenta con una presencia federal ni estatal de manera permanente, según señaló Villalobos, mientras que Las Chinacas y Canelas son dos aislados pueblos de montaña.
La influencia del crimen organizado se puede sentir con más frecuencia en este nivel, donde se cree que los funcionarios son más vulnerables a sobornos y amenazas. El continuo asesinato de alcaldes en México da cuenta de esta triste realidad, al igual que los altos niveles de violencia que a menudo preceden a las elecciones locales.
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Para empeorar las cosas, los policías a nivel municipal a menudo son mal remunerados, lo que les ha facilitado a los criminales subvertir el débil aparato de seguridad con el que puedan contar los pueblos. La iniciativa de “mando único“, del presidente Enrique Peña Nieto, busca hacerle frente a la corrupción de las policías municipales, consolidando las unidades locales bajo mando estatal. Sin embargo, hay indicios de que las agencias de policía estatales no son menos propensas a la corrupción que sus contrapartes municipales.
Sin duda, esta dinámica no es exclusiva de México. En la región del Triángulo Norte de Centroamérica (El Salvador, Guatemala y Honduras), los grupos criminales suelen llenar los vacíos de poder en zonas con débil presencia del Estado (pdf), especialmente en las regiones fronterizas, donde las drogas, las armas y otros productos de contrabando fluyen libremente.