La región de la Moskitia, en la frontera entre Honduras y Nicaragua, es una de las últimas grandes zonas selváticas de Centroamérica, un paraíso de ecosistemas prístinos y biodiversidad. Pero hoy, la selva de la Moskitia se está muriendo. Y es el crimen organizado quien la está matando.

Primero llegaron las drogas, cuando los traficantes convirtieron las costas y los bosques de la región en un corredor de cocaína. Luego vinieron los propios traficantes, que financian a invasores que talan miles de hectáreas de bosque y cercan vastas extensiones de terreno con alambre de púas y guardias armados.

La población indígena Miskita de la región ha quedado atrapada en una pobreza extrema, entre los traficantes y un Estado indiferente. Pero algunos se están preparando para contraatacar.

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La resistencia del río Mocorón

En el pueblo de Mocorón, una aldea habitada por aproximadamente 500 indígenas Miskitos, ubicado en las profundidades de la Moskitia, la gran selva Hondureña en el departamento de Gracias…

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