Una nueva ola de violencia en las prisiones de Brasil está reviviendo las preocupaciones acerca de los problemas en el sistema penitenciario y sus posibles implicaciones en la situación de seguridad en las fronteras.

La más reciente ola de violencia entre pandillas que ha sacudido al sistema penitenciario de Brasil dejó como resultado veintiséis prisioneros muertos el pasado 15 de enero en la prisión de Alcaçuz, ubicada en el estado de Río Grande del Norte.

Según un informe de O Globo, todas las víctimas eran miembros de un grupo criminal local identificado como Sindicato do RN, que es rival del Primer Comando Capital (Primeiro Comando da Capital – PCC), el grupo criminal más grande de Brasil.

Aunque no se ha confirmado, es posible que estos actos violentos estén relacionados con un reciente enfrentamiento entre las pandillas de las prisiones, la cual ha dejado varios miembros del PCC muertos.

O Globo señala que los miembros del PCC irrumpieron en una sección de la prisión donde se encontraban recluidos los miembros del Sindicato do RN, donde los atacaron e incluso decapitaron y quemaron a algunos de ellos.

Durante el enfrentamiento, los prisioneros cortaron los cables de energía, causando un apagón que desactivó los dispositivos que bloqueaban la señal de los teléfonos celulares. Esto les permitió a los prisioneros grabar los hechos y enviar mensajes fuera de la prisión.

Al enterarse del estallido de violencia, las esposas de los reclusos de las dos facciones involucradas llegaron a las afueras de la prisión y terminaron agrediéndose físicamente, por lo que dos de ellas resultaron heridas, según el reporte de medios locales.

Además, en la tarde del día en que se presentaron los disturbios en la prisión, varios tiroteos se produjeron en la ciudad cercana de Natal. Algunas fuentes le dijeron a O Globo que este incidente estuvo relacionado con los hechos violentos en la prisión. Las autoridades no han confirmado ni negado dicha relación, pero afirmaron que no hubo heridos.

El gobernador de Río Grande del Norte solicitó ayuda federal para manejar la situación. El gobierno nacional respondió enviando varias docenas de miembros de las fuerzas de seguridad para ayudar a asegurar el área alrededor de la prisión.

Análisis InSight Crime

El reciente incidente permite señalar la falta de control de las autoridades sobre el sistema penitenciario brasileño y cómo esta dinámica puede contribuir a la violencia en las calles.

El tiroteo en las calles de Natal fue supuestamente ordenado por miembros de las pandillas al interior de la prisión donde ocurrieron los disturbios, lo que sugiere que éstos ejercen una influencia sustancial sobre lo que sucede fuera del sistema penitenciario. Eventos similares ocurrieron en octubre de 2016, cuando un tiroteo dejó 11 muertos en la ciudad de Río Branco, después de un violento enfrentamiento entre el PCC y una pandilla rival en una prisión cercana.

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Este estallido de violencia también pone de presente los distintos temas que afectan las cárceles de Brasil, como el hacinamiento y la falta de recursos. Un guardia de la prisión que habló bajo condición de anonimato le dijo a O Globo que el número de guardias en la prisión de Alcaçuz se había reducido de 21 a siete en los últimos años, y que la población penitenciaria había aumentado a casi el doble de su capacidad oficial. Lamentablemente, estos problemas son muy comunes en el sistema penitenciario brasileño, que es uno de los más grandes y violentos de América Latina.

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