El presidente electo de Ecuador presentó un ambicioso ramillete de planes de seguridad para combatir el problema del crimen organizado en el país, pero su capacidad para cumplir sus promesas se verá limitada por las complejas realidades políticas del país.

Daniel Noboa, hijo de un magnate bananero que es el hombre más rico de Ecuador, ganó la segunda vuelta de una elección presidencial especial el 15 de octubre. Noboa se convertirá en el presidente más joven de la historia de Ecuador a los 35 años, cuando reemplace al actual presidente Guillermo Lasso, quien acortó su mandato por choques con legisladores de la oposición que lo llevaron a disolver la Asamblea Nacional de Ecuador.

Además, Noboa asumirá el poder en medio de una crisis de seguridad, que se convirtió en un aspecto decisivo en las elecciones después del asesinato de uno de los otros candidatos, Fernando Villavicencio, el 9 de agosto. El 6 de octubre, solo una semana antes de los comicios, las autoridades encontraron muertos en sus celdas a seis sospechosos del asesinato de Villavicencio.

Las propuestas de Noboa para combatir la violencia motivada por el crimen organizado incluyen una combinación compleja, y en ocasiones contradictoria, de programas sociales, reformas institucionales y acciones militares.

Al comienzo de su campaña, su programa de gobierno hizo énfasis en empleo y educación como el antídoto contra el crimen organizado.

“La pobreza, la desigualdad, la falta de oportunidades y el subempleo generan frustración y desesperación, a menudo llevando a las personas a la delincuencia. Por lo tanto, cualquier esfuerzo para reducir la violencia debe incluir una estrategia de desarrollo socioeconómico inclusiva”, decía la plataforma oficial de la campaña presidencial de Noboa.

Los programas propuestos en la sección de seguridad del programa de gobierno reflejan esas prioridades y hacen hincapié en la generación de empleo, acceso a la educación y a servicios básicos, el inicio de reformas judiciales para crear un sistema centrado en la rehabilitación en lugar de la penalización y en la promoción de valores de respeto y tolerancia en las escuelas. También pone de relieve la necesidad de combatir la corrupción y reforzar la transparencia en los organismos de gobierno.

Sin embargo, a medida que la campaña avanzaba, Noboa dio un giro hacia medidas de seguridad de línea dura en sus discursos y publicaciones en redes sociales. Estas políticas más recientes se esbozan en su plan de seguridad “Fénix”, que según dijo Noboa al servicio de noticias EFE, costará al gobierno un estimado de US$830 millones en un periodo de diez años.

La propuesta incluye planes de centralizar la recopilación de inteligencia para crear un nuevo centro nacional de inteligencia que responda de manera exclusiva a la presidencia. Este ente definiría la estrategia y prioridades en materia de seguridad para la policía y el ejército.

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El plan Fénix también ampliaría la participación del ejército en la lucha contra la delincuencia y la inseguridad, haciendo presencia permanente en las fronteras, puertos, aeropuertos y principales vías de Ecuador. Con el despliegue de tropas y equipos de alta tecnología, como sistemas satelitales, drones y radares, en estos puntos estratégicos. Noboa dijo que espera reducir el atractivo de Ecuador para las organizaciones transnacionales de tráfico de drogas que trabajan con los grupos criminales locales y son los promotores de la violencia.

El presidente electo también planea trabajar con el gobierno israelí para instalar un sistema de vigilancia militarizada y reconocimiento facial en sectores deprimidos de las ciudades, donde las pandillas reclutan a jóvenes marginados, e inyectar dinero en nuevos equipos para la fuerza pública.

Otro elemento clave de los planes de Noboa es la reforma de las prisiones, que son sede de algunos de los grupos criminales más notorios del país y han sido el escenario de algunos de los hechos de violencia más cruentos de los últimos años. Las propuestas hacen énfasis en la segregación de la población carcelaria y la construcción de barcazas que sirvan como cárceles de máxima seguridad para retener el 17% de los privados de la libertad a quienes señala de ser responsables del grueso de la violencia.

A pesar de la promesa de Noboa de centrar los esfuerzos judiciales en la rehabilitación antes que en el castigo, también ha propuesto revertir leyes anteriores que despenalizaron el consumo personal de drogas.

Sin embargo, Noboa solo tiene un año y medio para implementar su agenda, pues le corresponde terminar lo que queda del periodo del presidente Lasso.

Análisis de InSight Crime

Noboa enfrenta los mismos problemas de seguridad de su predecesor, como la falta de control en el sistema penitenciario, la creciente influencia de grupos narcotraficantes y la corrupción. La postura de mano dura contra el delito del mismo Lasso no logró resolver estos flagelos de seguridad, y ahora se corre el riesgo de que Noboa siga el mismo camino.

Una legislatura controlada por la oposición, el truncamiento de un mandato y un grave déficit de gobierno obligarán a Noboa a tomar decisiones difíciles sobre cómo usar sus limitados tiempo, recursos y capital político. Su discurso reciente, junto con las limitaciones prácticas del poder ejecutivo, indican que esto puede llevarlo a recaer en la militarización.

Las primeras propuestas de Noboa indican que entienden la importancia de los programas sociales a mediano y largo plazo y la reforma de las instituciones para atacar las causas raíz de la violencia del crimen organizado. Pero estas requieren apoyo del legislativo para ser aprobadas.

Aunque Noboa llegó a la presidencia, su partido —la Acción Democrática Nacional o ADN— solo tiene 14 de los 137 escaños en la Asamblea Nacional de Ecuador. El mayor bloque, de 52 curules, lo tiene el principal rival de la ADN, el Movimiento Revolución Ciudadana (RC).

Aunque los líderes del RC prometieron trabajar con Noboa, la proximidad de las nuevas elecciones dificulta las posibilidades de llegar a acuerdos interpartidistas, según opinó el analista de seguridad ecuatoriano Mario Pazmiño en conversación con InSight Crime.

“[Al RC] no le interesa contribuir al éxito de ese gobierno, porque en el año y medio que tiene, tiene necesariamente que destruir esa posibilidad de reelección de Daniel Noboa. Y ellos tienen también un interés de llegar a ser gobierno en el 2025”, comentó.

Otros expertos fueron más optimistas sobre las posibilidades de Noboa.

“Todo depende de que pueda sentar alguna especie de gran coalición. Él estuvo muy dispuesto a trabajar [con RC] durante su periodo en la asamblea, así que no veo esto como una misión imposible”, opinó el investigador asociado de estudios latinoamericanos del Consejo de Relaciones Exteriores (Council on Foreign Relations, CFR), Will Freeman, en entrevista con InSight Crime.

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Sin importar el éxito que tenga Noboa en la creación de una coalición, es improbable que logre sacar adelante todas sus políticas en la Asamblea, en especial porque muchas requieren más tiempo para implementarse que el tiempo de mandato tan corto que tiene.

“Él ha planteado una serie de ideas, unas razonables, otras —como las cárceles barcazas— más irreales, demasiado ambiciosas para el tiempo o el apoyo legislativo que tendrá. Debe centrarse en lo básico”, dijo Freeman a InSight Crime. “Su prioridad debe ser construir un pacto nacional, que incluya a tantos miembros de la oposición como sea posible, con el fin de revertir la captura de las autoridades carcelarias, los puertos y la policía por parte de la delincuencia”.

Sin embargo, el electorado de Ecuador querrá ver resultados rápidos.

“Hoy la gente tiene miedo, tiene temor, está encerrándose, está poniéndose en jaulas en sus casas”, advirtió Juan Jaramillo, experto en seguridad ecuatoriano y excomandante de la Policía Nacional en la frontera norte del país, en conversación con InSight Crime.

Dadas estas limitaciones y demandas, las políticas de militarización de Noboa serán sin duda lo más fácil de implementar y puede que reporten resultados a corto plazo que le ayuden en su campaña si busca la reelección, como dijo que lo haría a los medios ecuatorianos.

En la antesala de las elecciones, Noboa comenzó a usar la expresión “mano dura” en sus publicaciones en redes sociales, y en el último debate presidencial del 1 de octubre, afirmó que el gobierno clasificó mal a las organizaciones criminales al tratarlas como “organizaciones urbanas”, y señaló que eran más bien “narcoterroristas que están financiados por el narco; causan terror a las familias ecuatorianas y desestabilidad total en la soberanía ecuatoriana”.

Cabe anotar, sin embargo, que aunque dichas políticas pueden apalancar su reelección, la historia de Ecuador y otros países indica que estas no son soluciones sostenibles a largo plazo para los desafíos que Ecuador enfrenta.