El arresto en Venezuela de presuntos miembros del ELN es una muestra del valor del país vecino como refugio del grupo guerrillero colombiano. Su uso como retaguardia ha aumentado por las negociaciones de paz del ELN con el gobierno colombiano y la crisis interna de Venezuela.

Un operativo conjunto entre el ejército de Venezuela y la marina de Colombia condujo a la captura de 11 sospechosos de pertenecer al Ejército de Liberación Nacional (ELN), informaron las autoridades castrenses colombianas el 30 de abril.

Estas personas son miembros de la comisión financiera “Rafael Villamizar”, que hace parte del frente Domingo Laín Sáenz, según el comunicado de la marina. Fueron arrestados en el municipio de Páez, en el estado de Apure, en límites con el departamento de Arauca en Colombia.

Con base en inteligencia suministrada por Colombia, se dice que el ejército venezolano había ubicado el lugar donde el ELN se escondía tres días antes de los arrestos. Las autoridades también decomisaron 200 kilos de cocaína, casi 100 kilos de marihuana, media tonelada de explosivos y varias armas al momento de la captura de los presuntos miembros del ELN.

El comunicado de prensa oficial señala que ese tipo de explosivo se usa en la fabricación de dispositivos detonantes improvisados, lo que aumenta la posibilidad de que también fuera a usarse para perpetrar ataques en Colombia. El mes pasado, las autoridades habían acusado al frente Domingo Laín Sáenz de un ataque contra un oleoducto en el departamento de Arauca, Colombia.

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En noviembre de 2015, las autoridades colombianas anunciaron la incautación de una pequeña cantidad de marihuana introducida ilegalmente a Arauca desde Venezuela, la cual presuntamente intentarían vender elementos de la comisión Rafael Villamizar.

Análisis de InSight Crime

La presencia de integrantes del ELN en Venezuela no es algo nuevo. Sus miembros, y en particular los del frente mencionado, han usado el vecino país como refugio desde 1970. Arauca, en la frontera con Apure, ha sido bastión del ELN por largo tiempo.

Pero esta dinámica aumentó su importancia en 1999 luego del ascenso de Hugo Chávez al poder en Venezuela. Desde el comienzo, el mandatario asumió una actitud marcadamente distinta a la del gobierno colombiano e hizo públicas sus simpatías hacia los grupos guerrilleros, a quienes consideraba aliados ideológicos, aunque osciló entre el amor y el odio hacia ambos grupos. Tanto el ELN como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) gozaron de relativa tranquilidad en la parte venezolana de la frontera, y podían escapar de los operativos militares contra ellos en Colombia, porque la jurisdicción de las fuerzas de seguridad colombiana cesa en la frontera.

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La implementación del proceso de paz con las FARC y las actuales negociaciones entre el ELN y el gobierno de Juan Manuel Santos han aumentado la importancia estratégica de Venezuela. Antes de la apertura formal de los diálogos de paz ya había evidencia de que el ELN estaba intensificando el secuestro desde el otro lado de la frontera. Dado que desistir del secuestro era una de las condiciones para las negociaciones de paz, el ELN podía compensar esa pérdida de ingresos criminales en Colombia aumentando el secuestro en Venezuela.

Esta dinámica es preocupante. Las denuncias ya han señalado el posible disenso de varios frentes del ELN en el evento de la firma de un acuerdo de paz, y Venezuela es una alternativa atractiva. Al menos uno de los cinco comandantes de la plana mayor de las FARC que rechazaron el acuerdo de paz con el gobierno colombiano: Géner García Molina, alias “John 40” o “Jhon 40”, ha buscado refugio en Venezuela, según informaciones, en el estado de Amazonas, que limita con Apure, donde se capturó a los miembros del ELN.

Tanto Apure como Amazonas son estados relativamente rurales y menos poblados, en comparación con los estados de la parte norte de la frontera: Táchira y Zulia, y se prestan para operaciones clandestinas.

Más aún, como ya lo ha señalado InSight Crime, el mayor control del ELN sobre las actividades ilícitas dejadas por las FARC como resultado del proceso de desmovilización puede considerarse un simple medio para ganar fuerza en la mesa de negociaciones con el gobierno de Colombia. Pero también incrementa las ganancias criminales a las que los combatientes del ELN tendrán que renunciar para sumarse a un posible acuerdo de paz. Y esto aumenta gravemente el ya sustancial riesgo de disidencia entre los militantes del ELN, lo que afecta por ende la posibilidad general de llegar a poner fin al conflicto.

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Con estas dinámicas, la decisión del ejército venezolano es importante, dada la relativa impunidad de la que han gozado los guerrilleros colombianos en Venezuela. Sin embargo, es demasiado pronto para saber si esta operación, llevada a cabo por el gobierno del presidente Nicolás Maduro —que tiene sus propios problemas de seguridad interna, probablemente mayores, con los cuales lidiar—, señala una futura tendencia, que puede tener repercusiones importantes para el ELN, o si se quedará como una medida de fuerza esporádica de parte de Venezuela.

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